Disminución de los «aportes patronales»: todo un regalo al capital monopolista

Se formalizó ayer el decreto que anuncia la disminución de los aportes patronales a trabajadores de agroindustria, desde alimentos vegetales, frutas y verduras, hasta madera e industria de bebidas, incluidas las alcohólicas. El decreto establece que los llamados aportes patronales regirán a partir de salarios de $17.509.- Por medio de la reforma tributaria de diciembre del 2017 se establecía una reducción escalonada de los aportes patronales hasta llegar a la disminución total de los mismos en el 2022. Con el nuevo decreto se les otorga a estas actividades productivas la capacidad de reducirlos en un 100%. Todo un regalo al capital monopolista. Lejos de ser en realidad, una ayuda a las economías regionales y a las pymes, estas medidas van en el sentido de la reducción de costos, o mejor dicho buscan que una parte de ganancias extraídas a los trabajadores -en vez de tributar al Estado, a la seguridad social, fondos de desempleos, seguros por accidentes y tributos jubilatorios, etc.- queden en manos de los propios monopolios sin que el Estado las administre. Según Dante Sica -promotor como ningún otro de la rebaja de salarios y reducción de costos en favor de capital monopolista- estas excepciones alcanzarán los 3.000 millones de pesos anuales.

¿Existen los llamados aportes patronales? Si yo tengo que pagar un tributo a la seguridad social por cada trabajador que empleo estoy perdiendo plata, dice el capitalista. Lo que no dice y esconde, es que ese tributo mal llamado “aporte patronal” al igual que toda la plusvalía que representan sus ganancias, la obtiene del trabajo asalariado.

Es decir, la obtiene del tiempo de trabajo no remunerado al obrero. El salario que cada trabajador percibe por el alquiler de su fuerza de trabajo equivale a una pequeña parte de lo que produce. Si por ejemplo, en media hora produce la cantidad de bebidas equivalentes a su salario mensual, en el resto del tiempo que tenga que trabajar, una jornada, una quincena o un mes, produce el equivalente a la plusvalía que el capitalista se lleva en el bolsillo.

A costa de hacer creer que el trabajador cobra su salario por un mes, una quincena o una jornada, se embolsa -en realidad- una suculenta ganancia prácticamente gratis, a un costo muy ínfimo.  Dicho esto, es fácil deducir que aquellos aportes llamados “cargas sociales”, “costos de producción”, “aportes patronales” o el nombre que la burguesía monopolista les ponga para disfrazar esta realidad, en realidad provienen del trabajo no pagado al obrero, provienen de la explotación del trabajador. Respondiendo la pregunta del inicio del párrafo, los aportes patronales no existen y son una falacia.

Si por medio de salarios paupérrimos de 17.500 pesos -yo capitalista estoy exonerado de pagar tributos a la seguridad social y embolsarme ese dinero que tributo, para hacer lo que me plazca- con más razón voy a estar dispuesto a pelear por la reducción de salarios, porque para mí pagar salarios es un estorbo y cuanto menos salario pague más gano. Por lo tanto, la reducción de costos y la de salarios son una y la misma cosa.

Mal haríamos en creer que con esto ganan las Pymes como quieren presentarlo, porque las esferas de la producción están dominadas por el capital monopolista. Las Pymes forman parte de su órbita productiva y abastecedora de materia prima o semielaborada, todas son parte del capital monopolista. Por lo tanto, detrás de esta medida que se presenta como ayuda a las Pymes se encubre al beneficiado más directo.

Detrás de cada producción agrícola- arrocera está el capital monopolista, detrás de la producción de bebidas también, al igual que detrás de la producción láctea, ni hablar de las tabacaleras, desde el capital monopolista se reducen los costos, desde allí se deducen todos los tributos y se decide la transferencia de la plusvalía. Por lo tanto, se trata de otro mecanismo de apropiación en la puja por concentrar ganancias.

Presentadas como una buena acción de gobierno los medios intentan disimular que es otro ataque a la clase obrera, otro medio más para la reducción de costos -que en realidad encubre la reducción de salarios- que se traducirá en un aumento de los descuentos de cada trabajador para los aportes jubilatorios, y demás aportes laborales y en un deterioro mayor de las prestaciones sociales.

Estas medidas preparan también el camino para las nuevas camadas de trabajadores que ingresarán a sus empleos condicionados bajo estas reglas.  Borrar conquistas sociales y políticas es la política del poder, volver para atrás la historia es imposible. Borrar al propio poder monopolista, es el único camino para avanzar.

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