Detrás de las medidas acordadas con el FMI, el gobierno nacional presentó en el parlamento el presupuesto para 2019. El mismo ratifica el voluntarismo extremo del macrismo al proyectar una dólar a $ 40,10 (cuando hoy ya está 40,30), entre otras previsiones fantasiosas. Dicho voluntarismo es la ratificación de que las cuentas públicas deben ir al ritmo de las exigencias del gran capital. Y cuando decimos gran capital no nos referimos sólo al FMI, que en definitiva es un prestamista de última instancia y actúa con criterios políticos más que económicos. El gran cancerbero es el conglomerado de fondos y bancos de inversión que son los poseedores de la deuda argentina, y a los cuales se les busca garantizar un presupuesto a medida del cumplimiento con los pagos y vencimientos por venir.
En efecto, el presupuesto del “déficit cero” propone una reducción del déficit fiscal de $ 358.000 millones. Mientras ese “ahorro” tendrá que ser solventado por los trabajadores y el pueblo, en intereses de deuda se pasará de pagar $ 398.000 a $ 593.000; es decir que más del 50% de la baja del déficit que se propone es para garantizar el cumplimiento de la deuda. Deuda que a finales de 2018 significará un 87% del PBI.
Ante este escenario, las previsiones en cuanto a actividad económica y el consumo son a la baja lo que ratifica que el gobierno de los monopolios se propone agudizar el ajuste y agravar las consecuencias del mismo.
No asombra que el presupuesto responda a los intereses y demandas del capital concentrado y apunte a un nuevo ciclo de centralización y concentración de capitales. Esto va en consonancia con las demandas del capital monopolista en el mundo, y en particular en nuestro país, para seguir impulsando los salarios a la baja al mismo tiempo que la burguesía monopolista se apropia de la mayor cuota de plusvalía social posible.
Esto traerá sin lugar a dudas un recalentamiento de la lucha de clases. Y si bien muchos sectores políticos coinciden en esta afirmación, las visiones muchas veces suelen ser tremendistas, de que nada se puede hacer para parar esto que no sea prepararse para las elecciones de 2019. Y como correlato de esa visión las políticas que se llevan adelante terminan en intentos de desmovilización, o de movilizar en función de los intereses electoralistas.
En el mientras tanto, nuestra clase obrera y nuestro pueblo no cejan en importantes luchas y movilizaciones masivas en contra de los efectos de las políticas de los monopolios y sus gobiernos. Aun cuando esas experiencias todavía se dan en un marco de dispersión y de insuficientes niveles de unidad política, las mismas se hacen sentir y hacen mella a las iniciativas del gobierno.
Si bien es cierto que el efecto de las políticas anti obreras y anti populares han determinado un marcado deterioro de las condiciones de vida de amplios sectores de la sociedad, no es menos cierto que la lucha y la movilización condicionan en todo momento los pasos de la burguesía monopolista. Los planes de ajuste que la clase dominante necesita y estaría dispuesta a llevar a cabo serían mucho más agudos de no mediar la influencia innegable de la lucha de clases.
Esta situación debe estar clara para las fuerzas revolucionarias y esta visión debe ser llevada al seno del movimiento de masas, que muchas veces conquista o frena o hace retroceder iniciativas del poder y no toma conciencia de esos logros. Esa es tarea de los revolucionarios. Llevar el análisis de la situación general para que las luchas no sean frenadas ante una supuesta “fortaleza” de los de arriba, y para que al mismo tiempo esas luchas se vean como parte de todo un torrente que se mueve por abajo y que, una vez más lo afirmamos, condiciona permanentemente la gobernabilidad de la burguesía.
En la medida que esta visión del proceso sea llevada a las masas que luchan también se allanarán los caminos para la construcción de una herramienta política independiente en poder de los trabajadores y el pueblo, ya que las masas populares confiarán cada vez más en sus fuerzas, en su organización y en que el enfrentamiento que se lleva adelante en cada lugar es parte de un movimiento general.