«El 9 de julio de 1816 se declaró la formal ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. Diez días más tarde, el mismo Congreso renunció también a toda otra dominación extranjera.»
¡Que fuerte suena leer esto! ¡Cuánto orgullo uno siente que en algún momento de nuestra historia el pueblo, nuestro pueblo, logró independizarse!
Hoy a 204 años de aquella gesta nos gustaría hacer una reflexión sobre nuestra realidad actual y aquel legado.
¿Se puede decir que somos o continuamos siendo un país independiente?
Seguramente si leemos un diario, escuchamos la radio o algún programa de la TV nos dirían que sí.
De hecho hoy va a estar plagado de noticias del día patrio. En los programas de educación burguesa cada día como éste les enseñan a las y los estudiantes a festejar esa historia, ese pasado lejano, cortando la historia en muchas partes sin vincularla con la realidad actual. Pero el llamado a la reflexión es a mirar esta realidad, nuestra realidad, la de los y las trabajadores, la de los sectores populares, la de las mayorias explotadas y oprimidas, la de los que viven en las calles, la de los desocupados, la del hambre, el frío y de los que mueren día a día.
¡Cuánta injusticia! ¡Cuánta desigualdad! ¡Cuánta miseria!
Cuánta bronca da escuchar que siguen pagando la deuda externa (eterna) pero no hay asistencia para los que más necesitan. Escuchar que salvan empresas con deudas millonarias y los que trabajamos ni llegamos a fin de mes.
Escuchar «quedate en casa» pero sin tener garantizado el plato de comida o el calor para el hogar, si es que se tiene un hogar.
Escuchar que el sistema de salud está por colapsar «por culpa del covid» luego de años y años de no invertir un sólo peso en él.
Escuchar que hay un capitalismo bueno cuando lo único que ha generado este sistema -en el mundo- es miseria, explotación, hambre, guerras, muertes, etc.
Nuestras historia está plagada de luchas, donde tuvimos épocas de resistencia, épocas de ofensiva, de auge de masas y de duros enfrentamientos. Y aunque siempre presentamos batalla la clase dominante transnacional hoy toma las decisiones en nuestro país y hace ya varias décadas con el Estado. Sí con el Estado burgués a su servicio. Esas decisiones tienen que ver con garantizar sus ganancias a cualquier precio (desocupación, miseria, contaminación, muertes).
¡Esta no es la independencia que queremos!
Retomando el legado: hace 204 años esa independencia se logró con protagonismo de un pueblo. Fueron arduas luchas, fueron la organización y la unidad de los pueblos en busca de la libertad, de poder decidir sobre su realidad, sobre su necesidad. Fue enfrentar al enemigo que estaba en contra de los intereses de las mayorías.
Desde aquel día, hace 204 años, es verdad que a nuestro pueblo le han sacado algunos derechos, pero no sin resistencia, sin lucha, sin intentos de revolución, sin rebeldía, sin entregar la vida. Fueron todos intentos, experiencias que aunque no se lograron los objetivos, todas dejaron un aprendizaje, un legado.
Hoy más que nunca necesitamos una revolución social que ponga las cosas en su lugar. Esa revolución es con las masas protagonistas de su propio destino, confiando en nuestras propias fuerzas, realizando asambleas en los barrios , en las fábricas, en las escuelas, en busca de la vida digna, defendiendo cada conquista, avanzando sobre otras. Así hasta el triunfo, hasta que podamos realmente decidir sobre nuestro presente y nuestro futuro, para que los intereses de las mayorías sea la prioridad: los intereses de la clase obrera y el pueblo.