No dejar pasar la modificación a la baja de la Leyes laborales

Con una troupe de un puñado de funcionarios nacionales, el presidente Macri estuvo 13 minutos en suelo rosarino protagonizando el acto de inauguración de las obras de ensanchamiento de la avenida de circunvalación. En absoluta soledad, sin público, sin funcionarios locales, sin adherentes de ningún tipo, salvo la claque que se trajo, se hizo enfocar por las cámaras de televisión con una escolta de cuatro obreros de la construcción, quienes lucían chalecos refractarios recién estrenados para el evento, para dar un mensaje al gobierno provincial.

En su breve discurso el señorito presidente insistió centralmente en que el gobierno provincial debería adherir a la reforma de la ley de ART. Su mensaje fue que la misma beneficiará a los trabajadores quienes, con dicha modificación, tendrían un panorama de mayor oferta de puestos laborales y de mejor calidad.

El argumento es un ejemplo más de cómo la burguesía monopolista pretende dar vuelta todo mostrando un futuro ideal totalmente mentiroso en el que sólo tiene como objetivo optimizar sus ganancias. En el arte de mentir y poner el mundo de cabeza, explica que la eliminación de los derechos logrados por los trabajadores mediante luchas de generaciones es beneficiosa para… ¡los trabajadores!

Según el presidente, con la actual ley de ART se fomenta la industria del juicio y eso retrae la oferta de trabajo. Pero lo que en realidad oculta es que existe una industria del incumplimiento de las leyes que benefician a los trabajadores y, con la reforma a la ley de ART se pretende fomentar, extender y legalizar esa industria.

Lo mismo ocurre con la legislación laboral a la que se pretende modificar eliminando más derechos laborales. El argumento es el mismo. Eliminar derechos para el pueblo con el discurso mentiroso de “beneficiar al pueblo”. ¡Absurdo total!

Así como a los esclavos nunca les faltaba el trabajo, en Argentina se puede conseguir trabajo en negro, a cambio de un salario miserable, o por la comida, sin derechos laborales, sin protección en la seguridad del trabajador y de su familia ante la muerte o incapacidad que pudiera sufrir. Qué fábrica, qué industria no incorporaría el doble de gente a cambio de un cuarto de la masa salarial que paga hoy. Sólo hay que legalizarlo para que pueda ofrecerse sin ningún problema para los monopolios y la burguesía en general. Esto es lo que pretende el gobierno. Trabajo miserable para toda la población, no es solución alguna para el pueblo. Ese “pleno empleo” no es otra cosa que esclavización generalizada.

La modificación de la ley de ART y la ley laboral sólo traerán más perjuicios a los obreros y trabajadores en general, haciéndose sentir también en los ingresos de pequeños empresarios a quienes, si bien en principio los puede tentar emplear gente sin ninguna protección legal y con sueldos de hambre, luego verían mermados sus ingresos al no poder vender sus productos de consumo individual ya que no habría quien se los adquiriera, pues su mercado, quienes adquieren masivamente los productos de primera necesidad, son los trabajadores.

Obreros, trabajadores en general, pequeños empresarios, y sectores laboriosos integramos el pueblo argentino que nos estamos perjudicando con estas políticas promonopolistas de Estado y gobiernos de turno.

Por eso la unidad de estos sectores, es decir de este pueblo, debe ponerle freno a las mismas. No dejarlos gobernar en nuestra contra, constituye el eje a partir del cual, debemos conformar una fuerza nacional que se desarrolle desde las batallas diarias, con el ejercicio de la democracia directa que se generaliza en cada lucha, hasta que logramos desterrarlos definitivamente de nuestro mapa.

La eliminación de derechos laborales perjudica a todo el pueblo y no sólo a los trabajadores. Es política por consecuencia y debe unirse a otras luchas contra las agresiones a nuestra dignidad de vida tales como tarifazos, recortes a las jubilaciones, salud, educación, etc. Pero de los trabajadores depende que la lucha se lleve a cabo y tenga una influencia nacional.

Sabemos que esto no dependerá de la CGT ni de una iniciativa de los gerentes sindicales, dado lo cual es necesario tensar las fuerzas desde abajo, discutiendo en cada sector en las plantas y empresas, poniendo en marcha agitación y propaganda con nuestros propios medios, impulsando reuniones y asambleas, medidas a tomar y formas organizativas que garanticen la unidad y ejecución de cada iniciativa.

Debemos recurrir a las organizaciones que se están gestando al calor de la lucha desde las bases mismas y desarrollar el movimiento desde las fábricas hacia los parques industriales y zonas, uniendo a las demás fuerzas del pueblo tal cual lo hemos definido más arriba.

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