Hacia un nuevo crack del capitalismo mundial

La caída de Lehman Brothers en 2008 significó la implosión del sistema de créditos hipotecarios. Los bancos emitían los llamados “bonos basura” que eran comprados y re-comprados en el mercado financiero mundial. Estos bonos eran emitidos con el supuesto respaldo de créditos hipotecarios; los mismos, eran créditos que se convirtieron en incobrables y, además, cuando eran negociados en el mercado alcanzaban valores que no tenían la más mínima relación con su valor de origen. Esto significó la caída de importantes bancos en Estados Unidos y Europa y multimillonarios rescates a otras entidades por parte de los bancos centrales. Por supuesto, esos rescates fueron realizados por inmensas masas de plusvalía expropiada a los trabajadores y pueblos del mundo.

Luego de esa experiencia los bancos centrales de Europa y Asia, más la Reserva Federal de Estados Unidos, implementaron una política de tasas de interés bajísimas (incluso llegando a las denominadas tasas cero o negativas) con el supuesto objetivo de volcar ingentes masas de capitales al mercado para que éstos fueran invertidos en producción, investigación, etc. Las empresas tomaron esos créditos y, lejos de reinvertirlos en la producción, los utilizaron para re-comprar sus propias acciones y de esa manera aumentar el valor bursátil de las propias empresas, lo que significa que las principales empresas de la economía capitalista mundial vieron crecer sus dividendos en forma absolutamente artificial.

En este esquema las empresas compran acciones propias y de otras compañías, lo que implica que al mismo tiempo que aumentan artificialmente el precio de sus acciones aumentan sus pasivos y deudas reclamables. El problema es que todas están endeudadas entre sí y que las deudas terminan siendo impagables para unas y para otras.

Estos mecanismos de endeudamiento realizados durante los últimos diez años explican que al día de hoy la deuda mundial de Estados, empresas y particulares represente más de tres veces el PBI mundial.

En los últimos meses, se espera con gran expectativa en el mundo capitalista el cambio de autoridades de la Fed (Reserva Federal estadounidense) dado que dicho cambio implicaría que esa entidad deje atrás la política de tasas bajas para dictaminar una suba de las mismas. De subir la tasa de interés la Fed, arrastraría a todo el resto de los bancos centrales a hacer lo mismo. Esto implicaría que las deudas de las empresas que describimos más arriba se tornarían incobrables, el precio de las acciones se derrumbaría y la quiebra sería el capítulo final de la situación. A diferencia de la crisis de 2008, estallaría la burbuja bursátil creada todos estos años haciendo que las acciones de las corporaciones trasnacionales tengan menos valor que un pedazo de diario viejo.

Qué implica esto para la economía argentina? Si la tasa de interés sube a nivel mundial, los intereses de la deuda contraída en los últimos dos años aumentarían y eso haría que dicha deuda multiplique el peso enorme que ya tiene. Al mismo tiempo, un crac bursátil mundial significaría que los capitales se refugien en activos más seguros (por ejemplo, el oro) y entonces el acceso al crédito para cubrir el déficit fiscal sería mucho más difícil y mucho más caro que en la actualidad.

¿Qué tiene que ver esto con la reforma laboral, previsional e impositiva impulsada por el gobierno de Macri?

En esta situación de crisis estructural del capitalismo y de una inevitable explosión de semejante burbuja especulativa planetaria, la burguesía monopolista en la Argentina necesita apurar la concreción de dichas reformas que atacan el nivel de vida del conjunto de la población para, de esa manera, amortiguar (si es que ello es posible) los coletazos de la crisis mundial y afrontar la puja interimperialista internacional con reformas estructurales realizadas dado que dicha puja implicará una profundización del proceso de centralización y concentración del capital, tanto a nivel mundial como en nuestro país.

En definitiva, la clase dominante apunta a paliar su crisis a costa del deterioro del nivel de vida de las masas obreras y populares lo que hace más urgente aun presentar batalla a sus políticas.

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