La “renuncia” de Caputo no es más que una profundización de la crisis política

Es sabido que el FMI representa a un sector de la oligarquía financiera, pero los capitales mundiales tienen entre sí disputas permanentes por los enormes negocios que pueden hacer en países o regiones en los que la debilidad política de sus Estados les presentan terrenos sumamente fértiles para la especulación como viene ocurriendo con Argentina.

Los préstamos que el FMI ha dado a nuestro país no han sido más que bocados sumamente jugosos para fondos de inversión, bancos y otros capitales financieros que se apropiaron de los dólares que supuestamente venían en ayuda para el Estado. El FMI es así un instrumento de transferencia de deuda a esos capitales financieros y entrega de millones de dólares a los mismos a un costo bajísimo, vía el Estado y, a la vez, herramienta de enorme baja salarial y de ingresos populares, que es lo que el gobierno pretendía.

En la disputa por los millones de dólares, como siempre ocurre, hay vencedores y vencidos, algunos se adueñan de mucho y otros, de poco o nada. En suma el festival se ve afectado por cuestiones internacionales y cuestiones nacionales.

Los fondos de inversión y capitales financieros en general son en sí mismos un poder político global, y entre ellos disputan administraciones de Estado según la correlación de fuerzas políticas que posean. Son fondos en plena guerra de intereses y dirimen sus enfrentamientos con “muertos” y “heridos”. La renuncia de Caputo es un ejemplo de lo que decimos.

Por su parte, el incremento y profundización de la lucha de clases en Argentina, sigue erosionando la gobernabilidad política.

Así como hacen semejantes ganancias a través del desfalco organizado del Estado y gobierno políticamente débiles por esa lucha del pueblo que los erosiona, esos capitales financieros que hacen «su agosto» olfatean los peligros a que los somete el nivel alcanzado por esa lucha de clases y «comienzan a entender» lo que nuestro Partido viene sosteniendo: un ajuste de la magnitud del que se hace -para sostenerse en el tiempo- tiene que tener espaldas políticas muy anchas. Y es eso -justamente- lo que no está sucediendo: tales espaldas son raquíticas.

En estos últimos meses, esos capitales lo advierten y pretenden agilizar la realización de las ganancias urgentes exigiendo al gobierno un aval mayor para garantizar el retorno de lo “invertido”.

El problema se centra entonces en lo político y, en particular, en la lucha de clases. Nuestra clase obrera y nuestro pueblo no tolerarán un nuevo giro de achatamiento del salario, de una economía que, mediante la flotación del dólar rebaje aún más nuestros ingresos. La suba del dólar es más dolor para nuestro pueblo, y allí radica el centro de la próxima embestida popular.

Las exigencias del FMI y del capital financiero transnacional, deberán enfrentarse con este escenario. ¿Cómo llevar adelante este nuevo intento de salir de la crisis política con una clase obrera dispuesta a presentar lucha y un pueblo cansado de tanto sufrimiento?

Esta renuncia abre nuevas puertas de crisis por arriba y exacerba la necesidad de avanzar más decididamente por el camino del proyecto revolucionario en marcha.

No habrá tregua, perdurará en el tiempo la crisis política por arriba y la gobernabilidad para estabilizarla continuará haciéndose trizas. La renuncia de Caputo es sólo una muestra más de este atolladero. La lucha de clases irá en ascenso y los enfrentamientos políticos contra la clase dominante irán ganando el escenario principal del proceso.

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