Por estos días se conocieron las reuniones que realizara una misión del FMI que vino a nuestro país a conversar con los candidatos a presidente de la “oposición”, Alberto Fernandez y Roberto Lavagna. El objetivo, según declararon en un comunicado fue “intercambiar opiniones sobre las perspectivas económicas actuales de la Argentina y conocer más sobre sus prioridades de la política económica”…Así como establecer un puente de gobernabilidad a futuro y tratar de preservar –obviamente- los planes acordados con el actual gobierno de cara al 2020 y los años posteriores. Con el tema de la deuda como uno de los pilares centrales de estas conversaciones, mucho se dijo respecto a pedir una prórroga, renegociar el acuerdo, rediscutir los intereses, etc.; pero poco y nada –por cierto- del carácter político de este problema y mucho menos respecto a la legitimidad de la misma, porque según la lógica del capital financiero la deuda externa, de hecho, es una deuda eterna.De eso se trata.
Veamos un ejemplo sencillo. El dueño de una fábrica le pide al dueño de otra fábrica un crédito para conseguir sus productos y éste le da el crédito, entonces se hace un negocio. El primer capitalista recibe el producto que va a pagarle al otro empresario en 60 y 90 días. Pero las cosas no fueron bien y dicho patrón está comprometido. Entra al taller de producción y dice a los obreros: yo asumí un compromiso, hice un mal negocio y para salir del problema les pido que trabajen más horas, aceleren la producción, dejen todo a un lado, familia, deportes, divertimento y, como si ello fuera poco, les aviso que no les puedo dar el aumento de sueldo que me han solicitado. Este señor y el otro señor, mal o bien hicieron sus negocios, pero cuando vinieron los problemas, un patrón tiró su deuda por la cabeza a los trabajadores, exigió pagar sus enjuagues con más trabajo y productividad por menos sueldo. El otro patrón que recibió el pago, a quien no le fue nada mal, no se presentó en su taller a repartir las bondades del negocio, por el contrario, continuó hablando de crisis.
Por otro lado, varios de los socios del capitalista que le pide el préstamo al otro capitalista son también socios del que presta, lo que de alguna manera destruye el mito que hay capitales «malos» que vienen a destruirnos y capitales «buenos» en los que se puede confiar.
En nuestro país (al igual que entre estos dos burgueses) la deuda eterna es un gran negocio para el capital financiero. Porque los monopolios son los verdaderos dueños del Estado y tienen el poder sobre las instituciones del mismo, los gobiernos de turno, justicia, parlamento, etc., y hacen negocios groseros a nombre del Estado.
Con Menem privatizaron las empresas de servicios porque“daban pérdida y eran un nicho de corrupción”. Utilizaron todos los recursos y leyes aprobadas por el parlamento, para ejecutar las políticas que beneficiaron sus negocios en ese momento. Años después apareció el gobierno K de la “década ganada”, con otro discurso, pero sirviendo también a intereses de la clase dominante con otros sectores monopolistas al comando del timón del Estado. Con lenguaje de barricada y“por izquierda”el Estado continuó estando en manos de los monopolios, donde la concentración económica y centralización del capital avanzó en el mundo en forma inédita luego de la crisis política y financiera del capitalismo a fines del 2008. Unos u otros, con sus disputas interburguesas a cuestas, son los que nos dicen a los millones de argentinos que estamos obligados a pagar por siempre una plata de la que nunca usufructuamos.
La deuda no es legítima ni ilegítima, no es externa ni interna, no es privada ni pública, la deuda es un recurso que utiliza el capital financiero como forma masiva, acelerada y violenta de acumulación y reproducción del capital y sus ganancias.
Se utiliza además como instrumento de dominación de los monopolios, dándonos la idea que siempre les debemos y que deberíamos estar agradecidos. Entre otros mecanismos igualmente cínicos, intentan ocultar que, desde el primer espejito de colores a hoy, con la explotación diaria, con las carencias a las que nos someten, con el saqueo de nuestros recursos y con los intereses usurarios que nos cobran, son ellos quienes nos deben no sólo dinero, sino nuestras vidas hipotecadas por generaciones.
Si como pueblo dispusiéramos de esos recursos que nos adeudan, con el fruto de nuestro trabajo y los medios de producción que pondríamos en funcionamiento para nuestro beneficio, podríamos construir una sociedad que supere esta primitividad del ser humano a la cual estamos sentenciados en este sistema. Somos nosotros los que generamos las riquezas que ellos se apropian y dilapidan.Siempre.
Todo reclamo que encaremos desde la lucha de las bases en estas circunstancias del capitalismo los está debilitando políticamente, allí no hay que darles descanso. Pero a la vez, para liberar más fuerzas políticas obreras y populares en un sentido revolucionario, tenemos que levantar la mirada y trabajar con el objetivo de luchar por el poder para nuestra clase. Luchamos para algo que lograremos desde la acción. Y lo transitamos como meta política.
Sólo en ese terreno, foguearemos la política revolucionaria, la organización y la conciencia.
El capitalismo no puede generar bienestar para nuestro pueblo, el capitalismo es negocio y mercado para beneficio de unos pocos a costa de la explotación del hombre y saqueo de recursos naturales. El capitalismo sólo puede generar dirigencias como las que vemos candidatearse: saqueadores de sueños e ideales de generaciones enteras.