Es sabido que la Argentina es un territorio con grandes recursos naturales por excelencia. Nuestra ubicación geográfica nos permite tener enormes posibilidades de producir alimentos en grandes cantidades. Se sabe que nuestro país produce alimentos para 400 millones de personas. Sin embargo, en nuestra población que apenas supera los 40 millones de habitantes, más de la mitad de la población está por debajo de la línea de la pobreza, ya que el destino de lo producido, en manos del capital, no está a disposición de la población, sino que tiene como único objetivo la ganancia.
Es realmente inaceptable la semejante pobreza a la que nos han sometido a los trabajadores y al pueblo. Según datos oficiales, más del 35% de la población no llega a cubrir la canasta básica alimenticia, que ya tiene un valor de 32 mil pesos. Es decir, aproximadamente 16 millones de personas están consideradas como pobres, por no tener ese ingreso. A esto se le suma un 7,7% que está considerada como indigente. Hablamos de 4 millones de personas que tienen un ingreso por debajo de los 13 mil pesos, lo cual no les permite cubrir lo mínimo e indispensable.
Es importante aclarar que estamos suscribiendo a los números que han publicado en fuentes oficiales, lo cual nos indica que estás cifras en realidad deben ser más alarmantes. Pero solo por hacer mención, el salario promedio en la Argentina es de 24 mil pesos y está muy por debajo de la canasta básica. Es decir, que la pobreza no es producto solo de la gran desocupación, sino que también millones de asalariados cobran sueldos por debajo de la línea de la pobreza.
Así como también infinidad de jubilados son sometidos a cobrar una jubilación por debajo de la indigencia, ya que la mínima, no supera los 13 mil pesos. Y así podríamos desarrollar muchísimos indicadores que muestran la catástrofe humaanitaria que significa el capitalismo y las políticas desarrolladas por el gobierno de turno.
Es aquí donde nos queremos detener a desarrollar una experiencia más, de lucha. En el barrio de Longchamps, pcia. de Bs. As., hombres, mujeres y niños organizados en comedores comunitarios, y hartos de ser utilizados por punteros políticos de toda índole, salen a las calles a luchar para conquistar la dignidad. En ese barrio se encuentra una de las plantas de La Serenísima, donde se producen alimentos de primera necesidad, pero contradictoriamente los niños de los barrios de esa zona muy lejos están de acceder a esos productos por los altos precios. Está organización llamada Movimiento Unidos del Sur, luego de movilizarse a esa fábrica cortándole los accesos a los camiones, conquista la entrega de yogures para sus comedores.
Esta es una experiencia de lucha de las tantas que suceden todos los días en nuestro país.
Pero nos reafirma una vez más que frente a semejante injusticia que significa el capitalismo, arrancarles a los monopolios con la lucha parte de su ganancia, es un grito de dignidad.
La movilización en las calles es el único camino posible que puede dar soluciones inmediatas a los problemas inmediatos de nuestro pueblo.
La organización política de la clase obrera en las fábricas tiene que desarrollarse en unidad con los barrios de la zona, con los estudiantes, los asalariados y con toda la población. Es el camino que debemos emprender para construir un doble poder capaz de torcer el brazo a los monopolios. Un camino necesario a recorrer, hasta que llegue el día que lo producido por la clase obrera solo este destinado a satisfacer las necesidades del pueblo y no las ganancias de unos pocos capitalistas.