“El país está en crisis y así no podemos avanzar en beneficio de la población”… Esta idea campea por todos los medios, y es motivo de análisis que generan sus correspondientes propuestas de solución que distintos “opinadores” le acercan al gobierno.
La pregunta es, ¿con lo que producimos actualmente es imposible que obtengamos un mayor nivel de vida? ¿Acaso no crecimos a “tasas chinas” durante el período de gobierno de los Kirchner sin que se hubiera producido un incremento en la calidad de vida del pueblo?
Mentira tras mentira, todos los argumentos de la burguesía, provengan de una u otra facción política, se enfilan convenientemente dispuestos para ser usados de a uno, de a dos o en racimos, para sostener lo insostenible.
Primero hay que aclarar que en 2017, a pesar de la mentada crisis, hubo crecimiento del PBI, lo cual no ha significado ningún mejoramiento en las condiciones de vida del pueblo. Todo lo contrario, empeoró.
Segundo, cuando el PBI crece, aumentan las ganancias y capitales de los dueños del PBI que no son ni los trabajadores ni la población laboriosa, a pesar de que son estos quienes lo generan.
Tercero, supongamos que el PBI no creciera, ¿acaso no bastan los 648.700 millones de dólares[1] que alcanzó el año 2016 para satisfacer las necesidades de 44 millones de argentinos, y disponer de una parte de esa cantidad para contingencias y otra para desarrollo o crecimiento?
¿Qué es lo que impide que ello ocurra?
Lo que impide que eso ocurra es el hecho de que toda la producción que generamos los trabajadores y el pueblo, está destinada a la obtención de mayores ganancias de quienes se apropian de la misma y nunca al mejoramiento de las condiciones de vida de la población. En tal caso, si esto ocurre para alguna capa social que no sea la burguesía monopolista, no es más que un efecto que obedece a la causa mencionada.
Este es el quid de la cuestión. Toda otra explicación basada en fórmulas complicadas y amañadas tales como déficits fiscales, balanzas comerciales y desequilibrios financieros, subas y bajas del dólar, porcentajes de tasas de interés, inflación, etc., no son más que tecnicismos y discusiones tendientes a menguar, ante los ojos y oídos de la población, los efectos de las leyes inexorables que las contradicciones del sistema capitalista genera y que se tornan cada vez más insoportables y por lo tanto insostenibles.
Cuando se habla de déficits fiscal se habla en realidad de que los recursos que junta el Estado a través del cobro de impuestos que pagan las mayorías laboriosas se gasta en beneficios para capital en vez de emplearse para cubrir necesidades sociales; cuando se habla de déficit en la balanza comercial, la referencia es que se ha vendido al exterior un valor inferior a lo que se ha comprado para que funcione el capital monopolista; cuando se habla de desequilibrios financieros es que se han solicitado préstamos para negocios capitalistas que luego pagará el pueblo mediante incrementos impositivos, superexplotación y caída de las condiciones de vida; cuando se habla de subas y bajas del dólar no es otra cosa que especulación financiera para la obtención de ganancias extraordinarias por parte del capital monopolista; lo mismo pasa con las subas o bajas de las tasas de interés; cuando se habla de inflación es que los precios aumentan en forma generalizada para achatar los salarios y así obtener mayores ganancias; y así podríamos seguir derribando mitos y expresiones que parecen muy complicadas pero que en realidad dan vuelta sobre una sola cosa: el PBI es de propiedad de los monopolios y ellos disponen del mismo para sus negocios que se hacen a costa de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo.
Romper esa situación es lo que nos hará dueños de todo lo que producimos, entonces los 648.700 millones de dólares que producimos por año, podrán ser destinados a la satisfacción de las necesidades de la población, quien destinará también una parte para contingencias y otra para crecimiento y desarrollo.
Haciendo una rápida cuenta tendríamos que la mitad de 648.700 millones de dólares divididos entre 44.000.000 de habitantes, daría una cantidad de 7.370 dólares al año para cada uno, lo cual representaría 614 dólares por mes por cada habitante. Considerando una familia tipo, es decir de 4 personas, cada familia contaría con 2.457 dólares mensuales, lo cual sería unos 49.000 pesos por mes.
Podríamos así, comenzar a vivir en forma digna con esos ingresos y la otra parte, 324.350 millones de dólares, destinarla para salud, educación y otros gastos sociales, contingencias y crecimiento. Y esto sería sólo el comienzo.
Para alcanzar esa meta hay que profundizar el camino de las luchas, la organización y la construcción de una fuerza popular capaz de imponer la voluntad de las mayorías –trabajadores y pueblo laborioso- quienes todo lo producimos, y no dejarlos gobernar ni un minuto en medio de la mentira, la imposición despótica de la miseria y privaciones, y el despilfarro de lo que producimos con nuestro esfuerzo.
[1] Dato del año 2016 proporcionado por el INDEC: $ 12.974.027 millones, convertidos a US$ a la paridad de US$ 1 = $ 20