Los PPC (Procedimientos Preventivos de Crisis) son otro invento de la burguesía que, ante una caída de la actividad, pueden recurrir a la suspensión y/o despidos de hasta un 10 % o 15 % de trabajadores pagando un 50% menos de la indemnización. Los mentados PPC, nacidos en el año 1991, son un procedimiento administrativo que ni siquiera es ley, que se presentan ante la Secretaria de Trabajo y con la intervención del sindicato «representativo». Tal procedimiento debe seguirse antes de comunicar despidos o suspensiones, donde puede ser avalado por tal Secretaria u homologado.
Tal es el caso de FATE. Empresa que pertenece al grupo ALUAR, Editorial ATLÁNTIDA y AVIANCA, donde -dicho sea de paso- a principios de año también recurrieron al famoso PPC en editorial ATLÁNTIDA, con el resultado de 17 trabajadores cesanteados. Pero cuando vemos “el diario del lunes” el caso de FATE tuvo particularidades que por lo menos llaman la atención.
Queda demostrado y evidenciado un plan de carácter nacional propagandizado en todos los medios de desinformación por la burguesía monopolista, plan que trasciende al famoso grupo económico de FATE, para colocar la reforma laboral en el centro de la escena y con ello infligir una derrota a la clase obrera. El objetivo es intentar avanzar en las nefastas medidas anti obreras por otra vía, por no tener la fuerza política para decretar la ley en el parlamento como aspiraban.
Esto no hubiera sido posible sin un contexto de extorsión de la supuesta caída de la producción, producto del momento recesivo y económico del país. Y decimos extorsión porque -parados en la destrucción de miles de puestos de trabajo-, lo que se esconde es un proceso de concentración del capital donde hay vencedores y vencidos. Donde -justamente- capitales como los que representa esta empresa, son los ganadores que hacen hoy negocios a todo vapor.
Lo que mencionamos no hubiera sido posible sin la connivencia de una burocracia sindical de izquierda, es decir, «la tormenta perfecta»… En FATE se acaba de firmar -con el aval de esa conducción- una nueva vuelta de tuerca de la reforma laboral, mientras que esos personajes se pavonean haciéndolo pasar como «un triunfo» por haber evitado los 400 despidos…
Mientras, poco y nada hicieron estas “nuevas burocracias” para dar el enfrentamiento de fondo con el protagonismo real de los trabajadores. La asamblea “aparece” con las negociaciones, lejos de ser una herramienta de organización amplia. Ni que hablar del papel que tienen que jugar las asambleas por sector. En definitiva se resuelve por arriba y terminan reproduciendo la democracia representativa, que es la génesis de la burocracia. Se llega a esta situación prácticamente sin haber tomado una sola medida de fuerza, con movilizaciones a ministerios que no golpean los intereses del capital.
En el plano político, la burguesía no ha podido imponer desde el Congreso una nueva ley de reforma laboral, pero de hecho y en cada centro industrial, esa disputa es cotidiana, y este conflicto así lo demuestra. Con retrocesos y con avances propios de la lucha de clases, una resistencia extraordinaria por parte de los trabajadores, con desventajas en muchos casos de correlación de fuerzas, con los sindicatos de los «gordos» actuando con total desvergüenza y descaro, con Comisiones Internas funcionales a dichas corporaciones y gerencias, pero este plan les está saliendo «redondo».
La burguesía no necesitó de «los gordos» y lo llevó a cabo con un gremio “combativo”, donde para los monopolios se les realizó un sueño (la tormenta perfecta): golpear a la clase con la reforma y embarrar la cancha en el factor ideológico. FATE es una fábrica con historia antigua y reciente de lucha, un sector de la clase obrera en zona norte de Buenos Aires, conocido por su temple.
Planteado el escenario dónde: “o son más de 400 despidos o estos puntos a flexibilizar” obviamente que el obrero, sin trabajo, no se quiere quedar. Pero entendemos que, de plantearlo así caemos en el error de no tener independencia de clase en el análisis para poder tener independencia de acción.
Este sector de los monopolios, relacionado directamente con la industria automotriz, está tomando este período como de transición para garantizar negocios en un futuro no muy lejano. Inversiones que viene llevando hace rato Toyota, desembolsos extraordinarios en Volkswagen para una nueva implementación de tecnologías para modelos nuevos, o en Honda Motors, en su planta de Campana… y otras tantas que están planeando, van a necesitar una profunda flexibilización para garantizar los niveles de plusvalía y de disciplina.
En el conflicto que mencionamos de FATE (que en los próximos 3 meses seguramente incrementará el descontento dentro de planta) la fábrica se garantiza dentro de los puntos del acta firmada con el gremio: mejores niveles de productividad, se firmó la famosa polivalencia, el tratamiento del ausentismo, dejando el antecedente de pago en negro, menos tiempos y cambios de los descansos y despidos encubiertos con prejubilaciones. Es la posibilidad de seguir negociando con el sindicato, con metodologías que excluyen a las bases y a la necesidad histórica de mayor participación y masividad en las decisiones, por eso impulsan «mesas de diálogo» donde sabemos que se cocina todo a espalda de los mismos.
Es tarea de los revolucionarios plantear todas estas cosas de cara a todos los trabajadores.
Pero no solo debemos quedarnos en la denuncia sino apostar a una nueva acumulación de fuerzas que nos permita llegar mejor parados a los próximos conflictos.
Impulsar desde cada sector de trabajo, ahí, bien pegados a la máquina, propuestas y planes donde todos seamos verdaderos protagonistas.
Acumulando en ese camino ya no va a importar tanto si el sindicato está o no. Las fuerzas pasan a ser propias, nuestras como trabajadores, diferentes a las de la burocracia por su carácter democrático, en donde sector por sector, turno por turno tengamos nuestros delegados que respondan a lo que se decide acá abajo y no a la línea del sindicato.
Persistir una y otra vez, preparar las fuerzas para golpear y ganar, y volver a preparar más fuerzas para golpear más fuerte. En ese ir y venir ir, tejiendo una unidad popular y de clase por abajo, entramada con la práctica autoconvocada y la democracia directa, con ejercicios y metodologías que en los hechos ya van adquiriendo un grado de organización de nuevo tipo.