Toda comparación es antipática y mucho más cuando se habla de procesos de lucha de clases.
¿Podrá haber un nuevo 2001? ¿Hay condiciones para que ello suceda? Lo cierto es que la historia no vuelve a repetirse, aunque la memoria acumulada de nuestra clase obrera y nuestro pueblo no sólo no se ha perdido sino que ella sigue “presionando” el presente y el futuro inmediato.
El gobierno y la oposición parlamentaria de todo color han pactado “la paz de los cementerios” mientras el malestar por abajo se sigue acumulando. Los tarifazos son un golpe al corazón de los ya alicaídos salarios, hay una transferencia de recursos al capital financiero y ello lleva a que en el año 2019 aumente el 50% el pago de la deuda, o sea, un 15% del gasto público, ocupando el segundo puesto en el presupuesto del 2019.
Mienten descaradamente cuando dicen que no hay plata, ¡la plata está!
En estas circunstancias complejas, la bronca que se acumula por abajo aún no se expresa con la intensidad necesaria de acciones directas de lucha, movilización y organización. Por abajo no hay expectativa de ninguna especie que por arriba lleguen las soluciones, pero aún la intensidad de ese “fuego cruzado” necesario, es débil.
Sin embargo, el deterioro de las condiciones de vida se acelera, se agrega a todo lo vivido el fantasma de la desocupación, cientos de establecimientos de pequeñas y medianas empresas están quebrados, cierran sus puertas, o tienen dificultades para pagar los salarios, las grandes empresas monopolistas -en muchos casos- suspenden personal y extorsionan con el argumento de la crisis para tirar atrás un aumento de salarios. Este ingrediente es fundamental seguirlo paso a paso. El deterioro de las condiciones de vida de todos los argentinos exige de los revolucionarios precisar la táctica.
Entendemos que en éstas circunstancias hay que tomar iniciativas concretas para frenar el ajuste y consolidar la movilización en los centros productivos, los barrios, escuelas, facultades, hospitales etc. Aferrarnos al terreno concreto con iniciativas de acción directa que se vayan tornando en referentes de lucha.
Mucho se viene haciendo en ese sentido, pero el repugnante electoralismo puja por sacarnos del terreno, aislar la protesta, desorganizarla y quitar fuerza a la acción directa por el reclamo.
Si el deterioro de vida se agudiza, como todo lo está indicando, es hoy cuando las iniciativas por abajo y en el terreno concreto tienen que aparecer. No importa si ellas son masivas o robustas, pero es necesario avanzar en iniciativas convocantes de acción directa.
La clase obrera en sus centros de trabajo, los obreros al lado de la máquina, debemos debatir y comenzar a hacernos cargo de los problemas concretos de la vida de todos los argentinos, los tarifazos, los aumentos del transporte el deterioro de la salud pública, de la educación son problemas que están dentro y fuera de las fábricas, es necesario debatir estos grandes temas en asambleas, reuniones, mateadas y resolver iniciativas que involucren a la familia obrera y con ella a toda la población lindante.
Insistimos: estas iniciativas por abajo, nada tienen que ver con iniciativas que vienen de arriba para frenar justamente la acción directa, acciones que deben transitar el camino de lo pequeño a lo grande pero que se irán consolidando con organizaciones básicas basadas en asambleas o reuniones que concreten acciones, que rechacen los tarifazos, los cortes de luz. Ir constituyéndose en un doble poder de decisión. A los de arriba no se les cree, pero para creer en algo hay que tomar medidas convocantes, que en ésta primera etapa de situación sería aferrarnos al terreno propio. Que sea partícipe el vecindario y en ello la clase obrera organizada en la producción debe jugar un papel destacado.
¿Qué queremos decir con esto? Que además de las cuatro paredes de los establecimientos, se deben debatir las acciones a realizar con la población, desde esas organizaciones obreras promover las protestas dentro y fuera de fábricas. Como clase nos aprietan, como clase tenemos que responder y en ello tenemos que hacer la diferencia, si en ello nos apoyamos en la historia de lucha de nuestro pueblo.
Salir a la calle con iniciativas concretas que sean una piedra en el zapato a la gobernabilidad, acumular las fuerzas en esa dirección, con perseverancia, con metodologías democráticas, unitarias y amplias que impliquen todas ellas aferrarnos al terreno nuestro, que somos la mayoría explotada y oprimida. En esa simultaneidad iremos organizando otros planos más abarcativos de zonas y regiones que se irán robusteciendo en esta dinámica.
No es poco lo hecho hasta aquí por nuestro pueblo, pero hay que persistir una y otra vez con estas iniciativas en donde todo, absolutamente todo, depende de lo de abajo. En donde lo de arriba ya no solo sea cuestionado en la palabra y en el sentimiento de bronca acumulado sino en el terreno de disputa político concreto. Profundizar este camino, diseminarlo, es ir creando un estado de rebeldía con cierto grado de organización por abajo, que permitirá quebrar la gobernabilidad de la burguesía dirigida en contra del pueblo.