Una burguesía políticamente más debilitada frente a una creciente lucha de clases

Las reformas laborales y la flexibilidad ya puestas en prácticas y sustentadas políticamente por la firma de convenios de importantes ramas industriales, las reformas fiscales, las reformas tributarias y las previsionales, más el juego extorsivo de sus instrumentos monetaristas como las tasas de interés, las devaluaciones, la inflación, sin dejar de mencionar los ajustes y los tarifazos, son en su conjunto el timón de proa para el sostenimiento de sus tasas de ganancias y el incremento de las mismas. Como contrapartida las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo han empeorado drásticamente.  Desde derrumbe poder adquisitivo de los salarios, hasta la implementación violenta de estas medidas económicas, desde el aumento de la desocupación, hasta la destrucción de las conquistas alcanzadas por años de lucha.

 En este escenario de confrontación política abierta contra sus planes, que se corono de la mano de las formidables jornadas de movilizaciones del 14 al 18 de diciembre, los anuncios en la bochornosa conferencia de prensa del cuarteto de ministros, tratando de mostrar un sesgo de preocupación por el devenir, ponen en evidencia aún más que antes, el ataque generalizado a la clase obrera y al pueblo. la burguesía redobla la apuesta en toda su línea de acción impulsando más ajustes, apuntando con toda intencionalidad a profundizar la reducción salarial.

La economía comanda la acción de la burguesía. Pero la dominación de la economía lejos de promover más capacidad de dominación política acentúa su crisis política. La aprobación de la reforma previsional es una muestra clara de todo ello. La necesidad económica ante la cual la burguesía es ciega, de la mano del gobierno macrista hace lo único que puede hacer: velar por la propiedad de los medios de producción y su condición de clase en el poder profundizado la explotación y saqueo a nuestro pueblo.

Cabalgando en la crisis estructural del sistema capitalista, con su consecuente anarquía, enferma de centralización política y carente de consenso masivo en su apoyo. Enturbiada por la ingobernabilidad y las disputas internas en su propio seno, donde se entrecruzan las disputas antimonopolistas feroces, donde la deprimida y desprestigiada oposición parlamentaria  junto a las cúpulas cegetistas, que son parte de sus crisis de dominación y al mismo tiempo impotentes para ejercer algún tipo de iniciativa,  donde asoma una enorme debilidad  producto del avance de la acción política de la clase obrera y el pueblo, en este escenario carcomido por su inconsistencia política e ideológica, la burguesía muestra cuan profunda es su crisis, desnudando incluso su inconsistencia de clase

 Aun a expensas de retroceder frente a tal o cual medida, cosa que la misma burguesía puede contemplar en función de sostener sus negocios, la prosecución de sus planes depende de la profundidad de los golpes que reciba, es decir, del carácter político y organizado que asuman y se constituya por abajo, pues su fortaleza como clase no depende de sí misma, sino del poder de clase que se enfrente desde la clase obrera y el pueblo con su acción. No se cae sino se la hace caer.  No retrocede sino a costa de avanzar desde la lucha.  Si algo han puesto de manifiesto las jornadas de diciembre es un punto de quiebre respecto de la dominación política de la democracia burguesa. Ha quedado expuesta como nunca antes, ha sido acorralada, ha sido juzgada, ha puesto sobre el escenario de la lucha de clases formas de ejercicio de democracia directa.  Pero solo en la medida que los golpes demoledores de la clase obrera y el pueblo se manifiesten como un poder político organizado, desde las fábricas y en el seno de los barrios, desde las organizaciones propias de nuestro pueblo, desde la unidad por abajo frente al enemigo común. Desde la perspectiva de la lucha revolucionaria y un proyecto revolucionario, la quebradiza fortaleza de la burguesía quedara en condiciones de ser demolida. Su fortaleza depende pues de la acción política de la clase obrera y el pueblo organizados y de la tenacidad en el ejercicio revolucionario de cambiar desde el enfrentamiento este estado de cosas.

De la comprensión y necesidad de hacer real la construcción de una vida digna sin estos parásitos que viven a expensas de nuestro trabajo y nuestras vidas, de la potencia con que se corte de una vez por todas de este círculo, que sumerge la vida de millones a condiciones subhumanas.

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