Los rumores de que las Low Cost se estarían yendo del país son cada vez más fuertes. En el día de ayer se publicó una nota donde dan cuenta que “la famosa” Fly Bondi estaría por abandonar el mercado, aduciendo que tienen una pérdida diaria de 3 millones de pesos.
Las Low Cost desembarcaron en nuestro país en medio de un fuerte proceso de concentración mundial y con la iniciativa del capital trasnacional de reformar las leyes laborales y los convenios colectivos de trabajo, no solo en nuestro país, sino a escala planetaria. En ese sentido, nuestro gobierno de turno comenzó un proceso de flexibilización en diferentes escalas: en primer lugar, vaciando las regulaciones de seguridad aérea (que se materializa en el vaciamiento del ANAC); permitiendo la instalación de empresas Low Cost con salarios y condiciones laborales (incluida la seguridad) recontra flexibilizados y, como parte del proceso de lucha monopólica, utilizando el Estado como herramienta para engrosar las ganancias de estas empresas, ya sea mediante subsidios directos, mediante el otorgamiento de rutas aéreas de alto tráfico, mediante el vaciamiento de la aerolínea de bandera, brindando condiciones especiales en tierra como el otorgamiento del aeropuerto del Palomar (a pesar de tratarse de una zona residencial), etc.
El famoso “dumping” del que acusan a las Low Cost en realidad está subsidiado por el gobierno nacional, de manera tal que las “pérdidas” aducidas por estas empresas, en realidad no son tales perdidas, sino más bien que lo que ganan, no es tanto como lo que les gustaría ganar. Por otro lado, está la especulación, la bendita especulación.
Hay dos previsiones con las que especularon los monopolios que no han podido llevar a cabo en lo que va de estos últimos cuatro años. La primera es una previsión general: pasar la reforma laboral por el Congreso. Si bien han avanzado en la precarización del empleo, han violado los convenios colectivos de trabajo, han disminuido brutalmente el salario, la reforma laboral en su aspecto legal no la han podido llevar a cabo (lo que no quiere decir que no lo sigan intentando).
El otro aspecto con el que especulaban las Low Cost en particular era con el vaciamiento total de Aerolíneas Argentinas, ya sea quitándole rutas, justificando despidos masivos, etc. Si bien se produjo un vaciamiento, y si bien quieren e intentan ejecutar despidos masivos –de ahí el desprestigio al que quieren someter a la empresa Estatal y sus trabajadores mediante los “conflictos” sindicales armados para los medios de comunicación, los dichos del presidente Macri acusando directamente a los trabajadores de vagos, etc.-, esos despidos masivos, aún no los han podido ejecutar.
En ese ir y venir, las Low Cost presionan. Se trata de una lucha de intereses. El gobierno, como garante de estos capitales, hizo de todo para asegurarles la ganancia a estas empresas (subsidios, beneficios en rutas aéreas, etc.) pero no le alcanzó como para terminar de entregarle el negocio aerocomercial. Es parte de la disputa de capitales, y de un sector de los trabajadores, que tampoco está dispuesto a someterse a las pésimas condiciones laborales de los contratos “Low Cost” con salarios un 50-60% menores. La realidad les pego un cachetazo, aunque la moneda todavía está en el aire.
Para sumarle condimento esta rueda especulativa, la debilidad con que el gobierno nacional se perfila de cara a las próximas elecciones no les da garantía a estas empresas de tener continuidad en sus negocios, es decir, nadie les garantiza que van a poder seguir currando con el erario público como lo venían haciendo hasta ahora.
¿Por qué una aerolínea estatal?
Nuestra posición está lejos de defender a rajatabla el problema de la aerolínea estatal. Para nada. Que una empresa sea estatal o privada no cambia el carácter capitalista de la misma. La explotación de los trabajadores sucede igual, lo único que cambia es el patrón. No es este el lugar para analizar la historia de las aerolíneas de bandera, esa es una tarea que nos reservamos para otra nota. Pero sí podemos introducir, brevemente, cual es el papel de estas aerolíneas.
Las empresas estatales, particularmente las obras estatales de transporte (tanto aéreo como la construcción de caminos) sirven para desarrollar mercado interno. Tienden puentes entre distintas zonas del país que permita desarrollar un determinado tráfico de mercancías. La burguesía, como clase, utiliza los fondos del Estado para impulsar inversiones que al principio no rinden ganancia, o que son inversiones que pueden rendir ganancia a muy largo plazo. Así, utilizan los fondos del Estado para construir un camino y unir dos ciudades para intensificar el tráfico de mercancías. Una vez que está construido el camino, éste no reporta ganancia de por sí, sino que es necesario que se desarrolle el flujo de mercancías entre ambas ciudades. Cuando ese flujo de mercancías está lo suficientemente desarrollado, el camino se privatiza: se le da la concesión de la ruta a una empresa privada, que le saca ganancia poniendo un peaje.
De esa manera, el capitalismo utiliza los fondos del Estado para encarar inversiones que al principio no dan ganancia, y que requieren un elevado volumen de capital, para que, una vez que empiecen a dar ganancias, algunos sectores de los monopolios se apropien de esa inversión realizada con el erario público. Las aerolíneas de bandera han cumplido ese papel históricamente, y lo siguen haciendo. Por eso, Aerolíneas Argentinas es utilizada para abrir nuevas rutas comerciales al interior del país, aunque al principio éstas no resulten rentables, aunque al principio los aviones vallan vacíos.
Una vez que se desarrolla esa ruta comercial, los distintos grupos monopólicos empiezan a disputarse, a través del Estado, su utilización.
El proceso de las Low Cost y Aerolíneas Argentinas es exactamente ese. Tras la re estatización de Aerolíneas, se abrieron nuevas rutas comerciales y se empezó a regenerar el tráfico aéreo. Una vez que ese tráfico comenzó a ser altamente rentable –de ahí que sean todas mentiras aquellas de que “aerolíneas no es rentable” puesto que sino éstas empresas multinacionales no se disputarían su monopolio- empiezan a desembarcar en el país nuevas empresas a las cuales se les empiezan a otorgar las mejores rutas aéreas (Bahía Blanca, Córdoba, Mar del Plata, etc). Pero la condición para que estas empresas obtengan sus máximos beneficios es, por un lado, bajos salarios, condiciones flexibilizadas de trabajo y de inversión de capital (seguridad aérea) y trasferencia del monopolio estatal al monopolio privado en aquellas rutas rentables.
Esto último sucedió sólo en forma parcial, y las Low Cost quedaron compitiendo con Aerolíneas Argentinas y otros monopolios instalados previamente en el país, a los cuales no pudieron desplazar por completo. Dentro de estos problemas de traspaso podemos aducir el problema del mercado interno, pero el principal inconveniente que han tenido estos capitales es que políticamente, no pudieron vaciar lo suficientemente rápido al grupo Aerolíneas, sumado a unas inestables condiciones económicas en nuestro país y al cuco de las elecciones de octubre.
La tormenta perfecta en medio de una lucha internacional de capitales y un proletariado que no está dispuesto a flexibilizar sus condiciones de trabajo y su salario a la medida de la rapiña burguesa.