El conurbano bonaerense exuda todas las condiciones oprobiosas del capitalismo que son imposibles de ocultar. Por ello, las mentiras y las promesas electorales de oficialistas y opositores, los F.F. y los Pro, los chupamedias expresados en partidos de izquierda y las mal llamadas dirigencias sindicales progresistas, son palabras al viento, ajenas a las condiciones reales en que viven más de 15.000.000. millones de personas.
En esos discursos, intendentes, concejales, gobernantes, ministros, policías, empresarios, de uno u otro ropaje, se critican mutuamente y acusan de corruptos, se rasgan las vestiduras hablando en nombre del pueblo, de la seguridad, de proyectos de futuros venturosos, de modelos políticos… Se culpan mutuamente de obras incumplidas y al mismo tiempo se autoglorifican en las mentirosas proclamas electorales que los medios no paran de repetir hasta el hartazgo.
La propia burguesía monopolista muestra en ellos, -en los intendentes y concejales y en el propio gobierno provincial-, en toda esa cofradía de oportunistas, su rasgo más nítido e inhumano, pues esta casta de lúmpenes, imbuidos hasta la coronilla en todos los pillajes, en todas sus prebendas, en todos las corruptelas, en todas las mafias y aventuras que este sistema ha engendrado -que son un complemento sus negocios de clase-, son sus representantes en el Estado y en cada institución municipal y provincial, por ende son los representantes de sus políticas.
Este lumpenaje burgués tan putrefacto como la propia burguesía monopolista, está lejos, muy lejos del estilo de las campañas electorales de otras épocas. Por ejemplo, no pueden hablar en sus discursos de estadísticas de calles pavimentadas, de obras realizadas, de salarios municipales y provinciales bien pagados, de salarios docentes y escuelas en buen estado, de redes cloacales construidas, de hospitales y centros de salud en buenas condiciones, de iluminación de calles, de otras tantas cosas más.
Este lumpenaje no puede mostrar nada como en aquellas épocas. Aunque las obras de aquellos tiempos eran insuficientes y también expresaban la corrupción y la dominación monopolista, «por lo menos había algo que mostrar», aunque sea para mentir. Hoy no pueden aproximarse siquiera, a un slogan antiguo que decía que“el impuesto vuelve al pueblo”, ello quedo en el pasado.
Este lumpenaje es tan ruin y sus discursos tan ajenos a la realidad que se vive, que no generan ninguna expectativa y además provocan repudio. Si hablan del presente lejos están de esconder las inundaciones y el hambre de los niños en las escuelas, los dineros públicos malgastados en cuestiones superfluas que luego muestran los medios como si fueran muy importantes. Están lejos de mostrar obras cloacales, de escuelas dignas y hospitales en buenas condiciones, están lejos de todo. No pueden hablar del presente sin mentir y si hablan del futuro, solo prometen lo que no pueden cumplir, como por ejemplo el pavimento de 22.000 calles que anuncia Vidal antes de octubre.
Con sus políticas de Estado, en cada municipio, en cada localidad, el despojo no puede detenerse, mientras tratan de contener la bronca demillones que crece día a día. A medida que avanza la campaña electoral, el populismo de los discursos de unos y otros es tan despiadado e hipócrita que para justificar los ajustes venideros insisten que el deterioro de las condiciones de vida de la amplia mayoría de los trabajadores y el pueblo es el mismo que sufren los empresarios y poderosos.
Todo ello es un intento eternizar estas condiciones de pobreza y miseria –no para combatirlas sino para sostenerlas- pues estas condiciones –el despojo a los salarios y el ajuste- son los que garantizan las ganancias del capital monopolista. Por ello al mismo tiempo que glorifican la pobreza y la miseria como una situación inevitable, llevan adelante las políticas del poder monopolista.
El electoralismo que vino a intentar poner paños fríos, al salir a la cancha, no hace más que enardecer la bronca frente al marcado empeoramiento de las condiciones de vida. Porque muestra de cuerpo entero que quienes gobiernan conjuntamente en Buenos Aires son los K y Cambiemos, ambas expresiones del capital monopolista.
Cotidianamente en las diversas zonas del conurbano se multiplica el número de repudios, protestas, movilizaciones, cortes que surcan toda la geografía de la provincia y que lejos de atemperarse frente a las expectativas electorales se aferran a una realidad dominada por la resolución de necesidades políticas y económicas urgentes.
Que no pueden esperar a octubre. Este escenario, por más que sea taponado y ocultado, gravita en la situación política de cada municipio, gravita en la gobernabilidad horadando todo oportunismo al exponerlo frente a la realidad. No hay acto de campaña que no sea repudiado y que de forma directa o indirecta exprese la bronca y el juicio contra todo este montaje de mentiras que ya tiene hartas a las masas populares.
En este escenario, este lumpenaje que se ensalza en un nuevo intento de engaño es el que está llamado a sostener las condiciones de gobernabilidad del capital monopolista en cada lugar de la provincia de Buenos Aires. Es en este juego complejo para el poder donde deben coexistir las ambiciones propias de este lumpenaje y las garantías de gobernabilidad que demanda el capital monopolista, y esto es una debilidad ineludible que no pueden resolver. Mal que les pese deben coexistir estos eslabones débiles del poder dominante en un escenario de deterioro muy fuerte de las condiciones de vida y -lejos de construir la gobernabilidad- estas condiciones no hacen más que entorpecerlas.
La crisis política de la burguesía es más profunda y amplia de lo que aparenta. Saber profundizar esta debilidad de la burguesía ahondando su ingobernabilidad abrirá el camino del poder local.
La organización independiente desde las bases con un proyecto revolucionario son las premisas de esta necesidad para avanzar a la lucha por el poder.