El resultado de las elecciones de ayer domingo, es un hecho que no nos va a desviar del análisis que hiciéramos luego del resultado de las PASO. Y estamos hablando respecto a que la burguesía termina condicionada.
No es un problema de principios. Nos remitimos al alto nivel de complejidad de la situación política del país. Donde quedan dos caminos posibles para el análisis: por un lado, lo exclusivamente electoral, colocándonos desde adentro del sistema político burgués; y por el otro, parados desde el proceso de la lucha de clases en nuestro país, partiendo desde una visión de los intereses de la revolución.
Esto con un condimento determinante, que es la situación que se está produciendo en la región, con los estallidos en Ecuador y en Chile, los que –lógicamente- produjeron un cimbronazo en particular a la burguesía monopolista en nuestro país. La puso en estado de alerta, obligándola de hecho a priorizar por sobre todas las cosas el pacto de gobernabilidad que ya venían realizando desde los resultados de las elecciones primarias, que terminó agravando la crisis económica y profundizando la crisis política de la burguesía. Donde la situación económica que viene padeciendo todo el pueblo se agrava minuto a minuto.
Las frases pronunciadas por Fernández, como “el dólar a 60 está bien”, “vamos a cumplir con el F.M.I.” o el mentado “no ganar las calles”, en un momento donde se incrementaron descaradamente los aumentos de precios, con la clásica pasividad de los sindicatos adherentes a la propuesta K, fueron claras expresiones de un pacto de gobernabilidad. Donde -dicho sea de paso- no sabemos el alcance que pudieron haber tenido los “acuerdos” preelectorales, pero los más de dos millones de votos “extras” que sumó el macrismo luego de las PASO, no dejan de llamar la atención.
Es cierto que hubo un sector de votantes que identificó la propuesta del kirchnerismo como más de lo mismo, (lo cual no tiene por qué sorprender, y ahí el voto es una cuestión del momento); hay que recordar cómo se pararon éstos después de las PASO, mientras enormes mayorías recibíamos un nuevo mazazo a nuestros bolsillos. De todos modos, esto no modifica el mar de fondo y el hartazgo que expresa la sociedad en su conjunto. Porque nadie se autoflagela con querer estar peor.
Por otro lado, hubo otro sector mayoritario que votó la fórmula FF, que era lo que nos mostraron como “un cambio”. Esos sectores votaron sin saber a ciencia cierta si efectivamente será un cambio o no, era lo que se podía votar para que se vaya el gobierno. Fue lo que le presentaron al pueblo en un escenario dominado por el poder de los medios monopolistas, en donde la propaganda y el dinero son parte del ejercicio de la dominación y el engaño.
La cuestión real, fueron los discursos de Macri y Fernández avalando encontrarse hoy en la Casa Rosada, para implementar un traspaso “civilizado”. Hasta dan risa, cuando el domingo a las 12 de la noche (y luego de una elección presidencial) el Banco Central tomaba medidas de restricción respecto al dólar. Todo en un intento desesperado por mostrar cierto orden y que no se les vaya la situación de las manos. Tal es el nivel de la crisis política, tal es el temor.
Todas estas expresiones por arriba de parte de la burguesía, expresan una actitud defensiva, basada en la situación de tremenda desconfianza de todo el pueblo laborioso y la clase obrera en particular, respecto a un sistema putrefacto y decadente. Esto hace más compleja la interpretación de la realidad, producto de la no irrupción de la clase obrera en la escena política nacional, y la ausencia de alternativas políticas revolucionarias que no sean tomadas por las masas en el actual periodo histórico. Pero las expresiones de desprecio a la institucionalidad del sistema son hoy un echo preponderante que produce y acrecienta la crisis política de la burguesía en su conjunto.
La influencia de los sucesos de Chile (en particular) son un mazazo letal a los planes de los monopolios, que en nuestro país los hace rever sus medidas, sobre todo en el terreno político. Como, por ejemplo, intentar agudizar las divisiones en el pueblo, en este caso, a través de la agitación y fanatización de una u otra facción de la burguesía.
Porque es una realidad que el mismo mar de fondo que produjo la lucha de clases en Ecuador y Chile, está cada vez más revuelto en nuestro país. El Continente se autoconvoca, y en nuestro país, eso se viene gestando en cientos de expresiones de lucha que pujan por un protagonismo político desde las decisiones y a través de la democracia directa.
La burguesía lo sabe y tiene el temor cierto que la crisis económica se les escape de las manos y el pueblo exija que se vaya Macri antes de diciembre. Esto desembocaría en una situación de ingobernabilidad que obligaría a retroceder a los monopolios en los planes que tienen en danza, de nuevos y mayores ajustes.
Por lo tanto, hoy están dadas mejores condiciones para apretar e ir por las más variadas reivindicaciones políticas y económicas. Con miles de luchas que, pequeñas o grandes, ayuden a que proliferen como hongos las expresiones genuinas de organización independientes de toda índole. Para trabar sus planes y no dejarlos gobernar. Porque dejarlos gobernar significa que con el pacto de gobernabilidad entre los sectores monopolistas, consigan un poco de aire para que las crisis las sigamos pagando los trabajadores y el pueblo.