A pocos días de la asunción del nuevo gobierno se siente con cierto peso un intento de avanzada contra la clase obrera. La declaración del presidente de la UIA (el “señor” Acevedo) afirmando que «no es necesaria una flexibilización laboral» pareció como mínimo un poco sospechosa. Pasarían algunas horas para entender estas palabras y a dónde estaban dirigidas.
Es que Alberto Fernández es partidario a que desde el Estado se encaminen acuerdos sectoriales con el apoyo de su gobierno para ir por los Convenios Colectivos y realizar esa avanzada en forma inmediata en tres sectores estratégicos:
1) Vaca Muerta / 2) Automotrices / 3) Fábricas de electrodomésticos radicadas en Tierra del Fuego.
Desde allí buscarán clavar sus primeros basamentos y luego generalizar estas acciones al resto de los sectores, para luego institucionalizar la verdadera reforma laboral. Redactar un proyecto de ley que luego aprobaría el Congreso.
Esta rápida iniciativa cuenta con el apoyo del Estado monopolista y en ello se destacan instituciones de lo más concentrado del poder. Gobierno nacional, provinciales, empresas y sindicatos del calibre de petroleros en Vaca Muerta y el SMATA.
El objetivo central de ir por los Convenios es la baja salarial efectiva y avanzar sobre la productividad, particularmente las condiciones de trabajo.
La preparación de nuevas plantas automotrices con inversiones millonarias (como es el caso de la VW) necesitan un grado “de protección” para garantizar proyectos de exportaciones de al menos el 70% de lo producido en el país. No solo hay que garantizar subsidios multimillonarios. La labor política e ideológica de la burguesía por la reforma laboral la traducen en lo cotidiano contra los intereses de la clase obrera los propios sindicatos que han concentrado sus fuerzas, primero en el apoyo político a Alberto Fernandez y detrás de ello un machacar constante sobre los cambios necesarios para aportar a una nueva etapa de un “país distinto”.
Los procesos de inversión en estos sectores de avanzada fueron impuestos por los monopolios desde hace un largo tiempo, pero era necesario imponer una política de “tocar” lo Convenios y que mejor que ello que con un gobierno “nacional y popular”.
La UIA y los sindicatos de estos sectores no ven con malos ojos la estrategia del futuro gobierno de avanzar en los Convenios, esa será la forma que tendrá el pacto social en lo concreto buscando avanzar con casos testigos de peso estratégico en estos puntales de la producción.
La lucha de clases exacerbada en varios países de América Latina advierte a las huestes del poder monopolista en nuestro país. No se pueden tomar medidas globales y generales que puedan alterar la gobernabilidad del Estado de los monopolios y ese será el principal problema a resolver de la burguesía monopolista y del gobierno de Alberto Fernández.
Atacar los Convenios en las primeras horas será un intento de disciplinar a los trabajadores, aunque sus argumentos estén disfrazados de un populismo absurdo.
La salida de Macri del gobierno se ha sentido como un triunfo en los trabajadores en el seno de la producción. Pero hay poca expectativa en el futuro gobierno. Para volver al “asadito” no hay mucho tiempo de espera por parte del pueblo, los reclamos hacia el “gobierno popular” no se harán esperar y la lucha de clases ascenderá un peldaño.
El pacto social o el contrato social siempre fue contra los intereses de los trabajadores y ello está en la memoria de nuestro pueblo. La burguesía aprendió la lección en la época de Gelbard y recoge esas enseñanzas. Atacarán los Convenios, intentarán dividir a la clase obrera y los sindicatos mencionados son y serán la fuerza de choque en ese intento.
El tema fundamental a resolver por parte del poder más concentrado en el futuro gobierno es convencer a la clase obrera de las bondades de los nuevos aprietes.
Por parte de los trabajadores el tema fundamental es minarle el campo de batalla en una y mil embestidas, aunque ellas aparezcan pequeñas. Es en esas condiciones complejas de sindicatos -empresariales enquistados en los sectores de producción a quienes hay que enfrentar en el día a día.
No es ni será tarea fácil, pero hay que minarle el campo de batalla una y otra vez con todos los métodos de lucha al alcance de la mano.
Hay que explicar los alcances de las reformas de los Convenios, politizar en el terreno en donde el poder quiere actuar, elevar el grado de conciencia de clase, de organización por abajo, de acciones que peguen al corazón de esas avanzadas de la burguesía monopolista.
En ese resistir es en donde hay que acumular las fuerzas en todos los planos.
Nos llevan a los sectores porque saben que en lo global y general incendian la pradera. Pero el desafío de la clase en ese plano nos aferra al terreno estratégico de la lucha por el poder. Hay que caminar para carcomerlos, con avances y retrocesos, debilitarlos y quitarles las fuerzas que viene de la idea que “escoba nueva barre bien”.
Construir, crear estados deliberativos en forma inmediata, organizar el abajo, y precisar acciones contra estas embestidas.