Semanas pasadas, cuando el gobierno de Macri pidió auxilio financiero al FMI por segunda vez, los medios promocionaron una comunicación entre Macri y Trump. Consiguientemente, trascendió que si los fondos del FMI no alcanzaran el propio Tesoro norteamericano desembolsaría los dólares faltantes.
Pero en el día de ayer se conoció que un asesor de Trump declaró en la TV de aquel país: “La posibilidad de una nueva convertibilidad está muy cerca y que el gobierno está trabajando activamente en ello… El Tesoro está profundamente involucrado… Eso funcionó en los 90; es lo que necesitan hacer y la gente del Departamento del Tesoro está en eso».
Como siempre decimos en nuestros medios de propaganda las noticias que los medios burgueses difunden, además de mentir y/u ocultar información, tienen clara intencionalidad política y económica. Que un asesor de Trump haga estas declaraciones es parte de la feroz lucha intermonopolista que ocurre en el mundo y que se replica en cada país. En este caso enla Argentina.
Si un sector de la oligarquía financiera está maquinando cambios en la economía argentina que tienen que ver con repetir una convertibilidad como la de los 90, o directamente una dolarización total, significa dos cosas: la confirmación de que las decisiones fundamentales no las toma el gobierno argentino, sino que están atadas a los intereses de sectores del imperialismo mundial; y que esas decisiones forman parte de cómo cada sector de la oligarquía financiera trabaja y opera para encontrar “soluciones” que respondan a sus intereses más inmediatos y a pasar a tener una posición dominante en relación a sectores de su misma clase.
La convertibilidad de los 90 no fue una simple decisión de política monetaria, como dicen los economistas burgueses. Fue la adecuación de la estructura del capitalismo argentino a las demandas del capital financiero mundial y significó un grado de centralización y concentración de capitales fenomenal. Eso en el plano de los intereses burgueses monopolistas. En el plano de los intereses de la clase obrera y el pueblo fue una época en la que millones de compatriotas sufrieron el aumento de la explotación, la opresión y la marginación.
Como dijimos desde la asunción del gobierno de Macri, este gobierno tiene la misión de reestructurar la economía argentina y su base productiva a los fines de seguir adecuándola a las necesidades del gran capital. En ese camino, no pocos obstáculos políticos ha encontrado la burguesía monopolista para llevarlo a cabo. A pesar de que siguen adelante con sus iniciativas en ese sentido (con el consiguiente aumento de las penurias de nuestro pueblo), el margen de acción política que hoy tiene la clase dominante es muy distinto al de los 90. Ellos podrán tomar las medidas económicas que el sector monopolista más fuerte pueda imponerle a los más débiles, pero si piensan que la sociedad argentina verá con expectativa tales medidas están haciendo un análisis incorrecto de la realidad política de nuestro país y del estado de la lucha de clases.
La inestabilidad y la crisis política no se resuelven solamente con medidas económicas; hay que generar expectativas políticas en capas muy amplias de la población y eso es un obstáculo que marca una gran diferencia entre estas épocas y las actuales. No debemos confundirnos: Que la burguesía tome iniciativas políticas (que siempre tomará como clase dominante) no implica que las mismas cuenten con el aval político de las mayorías populares.
Por último, otra de las cosas que se confirman con estos trascendidos es que la burguesía monopolista tiene muy poco nuevo para ofrecer que no sea mayor sometimiento y explotación de la sociedad, y que cobra cada vez más importancia y necesidad que la clase obrera le presente un proyecto de cambio y de futuro a las mayorías populares.