El Consejo del Salario es una institución de la burguesía para profundizar y sostener la chatura salarial. Este organismo -que se reúne nuevamente el próximo miércoles 8- está conformado por las cámaras empresariales, el Ministerio de Trabajo y las mal llamadas representaciones sindicales… Es decir, la santa alianza al servicio de los intereses monopolistas.
Como toda institución del Estado actual, es un órgano al servicio del capital monopolista. Por ello mismo no es sólo un órgano económico que le pone precio irrisorio al salario sino, que es la expresión política de la decisión del capital monopolista -en la voz de sus representantes- de profundizar la chatura salarial a un mínimo indispensable, para constituirse en referencia de las negociaciones salariales futuras.
En este cónclave se fija la pauta salarial mínima que deben percibir los trabajadores y que la burguesía denomina salario Mínimo, Vital y Móvil; que según la Ley de Contrato de trabajo «es la remuneración mínima que un trabajador debería recibir para asegurarse para sí y su familia una vivienda digna, alimentación adecuada, salud, educación, indumentaria, transporte, esparcimiento, vacaciones y previsión social«.
Si la distancia de un salario de $20.000 -que es el promedio de la canasta alimentaria para una familia, según los estudios estadísticos de diversas entidades- está lejos de la definición de esta ley, ni hablemos de cuanto más lejos está el salario mínimo vital y móvil actual, que es de 10.000 pesos y que supone ser el soporte sobre el cual la ley descansa.
Sin embargo, la devaluación, la inflación y el ajuste promovidos desde los monopolios operan tan violentamente contra el salario que por más que ese Consejo pretenda aumentar un 25% este salario mínimo, o las cúpulas sindicales abrochen un 30% o un 50 %, está más que claro que dichos aumentos ni por lejos cubren las necesidades que la ley de contrato de trabajo expresa en su artículo.
Esta más que claro que la política de achatar los salarios se ha constituido en el abrevadero donde los lacayos de los monopolios hacen su ranchada, en función de abaratar los salarios como lo han demostrado en las paritarias.
Es indudable que la burguesía monopolista en función de la concentración, la ganancia y la explotación, ha avasallado a lo largo de las últimas décadas sus propias leyes laborales. O, mejor dicho, aquellas que fueron el resorte para sostener el propio régimen, hoy son una traba.
Pues, al vulnerar la ley de Contrato de Trabajo desde las políticas de reducción salarial, insta a la proletarización de la familia, al incorporarlos prácticamente al trabajo asalariado para sostener aquellas premisas que la ley tiene en su letra. De hecho, la familia ya no puede sostenerse con el salario de uno solo de sus miembros. La ampliación de esta base proletaria insta a la propia familia a profundizar la lucha de clases frente a las condiciones de explotación y frente al oprobio que ellas significan. De allí la masividad que va adquiriendo la lucha de las masas en las barriadas, de allí la amplitud de las demandas y reivindicaciones políticas, de allí el protagonismo cada día más evidente de la mujer.
Esto también lo sabe la burguesía monopolista que sin ningún empacho saca a relucir la afirmación que dos salarios mínimos vitales y móviles en una familia conforman la canasta básica y un poco más también, con lo cual se estaría en condiciones de cubrir las premisas de la Ley de Contrato de Trabajo como si la canasta básica representara la cifra de un salario digno y no apenas la suma suficiente para subsistir. Como si las condiciones alienantes del trabajo al que estamos sometidos fueran una realidad inexistente y como si fuésemos humanamente dichosos por vernos agobiados y abrumados por el cansancio que pesa en las espaldas de los trabajadores.
Resulta poco más que inconsistente que las cúpulas sindicales, los abogados laboralistas, etc., desgañiten sus gargantas y sus plumas en defensa de la letra de la ley de Contrato de Trabajo a sabiendas que de hecho expresa una realidad que no es.
A no ser que este Consejo del Salario se constituya como una tribuna para hacer campaña electoral y aparecer como paladines de un nuevo engaño.
En la misma proporción que el macrismo comete los desaciertos más inverosímiles como, por ejemplo, sacar a relucir un salario mínimo totalmente inconsistente en una situación aberrante y día a día más explosiva, también lo hacen los que pretenden montarse en estas inconsistencias desde el malabarismo electoral, subestimando a nuestro pueblo y pretendiendo hacer creer que hay una vuelta atrás al capitalismo bueno, como si en realidad en algún momento hubiera existido.
No señores, el oportunismo del que hacen gala está en el banquillo de los acusados. La propia lucha de las masas lo está juzgando. El cambiar algo para que nada cambie es vuestra inconsistencia.