“Nuestra revolución, encabezada por la clase productora, la clase proletaria, la clase sufriente en el capitalismo, es la clase más interesada en la historia de la humanidad de marchar por un verdadero camino de libertad para toda la población. Con esa libertad, y solamente con ella tendremos un futuro digno para el hombre.“ (XIV° Congreso del PRT)
La creación de parques y zonas industriales han sido (y son) una política de la burguesía para allanar el terreno de los grupos monopólicos en la solución de los problemas de infraestructura, rutas y autopistas, servicios y logística, la quita de impuestos municipales, provinciales y nacionales y hasta subsidiarles los salarios de los trabajadores; todo para garantizar, aún más , las súper ganancias de los grupos monopólicos.
Desde estos enclaves capitalistas la burguesía decide todo. Cuándo y a quiénes votaremos, las políticas que llevarán adelante los gobiernos, quiénes serán los ministros, cuál será nuestro salario y hasta qué modelo de celular tendremos que comprarnos…
La pregunta inmediata es ¿cómo empezar a terminar con todo esto?. Y el futuro, justamente, está en la clase que alberga las entrañas de esos centros industriales. Allí, centenares de miles de trabajadores de distintas ramas de la producción nos encontramos con nuestros iguales, compartiendo tanto las calamidades como necesidades y aspiraciones. Allí se nos presenta la posibilidad de identificarnos como semejantes, como hombres que organizados podemos erigirnos como clase que dispute la dominación y el poder a la oligarquía monopolista y libere a todo el pueblo trabajador.
El problema es que aún arrastramos las limitaciones que nos imponen las cuatro paredes que rodean cada fábrica, aún predomina la visión sindical «a secas» de la solución de nuestros problemas económicos y políticos.
Porque en el marco de una tremenda crisis política de la burguesía, donde todo se cuestiona y ninguna de sus propuestas es aceptadas, se nos presenta la oportunidad política de unir a la clase y a esta con el pueblo trabajador, en torno al proyecto revolucionario de la clase obrera, para cambiar la calidad del enfrentamiento y dar un salto en la lucha de clases a nivel nacional.
La clase obrera tiene la fuerza capaz de llenar ese vacío, esa sensación que actualmente predomina en el pueblo. Esto ya no va más, algo hay que hacer, pero el pueblo sabe que le falta algo, que falta el actor que ordene la escena y complete los huecos de escenario.
La necesidad de la aparición política de la clase obrera es una responsabilidad de los revolucionarios y sobre eso tenemos que seguir batallando sin descaso.
Superar las limitaciones propias que nos impone la lucha reivindicativa, posicionarnos frente a cada hecho político que afecte a la clase y al pueblo, propagandizar con toda iniciativa las ideas revolucionarias, definir acciones con compañeros cercanos y de otras fábricas también, construir verdaderas organizaciones de base, comités de dirección en el enfrenamiento contra la burguesía, en el terreno político y reivindicativo.
Transitamos una época en donde la clase obrera asimila que este proyecto burgués sólo puede cerrar si el salario se mantiene en el plano de la indignidad del hombre. Y eso hoy les corre en contra.
La lucha de clases se expresa, sobre todo con más claridad, en las nuevas generaciones proletarias, donde ya se manejan valores en un plano de acumulación de la lucha, capaces de sostener como clase un contexto de protesta permanente.