Para los intereses de nuestro pueblo ¡No! No habrá nueva normalidad.
Mientras los medios de producción estén en manos de minorías cada vez más concentradas no hay una sola posibilidad histórica de que haya una “nueva normalidad”.
El sistema capitalista y la clase dominante prometen el bienestar ¿Eso es posible?
Por estos meses el sistema de dominación ha mostrado su verdadera cara: miles de millones de seres humanos han quedado a la deriva provocando la muerte y la desolación en todo el planeta. Décadas prometiendo que el sistema capitalista iba a traer prosperidad a los pueblos. Sin embargo, una buena parte de esa sociedad humana se ha proletarizado, solo es poseedora de su fuerza de trabajo y no le queda otra alternativa de venderla en un mercado controlado por monopolios, lo cual provoca una chatura de los salarios como nunca antes se había vivido.
¿Hubo un crecimiento de la pequeña burguesía tanto cuantitativo como cualitativo?
De ninguna manera. Poseer un celular, adquirir un coche, poder tomar vacaciones no implica engrosar el ejército de la mal llamada “clase media” (término empleado para dividir al proletariado). En las últimas décadas millones da campesinos se volcaron a las grandes ciudades para incorporarse a la producción industrial. China, Vietnam, Brasil, México, Corea del Sur, Tailandia, Indonesia, India, etc. Millones que venden su fuerza de trabajo por salarios miserables, son las fábricas del mundo que trabajan 12 horas promedio por día, mujeres con salarios aún menores que el hombre y menores de edad ocupando puestos de producción más cerca de la esclavitud que del capitalismo. Poseer una mercancía no libera a la sociedad de la miseria humana en la que nos ha metido este sistema injusto. En nuestro país la proletarización se ha profundizado con creces en los dos contenidos de la palabra: pobreza y fuerza productiva humana como única propiedad. La resultante de la pandemia será el aumento en la población de estos dos últimos aspectos.
¿Hay posibilidad de torcer el rumbo de las cosas?
Los desposeídos de los medios de producción, o sea, la aplastante mayoría del pueblo, puede cambiar el rumbo de la historia luchando a diario por sus derechos económicos y políticos ya conquistados y por conquistar. Y a la vez elevar esa lucha al plano político por cambiar el sistema capitalista, injusto por donde se lo quiera mirar, por un sistema socialista, en donde los medios de producción pasen a manos de la clase obrera y el pueblo.
¿Las soluciones estructurales a problemas que padecemos hoy se solucionarán de un día para otro con el sistema socialista?
De ninguna manera, pero sí se comenzará un largo proceso de construcción en donde desde el primer día del cambio de sistema comenzará a pesar y a dominar el interés del ser humano por sobre la ganancia de unos pocos monopolios.
¿Dejaremos que el actual Estado dirima los intereses en pugna?
¡No! El actual Estado le pertenece a la burguesía monopolista y controla cada vez más todas las instituciones. Tendremos que construir un nuevo Estado proletario y popular en donde los explotados y oprimidos de ayer tomen en sus manos los destinos del país y toda su administración,
¿El nuevo Estado se basará en la democracia representativa del actual sistema capitalista?
De ninguna manera. El nuevo Estado instalará la democracia directa y legitimará toda la experiencia previa a la revolución que se viene desarrollando por abajo. Democracia directa implica de hecho multiplicar en infinitas veces la participación directa de las más amplias masas, en la construcción y administración de la nueva sociedad.
¿Podremos pensar entonces sí en una nueva normalidad?
Con esta base de pensamiento habrá nueva normalidad. Los explotados y oprimidos podremos avanzar cotidianamente en los cumplimientos de nuestros sueños produciendo socialmente y apropiándonos de esa riqueza que hemos generado con nuestras propias manos.
“Sr.” presidente Alberto Fernández:
Usted defiende el sistema capitalista que nos ha llevado a esta situación. Defender la nueva normalidad del sistema es reforma laboral o sea mayor explotación y opresión a nuestro pueblo. Reforma jubilatoria, es decir, ahondar el robo que se le está haciendo al jubilado y a los activos que aportan al sistema. Reformas jurídicas para garantizar el sistema frente a la segura rebelión que nuestro pueblo está gestando.
Venimos de meses de incertidumbre que se agravaron con el COVID19, pero a decir verdad eso es capitalismo monopolista y no existen variantes dentro de él que posibilite un capitalismo bueno.
¿Cuáles son los caminos para acelerar el camino de la liberación?
Profundizar lo que nuestra clase obrera está haciendo luego de años de una ausencia no querida como clase, pero manifiesta.
Unirse por abajo, organizarse por abajo, sostener la independencia política y orgánica de la burguesía y de todas las manifestaciones oportunistas que relegan el papel de la clase obrera y el pueblo al plano electoral. Por el contrario, se trata de poner en el centro del problema a resolver la independencia en todos los planos de la clase llamada a dirigir el proceso revolucionario, que pueda destapar todas las fuerzas productivas y traer la felicidad a nuestro pueblo, frenadas por una burguesía monopolista andrajosa e imposibilitada por su sed de mercado.