Mientras la clase dominante centra sus esfuerzos contra la clase obrera con una reforma laboral con o sin una ley y ejecuta a mansalva un ajuste cuyo epicentro son los tarifazos, la situación que se vive en el abajo adquiere en muchos casos ribetes de desesperación.
Los mecanismos del Estado y de esta administración son la extorsión, el apriete y la violencia.
Utilizan todas las instituciones para ejercer la dominación de clase.
¿Se pueden y se deben utilizar estas instituciones como herramientas para enfrentar tales políticas de Estado?
No hacemos de esta cuestión un problema de principios y mucho menos una definición de elección blanco-negro. Pero sí hacemos una cuestión de principios la política independiente de la clase obrera a la que se subordina toda cuestión táctica y este problema en particular.
Hay veces que ciertas instituciones burguesas se pueden y deben utilizar y depende de infinitos factores del cómo hacerlo, otras veces esa utilización pasa a ser una claudicación a las tácticas revolucionarias.
Pero el problema aparece cuando en ambas circunstancias se abandona la independencia de clase y no se realizan las tareas políticas inmediatas, cotidianas, que puedan mantener en vilo a la burguesía monopolista.
Cuando hablamos de política independiente del proletariado estamos diciendo también organización, carácter de las acciones a realizar, metodologías, acumulación de fuerzas en dirección a la lucha por el poder. Entonces el principal problema político deja de ser si usamos o no las instituciones del Estado, el problema es cómo golpeamos en este momento histórico contra la reforma laboral, la flexibilización y los tarifazos y a la vez vamos constituyendo las fuerzas políticas independientes de la clase. Allí radica la línea divisoria entre lo oportunista y lo revolucionario. ¿Acaso es el mismo poder que nos condiciona hasta dónde llegar? ¿O construimos y acumulamos en forma independiente hacia el poder?
A este gobierno no hay que dejarlo gobernar, cada día que lo hace más dolor y sufrimientos produce a las grandes mayorías explotadas y oprimidas. Hay que enfrentarlo con todas las herramientas al alcance de la mano, desde la legalidad burguesa y desde las fuerzas del pueblo por sus derechos políticos que vienen ganando su legalidad independiente del poder burgués, es en ese camino de movilización, lucha, experimentación en donde la clase obrera y el pueblo, sus destacamentos de avanzada, tienen que preparar y acumular fuerzas independientes para sacar a esta administración y a la vez condicionar lo que venga antes, durante y pos elecciones de octubre.
No es tarea fácil, incluso desde el terreno de la lucha ideológica en el seno del nuestro pueblo, ir amasando las fuerzas independientes del poder, aún el peso de décadas de insistencia de que el único camino es la defensa de “la democracia” y sus instituciones para preservar el “orden” burgués ha calado muy hondo a pesar que a los ojos más superficiales de nuestro pueblo por arriba se lo vea todo podrido, nos dicen: “hay un paraguas” democrático, un “juego democrático” que “garantiza la equidad” en la sociedad. Todos sabemos que es una gran mentira, pero a la vez, ese paraguas que también se reproduce en la lucha sindical perturba los caminos para la organización independiente de la clase obrera y el pueblo.
Ése es el problema central a enfrentar y a resolver en esta etapa de la revolución, sabemos que no es tarea fácil, pero es el único camino en la preparación del proceso revolucionario para ir fortaleciendo una acumulación de fuerzas independientes contra la clase dominante.
A modo de ejemplo: hay ciertos centros industriales o de servicios en donde los sindicatos ya no sólo son la fuerza de choque contra los intereses de clase, sino que son una pata explícita de la estructura de poder. Desde esos sindicatos se ejerce un poder fascista en ciertos centros de trabajo, ¿de qué legalidad hablamos que hay que ganar? De la única posible, que las herramientas independientes que se están desarrollando en su seno, en cada establecimiento, interpreten ganar la legalidad en el abajo, en las mayorías, en ir creando poder de fuego. Cuando hay fascismo en las fábricas, la organización clandestina, y la conspiración para golpear deberán ganar la legalidad por abajo desde estas metodologías que permitan masificar futuros enfrentamientos.
Sin embrago existen centros de trabajo en donde ciertas herramientas pueden y deben ser utilizadas, pero a sabiendas que en ellas, o por fuera de ellas, hay que crear la fuerzas independientes, con las metodologías independientes, asegurando el poder por abajo, la democracia directa por abajo. Todo lo que se haga si no tiene ese norte práctico termina en el mismo burocratismo que lleva décadas de práctica y lo lleva todo al pantano.
Al proceso revolucionario se lo prepara en la lucha, en la movilización, en la acumulación de fuerzas independientes en el plano que sea. Es por ello que insistimos tanto en que a este gobierno de los monopolios hay que golpearlo en lo político contra la flexibilización laboral y contra los tarifazos y, a la vez, organizar las fuerzas independientes capaces de concretar este objetivo inmediato, sostenerse en el tiempo para condicionar futuras políticas de la burguesía monopolista en un camino irrenunciable hacia la lucha por el poder.