La votación en el Senado ocurrida hoy por la madrugada, es una verdadera fotografía de lo que sucede en otros ámbitos de la vida política, social, económica y cultural en nuestro país.
Por un lado los “representantes”, en este caso los “señores” senadores con minúsculas y por otro, en los barrios, en la plazas, en las escuelas, universidades, etc. los millones que se movilizaron y organizaron para ir por lo suyo: La legalización del aborto, libre y gratuito.
No se puede tapar el sol con una sola mano.
Un recinto de inmundicias “representativas” no podrá frenar esta aspiración profundamente democrática en un sistema capitalista que castiga hasta su propio “sentido común”. Tan reaccionaria postura de éstos “hombrecillos y mujercillas” exacerba y exacerbará futuras batallas políticas e ideológicas. No puede volverse atrás una historia escrita de progreso y mucho menos esa marea verde que seguirá extendiéndose como aceite en el mar.
Hay enseñanzas que hay que sacar de ésta gesta de millones. Son muchas las experiencias realizadas en el abajo, en lo más profundo de nuestra sociedad, los días irán pasando y el debate sobre este tema enervará posturas que pujan por cambios. Habrá que tomar un respiro, es cierto, pero cargado de futuro y esperanza.
Sin embargo el agobio que estamos viviendo en la vida cotidiana no se detendrá y con él la movilización, la protesta, el mal humor irán creciendo. El movimiento generado no está por fuera de esta situación, es más, ha aportado un granito más de arena para que el conjunto de la población haya experimentado por cuenta propia el papel reaccionario de los “representantes” y del parlamento, actuando a cara descubierta contra los intereses más sentidos de generaciones que han comenzado a abrir las puertas para una verdadera democracia instalada embrionariamente en ésta sociedad.
Nada termina con el voto de un recinto vacío de humanidad.
Ayer nadie se acordó de los diputados cuando dieron el sí. El pueblo no delegó, tomó cartas en el asunto y se movilizó por dos meses hasta llegar a la jornada de este miércoles, en una imponente manifestación democrática, muy lejos y a contrapelo de una “democracia” adecuada a los intereses más concentrados que disputan el Estado y sus caducas instituciones.
La marea verde contagiará a toda la sociedad porque la calle es la que contagia, la calle es escuela y es conquista, la calle enseña de sinsabores e injusticias, se aprende y se asimila a conocer al verdadero enemigo de nuestro pueblo.
Es mucho lo acumulado en organización. No importa si aún todo ello no tenga un rumbo político claro, pero en la sociedad se está amasando lo nuevo y los brotes están creciendo a pesar del “furor” antidemocrático del gobierno y de la clase dominante.
De lo producido ayer nada se perderá, solo habrá un respiro, una preparación de nuevas fuerzas que se expresará en esta reivindicación y a la vez, en cada acto de injusticia que se ejerza contra nuestro pueblo.