La «zanahoria» de las elecciones y las aspiraciones del pueblo

Mientras el gobierno y la oposición parlamentaria necesitan gobernabilidad, la clase obrera y el pueblo necesitan vivir dignamente. Dos cuestiones que no se llevan de la mano, ¡¡antagónicas!!

Por abajo hay una sensación de falta de oxígeno, por arriba atropellan: el capital financiero no espera. Las medidas que se están tomando son necesarias para dar cumplimiento a los planes del verdadero poder monopolista, las mismas aparecen ratificadas en el Boletín Oficial gota por gota.

El parlamento y la justicia son parte de este juego: por arriba se disputan la supremacía para administrar un Estado en poder de los monopolios y el mal humor, las peleas interburguesas por intereses, les trae aparejados problemas políticos de difícil solución. Así y todo, las instituciones deben garantizar la gobernabilidad y la cuestión es llegar a las elecciones del 2019.

Las mismas se presentan como “la” herramienta democrática capaz de cambiar este orden de cosas, pero no importa que las condiciones de vida de nuestro pueblo se deterioren día a día, no importa el despido, el salario devaluado, el difícil acceso a la educación, la salud, “todo puede esperar un año y otro para culpar al que se fue o al que se quedó”. No importa, pero el tiempo es plata, es intereses, y en ello se juegan la vida: el “dios” mercado así lo exige.

En estas condiciones, la táctica del proletariado es no dejarlos gobernar. La gobernabilidad de ellos es conciliación de clases, el funcionamiento de las instituciones es conciliación de clases, allí radica su estabilidad para la impunidad.

Los partidos burgueses expresan los diversos intereses de su clase. Saben -por experiencia propia- que hay que sostener a capa y espada los “buenos modales” de la lucha parlamentaria, el delegar a sus representantes la disputa interburguesa, aunque el olor nauseabundo recorra cada discurso del recinto, como cuando en pasados días se dio media sanción a un presupuesto que ataca de frente la dignidad de nuestro pueblo.

No hay conciliación de clases, ellos, el poder burgués por un lado y la clase obrera obrera y el pueblo por el otro. Es desde ésta óptica que la gobernabilidad es la propuesta de la clase dominante para sostener un sistema estable para ellos e injusto e insoportable para las mayorías explotadas y oprimidas.

No dejarlos gobernar es la táctica del proletariado, no subordinar a las elecciones del 2019 las aspiraciones de lucha y de cambio que propone lo ya establecido.

Puede haber confusión sobre este tema, pero en este punto la burguesía aprieta el acelerador, toda la institucionalidad coincide desde lo político e ideológicoen reforzar “la democracia burguesa” y esto se traduce de infinitas formas, en cómo -de una u otra forma- de lo que se trata es frenar y contener el enojo que subsiste en el abajo. Todo hay que postergarlo para que los negocios fluyan, no hay que hacer olas, y “enfrentar” hasta cierto punto con el objetivo de descomprimir tensiones sociales.

Pero detrás de ésta táctica del poder burgués, plagada de contradicciones internas, hay mucha historia, la burguesía aprende de sus errores y el pueblo también.

La historia no se repite ni se repetirá. Es bajo esa idea que -en las condiciones que sean- la mirada tiene que ser golpearlos, erosionarlos, atacar donde se pueda y resistir como se lo está haciendo y haga falta, acumular las fuerzas con unidad por abajo, y seguir entretejiendo lo que ya está entretejido. Pero en este camino que se está transitando, lo fundamental sigue siendo la acumulación de fuerzas independientes del poder burgués hacia la revolución, hacia la lucha por el poder.

La táctica de no dejarlos gobernar tiene que tener ese norte, para ir constituyendo las fuerzas políticas materiales. Hay mucho hecho, hay mucha experiencia acumulada, organizaciones populares de muy diversa índole que le ponen piedras al camino de la gobernabilidad, no es poco lo hecho y acumulado. Pero todavía en el plano político táctico de no dejarlos gobernar, la acumulación de fuerzas política aún no tiene el peso necesario de llevarlo por el camino revolucionario. Ese es el gran desafió en esta etapa y en ello pondremos toda la energía.

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