Un salvavidas de plomo…

No por sabido o conocidos, algunos acontecimientos que ocurren en nuestro país no dejan de sorprender por su “honestidad brutal” y por la degradación política que expresan, en el marco de una crisis política cada vez más profunda y que sitúa a la burguesía en caída libre.

En esa línea podrían circunscribirse las declaraciones de Vidal, gobernadora de la Pcia. de Buenos Aires, cuando en el día de ayer -y desde el primer piso del Hotel Sheraton, durante un almuerzo organizado por el Rotary Club- señalaba que “sobran universidades porque nadie que nace pobre puede llegar a ella”… Toda una definición, si se quiere, de cuál es la esencia de la clase que nos gobierna.

En la misma línea puede incluirse el anuncio que hoy a la mañana realizara Marcos Peña, jefe de Gabinete de Macri, cuando hacía público lo que se decía a voces: “el gobierno ya vetó la ley” que moderaba los tarifazos en los servicios: apenas horas fue lo que demoró el Gobierno en dejarla sin efecto. El anuncio hecho por Peña denota el pobre intento que el costo no recaiga en el presidente, como si todos los que estamos de este lado de la pantalla nos chupáramos el dedo.

La ley se votó de madrugada en el Senado, por 37 votos a favor y 30 en contra, en donde el gobierno queda golpeado nuevamente y la “oposición” desnuda, obligada a asumir una posición de “confrontación” debido al tremendo descontento que en la población ha generado el ajuste, y en particular, el aumento impagable de las tarifas.

Las acusaciones cruzadas y las menciones a la herencia recibida decoraron por horas y horas un Parlamento burgués putrefacto en donde sus actores están más preocupados por la campaña electoral que se viene que por la vida y la subsistencia de millones de trabajadores y sus familias. De hecho, muchos de los que anoche se “opusieron” disfrazados de “populares”, vienen aportando los votos necesarios para aprobar múltiples proyectos, entre ellos el Presupuesto 2018 y la llamada reforma previsional.

Pero lo esencial en lo político es que los “campeones de la democracia”, los “hacedores de lo nuevo”, los elegidos por lo más concentrado del poder en la Argentina para llevar el barco de los grandes negocios y mejores ganancias a buen puerto, se ven obligados a hacer uso de un mecanismo que –si bien está contemplado en sus propias las leyes burguesas- es absolutamente rechazado por la mayoría de la población: nueve de cada 10 argentinos (el 90% de la población) se han pronunciado en contra del veto… un nuevo “costo político” –dirán los analistas- que en el contexto actual es en realidad un salvavidas de plomo.

Está claro que el tarifazo vetado se sumará a la creciente inflación y continuará empeorando las condiciones de vida de la población. Significará que las subas siderales de los últimos meses sigan cayendo sobre la maltrecha economía de las mayorías populares. Facturas de tres o cuatro mil pesos llegarán a trabajadores que cobran cerca de diez mil.

La decisión de vetar la Ley– dentro de los parámetros de la democracia representativa burguesa- es un mecanismo totalmente antidemocrático de este sistema, que en realidad le otorga al presidente “poderes supremos” que lo coloca en cualquier instancia por encima de una votación en el Parlamento. Si “los representantes del pueblo” deciden algo que va en contra de los intereses que defiende mi gobierno, lo veto.

La democracia burguesa y todo un paradigma: la institucionalidad que tanto reclaman los negocios tirada a la basura por ellos mismos; la democracia sagrada que tanto dicen que necesitamos, expresándose como un mecanismo totalmente autoritario. Al pan, pan y al vino, vino, dirían nuestras abuelas…

Los burgueses adoradores del republicanismo sólo lo ejercen cuando les conviene. Lo que manda es el capital y esta situación lo expresa cabalmente.

Como expresa también que, el avance de la burguesía sobre los derechos políticos del pueblo trabajador  y el creciente autoritarismo a su mano, no es otra cosa que el rumbo político trazado para intentar garantizar como sea sus planes.

A la luz de todo esto, de una democracia  envenenada y de falsedad absoluta, el camino que debemos transitar las amplias mayorías laboriosas de nuestro país es el único que nos está dando y nos dará alguna satisfacción: el de la organización desde las bases, por fuera de toda institucionalidad burguesa, cuando la metodología de la autoconvocatoria y la democracia directa desde las asambleas, nos convierten en verdaderos protagonistas de nuestro destino. No son palabras, tenemos una tarea concreta: organizar la protesta en los barrios.

Podemos hacer retroceder el tarifazo y cualquier medida antipopular de este gobierno. No olvidemos que lejos de estar fuertes, ellos están cada vez están peor; navegan en una crisis política que los golpea y los hunde. Pongamos en el horizonte toda nuestra energía en seguir construyendo el proyecto revolucionario que eche por tierra toda esta indignidad.

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