En momentos como los que estamos viviendo, la clase dominante tiene la especial “habilidad” de transmitir la idea que nos va como nos, va porque “somos un país pobre”… por eso necesitamos endeudarnos, hacer los que nos dicen “de afuera”, etc., etc.
Sin embargo, los que aquí vivimos sabemos que nuestro país posee enormes recursos; lo que debemos asimilar es que debido al modo de producción capitalista, son muy pocos los que se benefician. Es común escuchar hablar sobre “las riquezas de nuestra Patria”, y no tan común es conocer qué y cuánto es lo que se produce con el trabajo de millones, ese trabajo del que se apropian un puñado de monopolios.
En la Argentina se producen maíz, soja, trigo, girasol, leche, frutas y hortalizas, uva, y todos los productos alimenticios derivados de esas materias primas; carne vacuna, porcina, aves y pescados; petróleo crudo, gas, naftas, biodiésel, gasolinas y fuel oil; minerales como oro, plata, cobre y molibdeno; productos químicos y agroquímicos; acero, aluminio, pasta de celulosa y papel; autos, camiones, camionetas, maquinaria agrícola, autopartes, vehículos de navegación aérea y marítima; pieles y cueros; textiles y confecciones; plástico, vidrios y envases de esos materiales; maquinarias y diversos aparatos electrónicos.
Casi no existe sector productivo que no esté explotado. Los recursos naturales de nuestro país ofrecen las materas primas esenciales y necesarias para la satisfacción plena de nuestra sociedad. Sin embargo, que estén explotados no significa que estén desarrollados en plenitud.
Porque la razón de ser del modo de producción capitalista es la ganancia y no la satisfacción de las necesidades del ser humano, se determina lo que se produce o no, cuánto y de qué forma, de acuerdo a los intereses mezquinos de la renta capitalista y en medio de la anarquía propia de un sistema depredador del Hombre y la Naturaleza.
Es por eso que los alimentos no “alcanzan” para todos nuestros habitantes mientras son vendidos al mundo; se producen cantidades exorbitantes de productos que no hacen falta y los que sí son indispensables no se producen en la misma proporción. O peor aún: tener que importar productos o insumos que se producen en la Argentina, como es el caso del gas y las naftas, por ejemplo. El patrón productivo del capitalismo desemboca en un consumismo insostenible y muchas veces hasta absurdo, lo que lleva al mal uso y el derroche de importantísimas fuerzas productivas.
Nunca debemos olvidar que para llegar a todo eso que se produce, no alcanza con contar con los recursos naturales. Para ello se necesitó de la incorporación del trabajo humano para transformar esos recursos. Esto es lo que la burguesía oculta sistemáticamente, haciéndonos creer que son sus “inversiones” las que crean las riquezas. Por el contrario, las riquezas están porque existen y es el trabajo del Hombre el que las convierte en productos agregándoles valor.
Si producimos la gran mayoría de las cosas que consumimos y, además, exportamos al mundo, es porque millones, día tras día, convertimos los recursos naturales en mercaderías y bienes. Y contamos con una ventaja adicional: el desarrollo industrial que alcanzó la Argentina trajo aparejado el desarrollo de la calidad productiva de nuestros trabajadores, reconocida por la propia burguesía, al mismo tiempo que un desarrollo científico técnico que es apreciado a nivel mundial.
Estamos hablando de experiencia, capacidades y potencialidades enormes con las que contamos y que serán importantísimas en la construcción de ese nuevo orden social y productivo nos merecemos, el que ponga al ser humano como prioridad.
Otra gran mentira es que si los capitales “se van” no se puede explotar la riqueza. Es exactamente al revés: los capitalistas se apropian de la riqueza no porque ellos la generen, sino porque se valen del trabajo ajeno para conseguirlas. Si tenemos y producimos para que ellos ganen cada vez más, ¡cómo no vamos a poder producir y utilizar los recursos para que el beneficio sea administrado y disfrutado por las mayorías que son las que producen!
Ese es el gran problema al que debemos darle solución, como paso indispensable para disfrutar, material y espiritualmente, de las riquezas que nuestro país posee.
Si tantas crisis ha soportado la Argentina y de tantas se ha recuperado, ha sido a costa del empobrecimiento progresivo de la población trabajadora, como nuevamente ocurre hoy. Ese proceso no se detendrá mientras la burguesía monopolista siga en el poder. La pobreza la ha generado y la seguirá generando el capitalismo.