Podríamos comenzar diciendo que esta película ya la hemos visto y que ya conocemos el final. Sin embargo, la situación actual tiene particularidades que hacen que la actual política de endeudamiento sea insostenible, con las consecuencias negativas que traerá para todo el pueblo argentino, más no así para la burguesía monopolista que la pone en práctica. Y como consecuencia de ello, todas las demás políticas de ajuste que implementa este gobierno que está provocando un aceleramiento sensible de las ya castigadas condiciones de vida de las amplias masas.
El mecanismo funciona así: el gobierno toma deuda en dólares en el exterior; esos dólares los convierte en pesos para pagar los gastos del Estado y esos dólares entran a las reservas del Banco Central. Al mismo tiempo, por los pesos que salen al mercado el Central emite Lebacs y otros bonos con tasas mayores a la de la inflación. Los tomadores de esos bonos, en muchos casos, son los mismos que le prestan dólares al gobierno; por lo tanto, estos capitales ganan los intereses de las Lebacs y, con esa ganancia, compran los dólares que el Banco Central tiene como reservas. Pero hete aquí que luego el Estado argentino les pagará a esos mismos capitalistas los intereses por los dólares prestados al inicio.
Por esto, decir que el Banco Central rifó más de cuatro mil millones de dólares en lo que va del año para “sostener” el precio del dólar, es falso. A esa cifra hay que agregarle cuánto más deberá pagar por los intereses de los dólares que vendió cuando operen los vencimientos de deuda; y cuánto más pagará ahora cuando, luego de entregar esos cuatro mil millones de dólares, sube las tasas a más del 30%. Porque repetimos: los que prestan dólares y los que compran Lebacs son los mismos capitales que, como en ningún otro lugar del mundo, cobran por dos ventanillas.
Si bien esto que aquí se plantea son muy pocos los que lo dicen de esta forma, la semana que pasó (mientras se producía la corrida cambiaria) se conoció un documento del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), una asociación que reúne a los bancos, aseguradoras y fondos de inversión más grandes del mundo. Allí están reunidos muchos de los que están sacando beneficios de lo que describimos más arriba. Pero sin embargo, mientras aprovechan las pingües ganancias que les ofrece el gobierno de Macri, advierten que «Si desacelera el ajuste fiscal debido al año electoral, los niveles de deuda pública quedaran afectados críticamente y tenderán a incrementarse»; por lo que auguran «un escenario negativo de continuidad del rojo fiscal que ocasionará una suba del dólar y de las tasas de interés».
En otras palabras, están diciendo: ¡Cuidado! Les seguiremos prestando siempre y cuando tengamos la garantía de poder cobrarles, por lo tanto, aceleren las reformas que necesitan los capitales monopolistas.
De allí la intransigencia del gobierno macrista respecto del tema tarifas y, ahora sobre llovido mojado, el envío al parlamento de parte de la reforma laboral, cuyo uno de los puntos centrales en esta etapa es el abaratamiento de las indemnizaciones por despidos, una demanda histórica de la burguesía monopolista.
Esta situación, como decimos en el título de esta nota, nos lleva a una crisis irreversible. Porque las políticas del gobierno nacional y los gobiernos provinciales es que los trabajadores y el pueblo hagamos el sacrificio. Y vaya si lo estamos haciendo.
Pero algo ha cambiado en el estado de ánimo y de movilización de las masas. Además de la reacción contra estos embates que complican aun más la vida cotidiana de millones de compatriotas, lo que ha cambiado es que grandes sectores del pueblo argentino comienzan a concluir que el gobierno no tiene la capacidad de resolver los problemas que dijo que venía a resolver. O que si la tiene, es porque ataca abiertamente las condiciones de vida y de trabajo de millones. Y eso, este pueblo no lo tolera.
De allí que, más allá de los malabares que intentan los medios y periodistas afines por desviar la atención o explicar lo inexplicable, el gran Talón de Aquiles del plan económico de Macri es que el movimiento de masas le ha “picado el boleto”, como popularmente se dice, y comienza a vislumbrar las intenciones de fondo de dicho plan: que la crisis de ellos la paguemos los de siempre.
Como en otras etapas de la historia reciente y no tanto, dos locomotoras transitan por una misma vía pero en dirección contraria. El choque es ineludible. Así lo entendemos y así también lo entienden los mandantes burgueses que recomiendan a sus mandaderos políticos “prudencia” y “responsabilidad”; “aceptar las decisiones tomadas” y por lo tanto trabajar en conjunto para que el plan en marcha llegue a buen puerto, en un intento desesperado por cerrar filas en torno al plan del gobierno.
Pero la otra locomotora también comienza a comprender que se necesita unificar acciones y propuestas de lucha que enfrenten con una sólida unidad, masiva y desde abajo, el plan que intentan consolidar los de arriba. Los revolucionarios debemos orientar toda nuestra inteligencia y nuestros esfuerzos a que esa locomotora gane en solidez y fortaleza para que, cuando se produzca el inevitable choque, tengamos la capacidad de frenar sus políticas y avanzar en la consolidación de un proyecto político revolucionario que confronte abiertamente contra la burguesía monopolista, en ésta y en todas sus variantes.