En abril de este año el Observatorio PyME publicó un informe[1] con respecto a la evolución de la competencia directa dentro del mercado interno. En esta nota analizaremos los resultados de la encuesta y veremos cómo manifiestan el proceso de concentración que estamos viviendo en Argentina.
Pero primero, brevemente, hacemos una nota aclaratoria. El Observatorio PyME clasifica como pequeñas y medianas empresas aquellas que tienen entre 10 y 200 trabajadores empleados. Esta clasificación hoy en día resulta bastante arbitraria, puesto que el número de empleados –sobre todo bajo la estructura Toyotista de producción- no nos da una aproximación exacta con respecto al volumen de capital que maneja la empresa, a su ligazón con grupos económicos trasnacionales o diversos fondos de inversión, etc. Una empresa que aparece como mediana o incluso pequeña bajo la rúbrica de esta estadística puede en realidad ser un engranaje más de una gran empresa multinacional, ya sea porque depende directamente de su financiamiento o por ser proveedora de grandes firmas, etc. No es motivo de esta nota estudiar el grado de entrelazamiento entre las grandes empresas y las llamadas PyME’s, pero sí queremos aclarar esta cuestión. Por otro lado, aquellas PyME’s que no se encuentran ligadas al gran capital, más temprano que tarde serán absorbidas o eliminadas de la competencia por las grandes empresas.
Hecha esta aclaración, vayamos al informe. Lo primero que nos presentan es la evolución de la competencia. De dicho gráfico se pueden observar dos segmentos: uno que vio aumentar su competencia (33% de los encuestados) y otro que percibe una disminución de la competencia interna (46%).
El siguiente gráfico ilustra los motivos principales que los empresarios aducen al aumento o disminución de la competencia respectivamente.
De esta manera, se vislumbran dos grandes grupos de PyME’s, uno que ve disminuir la competencia en el mercado interno principalmente por el cierre de empresas (69% de los encuestados) y otro que ve aumentar la competencia por dos motivos principales: ingreso de productos importados (30%) y, el principal factor, ingreso de nuevas empresas “nacionales” al mercado (41%)
Con respecto al grupo que ve disminuir su competencia, el informe nos dice:
“Textil y calzado y la industria de metales y productos de metal son los que presentan una mayor proporción de PyME con disminución del número de competidores durante el período bajo estudio (35% y 28%, respectivamente). En ambos casos por cierre de empresas nacionales, aunque un quinto de estas empresas en el sector de metales adjudica la caída a una reducción de la participación en el mercado interno de empresas ya existentes.”
Por otro lado, con respecto a las empresas que perciben un aumento de la competencia:
“Las industrias químicas y de aparatos eléctricos y electrónicos son las que presentan una mayor proporción de firmas que han experimentado un aumento de la competencia directa en el mercado interno (49% y 44%, respectivamente); como principal razón debido al ingreso de productos extranjeros. Muebles es el tercer sector con una proporción de empresas mayor al 40% cuyo número de competidores se ha incrementado, pero principalmente por el ingreso al mercado interno de nuevas empresas nacionales.”
Por último, se presenta un cuadro comparativo donde se analizan algunas particularidades de las empresas que componen los dos segmentos, particularidades que dan una idea del tipo de empresa:
De este cuadro, el informe extrae la siguiente conclusión:
“Esto es, las PyME más internacionalizadas, más grandes, con mejor organización interna y más dinámicas, están más expuestas a incrementos de la competencia. Así como los sectores productivamente más sofisticados son los que han visto aumentar la cantidad de sus competidores en el mercado interno durante los 5 años analizados.”
Es decir que, por un lado, tenemos un segmento de PyME’s que han visto disminuir la competencia en el mercado interno (46%), las principales causas las aducen al cierre de sus competidoras nacionales (69%) y se trata de un tipo de empresas de menor tamaño, menos sofisticadas y menos internacionalizadas (es decir, que dedican poca o nula producción a la exportación) ¡Vaya paradoja de la meritocracia! ¿No?
Todo período de crisis y de disminución de la actividad productiva es un momento en el que se agudiza el proceso de concentración de capitales. De por sí, la caracterización de PyME’s resulta harto inexacta. El Observatorio PyME cataloga como pequeñas y medianas aquellas empresas que tienen entre 10 y 200 trabajadores, aunque no se especifica ni el volumen de capital que moviliza cada empresa ni su asociación con distintos grupos económicos. Lo que sí podemos anticipar es que las empresas menos competitivas, dedicadas con exclusividad al mercado interno, son empresas menores, más chicas. En cada período de baja productiva –por el motivo que fuera- se agudiza el proceso de concentración monopólica: las empresas con mayor espalda económica son las que sobreviven, el resto, inexorablemente cae en quiebra. Son empresas de ramas industriales que vienen en decadencia y que sobreviven gracias a los arreglos con el gobierno (Textil por ejemplo) o sectores como las metalúrgicas, donde el proceso de concentración económica se da mediante la integración de las metalúrgicas a los proyectos productivos de las grandes empresas multinacionales, como sucede en el caso de la industria automotriz.
De manera tal que, estas empresas de sectores económicos poco competitivos son los vencedores de este proceso de concentración: sobrevivieron a la crisis ya sea por espalda propia, por relaciones con el gobierno de turno o por integración con industrias de otro calibre, y se enfrentan ahora a un mercado con menos competidores, un mercado más concentrado.
Del otro lado tenemos un segmento “PyME” más internacionalizado, con mayor aplicación de normas de calidad, por lo tanto más competitivo, pero que ha visto aumentar su competencia (33%) y aduce dicho aumento al desembarco de importaciones (30%), sobre todo a la aparición de nuevas empresas instaladas en el país que pasan a ser sus competidoras (41%).
Es común que los empresarios y analistas de la burguesía (incluida la fuente del informe) resalten el tema de las “importaciones” como el mal de los males (acompañado de la cuestión impositiva). Sin embargo, son sus propias cifras las que desmienten este mito y colocan cada cosa en su lugar (inclusive tratándose de una encuesta, es decir, que los datos que aquí se presentan son subjetivos, son la visión que el burgués tiene de su situación en el mercado, distorsionada por su percepción de sí mismo). Sin embargo, lo que nos dice el gráfico es que tan solo el 30% del aumento de la competencia se debe al ingreso de nuevos productos extranjeros al mercado, mientras que un 41% corresponde al ingreso de nuevas empresas “nacionales” al mercado y un 18% (sobre el cual el informe no emite ni opinión) correspondiente al incremento en la participación en el mercado de empresas ya existentes ¡Esto señores se llama proceso de concentración capitalista! Ese 18% expresa directamente que hay sectores ganadores y perdedores en el mercado, y ese 41% correspondiente a nuevas empresas manifiesta lo mismo ¿Quién puede montar una nueva empresa o diversificar su producción, lo que requiere nueva maquinaria e instalaciones, etc., sino un socio del gobierno de turno, un beneficiario de las especulaciones financieras o una subsidiaria del gran capital trasnacional? ¡Exacto! ¡NADIE!
Lo que las estadísticas burguesas y sus comentaristas de café nos presentan como “industria nacional”, como “pequeña o mediana” empresa, etc., en realidad es una mentira estadística que busca ocultar quienes son los verdaderos dueños de nuestro país. Pero así y todo, si leemos un poco… un poquito nomás las entrelineas de las estadísticas, rápidamente nos encontramos con que la concentración capitalista tiene lugar aquí como en cualquier parte del mundo, y que no es la “excepción” a 250 años de capitalismo. Lo que sucede hoy en nuestro país, y que estas estadísticas reflejan, es una vuelta de tuerca en el proceso de concentración económica, donde las empresas con mayor espalda han sobrevivido en los segmentos menos competitivos, y en aquellos sectores de mayor competitividad se desarrolla una lucha entre las empresas ligadas al gran capital trasnacional (empresas más “competitivas” e “internacionalizadas” como gustan llamar) por ganar mercados y desplazar a sus competidores.