Venimos afirmando que la burguesía monopolista en la Argentina, a pesar de y producto de sus contradicciones, se ha juramentado atravesar el proceso electoral hasta octubre “en calma”. Aun cuando ese pacto se presente frágil e inestable debido a la incidencia de la lucha de las clases y, por lo tanto, cada día se transforme en una eternidad de tiempo ante el riesgo de que las cosas se desmadren.
Todos los exponentes de la clase dominante ensayan discursos y actitudes para demostrar quién sería el mejor garante de la gobernabilidad. En ese marco, las señales del renovado kirchnerismo después del sorpresivo lanzamiento de la fórmula Fernández-Fernández son constantes. Desde el sábado hasta hoy cada declaración, actitud o gesto apunta a presentarse de ese modo.
Ya los editorialistas ligados a esa corriente el domingo auguraban que el desafío es cómo afrontar la deuda contraída por el gobierno de Macri y garantizar “las cuatro comidas”. De allí a plantear que primero es paliar el hambre y que los demás reclamos esperen, hay un paso. Ante una situación menos dramática que la actual que atraviesan los sectores populares más postergados, el discurso era “los que ganan más, deben ser solidarios con los que menos tienen”. Así se justificaba el cobro del impuesto a las ganancias a los salarios, por ejemplo. ¿Será que lo que viene es “aguantemos y pongamos el hombro”? No sería nada raro; bien sabido es que la burguesía es generosa, pero con la plata ajena.
El mismo domingo Guillermo Nielsen (señalado como referente del equipo económico de Alberto Fernández), en una entrevista publicada por el sitio “El Canciller”, realizó afirmaciones como: “El gobierno que venga necesita no déficit cero, sino superávit de tres puntos del PBI. Es decir, se necesita un ajuste de cuatro puntos del PBI”. A renglón seguido, se le formula la siguiente pregunta y da la siguiente respuesta:
“Algunos candidatos dicen que no hay que ajustar, sino que hay que crecer para pagar con el respectivo aumento de la recaudación… Eso es verso. Deberías crecer al 15% anual y no es fácil en un mundo de crecimiento muy moderado como es el actual”. No más preguntas, señor juez.
Hoy miércoles el diario Ámbito publica un informe de la consultora que encabeza Emmanuel Álvarez Agis, que fue el segundo de Axel Kiciloff en el ministerio de economía.
Allí las argumentaciones ya alcanzan a plantear que “El Fondo fue exitoso en retomar el sendero de crecimiento en cuatro de cinco casos recientes de países que firmaron acuerdos con el FMI”. Los países referidos son Irak, Kosovo, Ucrania y Georgia; el que no creció fue Grecia. En todos los casos, las directivas del FMI (aun cuando se realizaron renegociaciones) fueron ajustar las economías todo lo que fuera posible. Ninguna novedad en el horizonte.
De lo que se trata entonces, además de las señales que se envían hacia arriba, son las señales que se empiezan a enviar hacia abajo. El intento de presentar un FMI bueno prepara el terreno para que las amplias masas, esto gane quien gane en octubre, sepan que lo que viene es mayor sacrificio y ajuste producto de la herencia recibida.
No por reiterado es menos cierto que el gran escollo en el caso argentino es que toda la burguesía sabe que querer implementar esas políticas augura un horizonte de agudización en la lucha de clases; a diferencia de otros países, nuestro pueblo resiste y nadie lo puede convencer de que mayores sacrificios serán garantía de futuros beneficios.
Por ello para los revolucionarios es indispensable caracterizar correctamente las movidas de la burguesía monopolista, en todas sus variantes. Al mismo tiempo, proseguir con las tareas en el movimiento de masas para ayudar al avance de las luchas y la organización, sin esperar a octubre y teniendo claro qué es lo que se viene luego de las elecciones.
Nuestras actividades deben profundizar ese camino junto a nuestra clase obrera y nuestro pueblo. Unir desde abajo, luchar por abajo, organizar las fuerzas allí abajo.