UNA DECISIÓN POLÍTICA EN MANOS DE LA CLASE OBRERA INDUSTRIAL
Nos encontramos en un momento político de la lucha de clases donde la complejidad de la situación hace que se expresen una multiplicidad de contradicciones, tanto en el campo de la burguesía monopolista, como también en el campo del pueblo.
Es decir sería absurdo no reconocer que existe una confrontación inter-monopólica por el proceso de concentración económica que hace de la economía capitalista en el mundo en general y en nuestro país en particular que se exprese cada vez mas anárquica, donde sus disputas económicas se van a ver reflejadas en sus disputas políticas, pero a pesar de todas estas confrontaciones entre ellos, sí tienen un punto que los unifica como clase, que es el claro objetivo de planchar la masa salarial, es decir cada vez mayor súper explotación a la clase obrera y trabajadores en general. Hecho que lo van hacer bajo las más diversas variantes de acuerdo al ritmo que les impone la lucha y rebeldía de la clase obrera y el pueblo, es decir de cómo se recalienta el horno del pueblo es donde van a tener más o menos dificultades y complejidades para implementar tal reducción de la masa salarial. Por ello aparecen (sin pretender ser tan lineales), procesos inflacionarios, devaluaciones, intentos de reformas de leyes laborales que cercenan derechos adquiridos, timba financieras, endeudamiento externo, déficit fiscal, etc., lo que ellos le llaman propagandísticamente crisis.
Pero tales vaivenes van acompañados de toda su maquinaria ideologizante a través de los medios, fuerzas políticas y sindicales y demás formas de organizaciones aparentemente de carácter popular pero que están a su entero servicio, con el fin de desvirtuar, confundir y desalentar todo tipo de salida independiente; así por ejemplo con el verso de “la fiesta”, o que vengan las inversiones, o el achique del Estado porque da pérdidas y son todos vagos, implementan despidos masivos, propagandizándolos, con el objetivo expreso de paralizar todo tipo de reclamo salarial, pero no ya solo en el Estado, sino en la gran industria para lograr extraer una mayor masa de plusvalía, el esencial objetivo que se plantea la burguesía monopolista.
Ahí está la real disputa coyuntural, por un lado sus objetivos de reducir la masa salarial en nuestro país a niveles de África y el resto de los países “industrializados” de América Latina, donde si bien dieron un importante avance, no lo lograron como pretendían pero que ya en si ha colocado al salario en situaciones inaceptables que lo único que aportan es más hambre y miseria; por ejemplo a principios del mes pasado se reunió el Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario y subirán el mínimo vital y móvil un mísero 25% hasta junio de 2019, lo cual hace que el salario mínimo vital y móvil esté en el mes de setiembre a tan solo 10.700 pesos, lo que implica un valor de la canasta familiar tan solo del 30,60 %, si tomamos en cuenta que la misma supera los 35.000 pesos. Pero a lo cual tendríamos que aclarar que muchísimos trabajadores ni siquiera alcanzan a percibir (por variadas formas, trabajo en negro, trabajo informal, convenios que no se corresponden con el rubro especifico, etc.) el salario mínimo y si bien es cierto que hay sectores de la industria que si están con salarios que alcanzan a superar el salario mínimo, en 20 millones de trabajadores que tiene nuestro país, la cuenta que hacen los burgueses es la división de todos los asalariados y de ahí fijan el salario mínimo para planchar para abajo la totalidad de los salarios.
Pero la devaluación , un mero juego especulativo, inmediatamente se trasladó a los precios y ahí el golpe al bolsillo fue tremendo, es decir todo aumentó de acuerdo al valor del dólar menos los salarios, y las grandes industrias monopolistas están haciendo fabulosos negocios, pero tanto en el mercado interno donde los precios se actualizaron como decíamos al dólar, más las exportaciones que se hacen a valor dólar convierten a nuestro país en el país de la vaca lechera para la burguesía monopolista , con una salvedad, la cuestión política que como se sabe es la que condiciona a la economía y en ese terreno nada cierra, pues la disposición al enfrentamiento está en acenso y ahí es donde arranca un nuevo raund donde la clase obrera industrial fundamentalmente tiene la palabra, y decimos industrial, porque en este momento las empresas monopolistas, como la siderurgia, la industria automotriz y autopartista, neumáticos , aceiteras, así como energía y petroleras están produciendo a toda su capacidad amasando tremendas ganancias.
Por eso es imprescindible redoblar la apuesta en el reclamo salarial, y no se trata aquí de cláusulas gatillos o re-discusiones salariales o pedir que se reabran las paritarias truchas desde las cúpulas sindicales, de lo que se trata es de entablar la lucha por los reclamos salariales desde las empresas, están dadas todas las condiciones, ellos necesitan producir y siempre se vanaglorian que cuando hay crisis es cuando se abren las puertas de los grandes negocios, y esto es una guerra de clases donde el talón de Aquiles de los monopolios es cuando se les para la producción. Por eso es determinante, diríamos un problema político, ir con una demanda que supere el 40 % que es el nivel inflacionario de este año siendo generosos.
Contra todos los pronósticos de lo que se diga, de lo que se piense desde la burguesía y sus satélites sindicales romperles hoy el techo salarial que nos han impuesto, es poner los planes de estas políticas nefastas contra un arco, lo cual pondrá una luz al final del túnel para condicionar los planes de los monopolios y pondrá más en evidencia aún a donde están los enemigos de la clase obrera y el pueblo.