Ayer habló Macri justificando las medidas de despidos masivos de estatales y, de paso, avaló al Ministro de Trabajo, Jorge Triaca quien tenía una empleada doméstica en negro. El mismo quien, supuestamente, tiene que decirles a los empresarios que blanqueen a su personal. Si no fuera un drama, esto movería a risa.
Algún asesor del gobierno, le acercó una “brillante” idea para intentar engañar al pueblo. La misma consiste en despedir a familiares de funcionarios para mostrar que el recorte también les llega a ellos.
Lo del tiro por la culata, en este caso, como en muchos otros, no es una metáfora. El mismo gobierno ha mostrado que todo lo que criticaba del gobierno anterior lo ha hecho impunemente respecto de los cargos políticos y puestos prebendarios. ¿Es que acaso se puede esperar alguna otra cosa de estos sátrapas del capital?
La sangría de personal que está haciendo el gobierno en el Estado no apunta a los miles de ñoquis progubernamentales, sino a trabajadores como el caso del SENASA y del INTI. Técnicos, ingenieros, trabajadores, científicos indispensables para la investigación, expulsados de sus trabajos bajo el humo del ahorro estatal. Para “cuidar y administrar bien los recursos que se recaudan de los impuestos que pagamos todos”, según la expresión gubernamental. En el caso del SENASA, se eliminan los inspectores de la sanidad animal que efectúan controles en cada industria cárnica, delegando a la propia empresa esa tarea, con lo cual dejan en manos de los inescrupulosos capitalistas monopolistas el autocontrol.
Una muestra de las consecuencias de decisiones como éstas que el gobierno toma permanentemente, es lo que hacen los “respetables” dueños de Volks Wagen en un país llamado serio por ellos mismos como Alemania, probando los gases de los vehículos en monos y humanos. Recuérdese que esta automotriz afronta un proceso judicial por el fraude de fabricar vehículos con dispositivos que falseaban la reducción en la emisión de gases y, para preparar su defensa, no dudan en aplicar ningún método por más antihumano que sea. Una muestra más, de cientos y miles de ejemplos de lo que pasa cuando esas empresas tienen vía libre para autocontrolarse.
Los recursos que recauda el Estado no configuran ningún fondo para beneficio de trabajadores y población en general. Son recursos que el gobierno recauda para que los organismos estatales los sumen a los fondos de capital disponibles para la burguesía monopolista.
Eso han hecho con los fondos de jubilación, obras sociales que, además, enriquecen a los burócratas que les sirven de policías, alcahuetes y fuerza de choque en las empresas contra los trabajadores, y con toda la plata que juntan con los impuestos y tarifas metiendo la mano en los cada vez más flacos bolsillos del pueblo.
Nada pertenece a los trabajadores, sólo su sueldo, que la familia transforma en comida, vestido, medio de movilidad, alquiler, o la compra de algún objeto, y en muy pocos caso, el pago para la compra de una vivienda. Todo lo demás es de ellos. El que llamamos nuestro país está hoy en sus manos y debemos recuperarlo.
Nos quitan inconstitucionalmente (violando la constitución que ellos mismos votaron y dicen defender), los fondos que nos pertenecen y sirven para nuestra jubilación y para la protección de nuestra salud. Someten al sostenimiento de sus ganancias toda la vida del país. La actual y la venidera.
Los despidos en el Estado y en las empresas privadas como por ejemplo ocurre a lo largo y ancho del país, como el caso resonante de los mineros de Río Turbio, no es que se hacen porque no hay producción. Todo lo contrario, se hacen para producir más a menor costo. Ellos mismos han reconocido que el PBI creció en el pasado año 2017 y se preparan para que este año crezca más.
¿Dónde están entonces los beneficios de una mayor producción para los trabajadores?
Las verdades dichas por Marx hace más de 150 años no pueden taparse. En el sistema capitalista, cada avance de la fuerza productiva que la propia superexplotación de los trabajadores ha generado, se vuelve en contra de los mismos provocando destrucción de dicha fuerza productiva, echando a muchos que pasan a engrosar el ejército de desocupados y reduciendo el ingreso de quienes quedan en sus trabajos.
Una contradicción insalvable sostenida por la burguesía monopolista y sus gobiernos de turno, que cada vez queda más clara y que con la unidad y organización de trabajadores y pueblo debemos enfrentar hasta darle fin.