¿Qué sectores se verán más afectados por la crisis capitalista?

Toda crisis económica trae consigo una nueva vuelta de rosca en el proceso de concentración económica, por eso en estos períodos resulta oportuno repasar qué sectores son los más perjudicados ante cada crisis.

En primer lugar, la concentración de capitales es producto inmediato de las leyes del sistema capitalista, particularmente de la ley de la competencia. La más feroz competencia se desarrolla por tanto entre lo más concentrado del capital: vemos como grandes grupos monopólicos trasnacionales se disputan mercados utilizando los Estados a su servicio para desplegar guerras comerciales como la de China Vs. Estados Unidos o la propia “guerra del petróleo”; guerras financieras; guerras judiciales, etc.

Como en toda crisis, las empresas que sobreviven son aquellas con mayor “espalda”. Descartado entonces que las pequeñas empresas quiebran masivamente, despejando el mercado para que los grandes capitales pasen a ocupar su lugar, ya sean empresas industriales o sectores comerciales y de servicios. Esta quiebra masiva de pequeñas empresas, emprendimientos y trabajadores autónomos pasa a engrosar las filas del proletariado: esas personas desplazadas pasan a vender su fuerza de trabajo, pasan a ser asalariados directos.

De manera tal que el proceso de concentración genera una mayor proletarización de toda la sociedad, es decir, aumenta la cantidad absoluta de proletarios en la sociedad. Sumado a que muchos pasarán incluso a la pobreza total, es decir, pasarán a constituirse en población sobrante.

Este aumento de la población desposeída genera un aumento de la oferta de mano de obra, lo que ya de por sí fuerza a la baja al salario de los obreros en activo.

Aquí se da una doble situación que opera directamente sobre el proletariado activo: por un lado, la feroz competencia intermonopólica acentúa las ansias de la burguesía por disminuir salarios y flexibilizar condiciones laborales para no ver descender su tasa de ganancia en el momento de la crisis y por tanto, como método para ganarle la contienda a sus rivales. Por otro lado, el aumento del proletariado por el quiebre de muchos sectores de la pequeña burguesía pretende ser aprovechado por los grandes capitales para disminuir el salario. En el medio de todo esto está la lucha de clases, donde todo este “manual” se ve interrumpido por la acción de la clase obrera y los pueblos del mundo.

La baja salarial entonces no es porque “la plata no está”, al contrario, los recursos sobran. El mejor ejemplo de ello es que, sin crisis económica, la burguesía tira 1/3 de la producción mundial de alimentos por no encontrar compradores (1.300 millones de toneladas estimadas). Sin embargo, eso no evita que millones de personas mueran de hambre día a día, o que la totalidad de la población trabajadora del mundo solo acceda a comida basura. Los recursos para terminar con el hambre en el mundo también existen, el problema no es la disponibilidad de recursos, el problema es para qué. Pero como sobrevive solo el capital con mayor volumen de respaldo, cuanto más bajen los salarios, más volumen tendrá ese capital bajo la forma de ganancia. O sea que los capitales quieren bajarnos los salarios no porque “la plata no está” sino para aumentar su tasa y volumen de ganancia y ganarle a la competencia.

¿Quiénes son los sectores más perjudicados en la Argentina?

Bueno, desde el punto de vista general la cosa ya está clara: concentración por arriba, quiebre de pequeñas empresas en el medio, y baja salarial o flexibilización laboral por abajo. El desenlace de la crisis depende, como resulta evidente, de la correlación de fuerza entre la clase obrera y el capital monopólico, puesto que son los sectores con intereses directamente antagónicos. Por su parte, las pequeñas empresas (no nos referimos a las PyME’s, sino a lo que técnicamente se denomina microempresa) están viendo cómo mantener su pequeño negocio, y más temprano que tarde deberán entender que sus intereses están más emparentados con el del obrero asalariado que con los “Paolo Rocca” o los McDonald.

Dentro de este sector de la pequeña burguesía, también podemos hacernos a la idea de quienes serán los más afectados. El proceso de concentración del capital en un país no es homogéneo en todas las ramas productivas. Por ejemplo, la industria química históricamente estuvo más concentrada que la textil o la metalúrgica. Sin embargo la tendencia es hacia el aumento de la concentración, y cada vez la industria metalúrgica, también se concentra más y más. Existen no obstante algunos pequeños nichos de mercado donde masivamente quiebran empresas en cada crisis y vuelven a resurgir porque son sectores del mercado interno que no le interesan hoy al gran capital por el bajo volumen que representan en el mercado interno. Lo mismo sucede en los diversos sectores de la economía: en nuestro país los sectores productivos como la explotación de minas y canteras o el sector de industria manufacturera, se encuentra muy concentrado. Por ejemplo, de acuerdo a los datos de AFIP del año 2018, son 165 empresas industriales (0,19% del total de contribuyentes) quienes controlan el 51,90% de las ventas totales y el 78,16% de las ventas al exterior; 44 empresas controlan el 80,91% de la explotación de minas y canteras; 33 empresas de suministro de gas y agua el 63,19% de las ventas totales del sector; y 58 entidades financieras acaparan el 81,71% de las “ventas” en intermediación financiera.

Como vemos, la concentración de la producción en estos sectores (todos productivos, excepto intermediación financiera) es muy grande. De más está decir que las «famosas» PyME’s no estarían siendo “el motor del país” ni mucho menos… Sin embargo, la concentración de la producción en el sector comercial se encuentra sensiblemente por debajo de la media: en 2018 las 117 empresas comerciales que facturaron más de 4 mil millones de pesos concentran tan solo el 26,76% de las ventas totales; 24,65% en el mercado interno y 58,79% en el mercado externo.

En el mercado de exportaciones existe, como vemos, una alta concentración. No sucede lo mismo con el mercado interno donde a pesar de existir grandes cadenas que concentran los circuitos de comercialización (supermercados, shoppings, cadenas comerciales, mayoristas, etc.) todavía su nivel de concentración es bajo comparado con el de otros sectores.

Los motivos que llevan a esto son múltiples, van desde condiciones económicas (tamaño reducido del mercado interno) hasta factores históricos y sociales sobre los cuales no nos detendremos, lo cierto es que el gran capital aspira a avanzar en la concentración. No solo en el sector comercial y de servicios, desde ya, pero sí podemos anticipar que allí el proceso de concentración será muy agudo, arrojando a las filas del proletariado a miles de pequeños comerciantes y autónomos, y que todos ellos (incluidos sus empleados) pasarán a ser asalariados de grandes capitales.

La salida a todo este proceso radica inevitablemente en la capacidad de la clase obrera de asumirse como clase para sí, de organizarse y luchar contra el gran capital y sus gobiernos de turno y de enarbolar un proyecto político independiente; porque la clase obrera es la clase mayoritaria,[1] con intereses directamente antagónicos al gran capital trasnacional, y con su liberación de la explotación capitalista no solo se liberará a sí misma, sino que también liberará a toda esta serie de sectores medios que más tarde o más temprano caerán de forma inevitable en la ruina económica, producto de las propias leyes de concentración. Por eso nuestro partido hace eje fundamentalmente en el problema de la clase obrera, porque de ella depende el futuro de la historia.

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[1] De acuerdo al último censo nacional (2010) más del 70% de la población económicamente activa es asalariada y tan solo el 6% clasifica como patrones. El porcentaje restante se refiere a monotributistas, dentro de los cuales también se encuentra una importantísima cantidad de asalariados bajo esta forma precarizada.

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