«Imaginemos que somos una persona que tiene mucha tos, que ante el desenfrenado aumento de casos de Coronavirus llama al 148 y después de una revisión deciden aislarla y hacerle un hisopado. Estaríamos ante un sistema de salud que actúa rápido. Ahora imaginemos que, para esta persona, en ese momento, comienza su pesadilla: estamos ante el sistema de salud argentino.
El Polo Educativo de Lanús fue transformado hace unos meses en un “hospital de campaña” para atender pacientes durante el pico de contagios que ya estamos viviendo. La inauguración se hizo con bombos y platillos, con la presencia de Alberto Fernández con alarde de colaboración entre “partidos de oposición”. Pero como todo en un Estado de los Monopolios lo que brilla no es oro.
A medida que se iban acumulando los casos empezaron a verse los problemas existentes. Lo sabemos, el sistema de salud argentino está colapsado hace décadas: hospitales sin estructura ni insumos, médicos mal pagos (cuando son pagos) y con turnos de 24 horas o más, etc. Todo lo que un trabajador en nuestro país conoce por sufrirlo. Todo esto en medio de una pandemia es una mezcla peligrosísima. El hospital Evita de Lanús acaba de ser evacuado y sus pacientes apiñados en el Polo Educativo porque más de 50 médicos se contagiaron el Covid-19 a causa de las malas condiciones en las que trabajan. Dado que el hospital no puede trabajar en esas condiciones, cerraron el laboratorio y las muestras comenzaron a enviarse a La Plata. Así, el resultado que debía darse en el término de 48 a 72 horas, demora hoy de 7 a 10 días. Entonces: más gente internada por el pico de la enfermedad más gente traslada desde el Hospital Evita más gente que no puede irse porque los resultados de los estudios demoran más tiempo da como resulta no un “hospital de campaña” sino un “campo de concentración”. Los pacientes llaman “pabellones” a los sectores porque, dicen, se parece a una cárcel. Cada vez, se suman más camas en un mismo espacio, lo que genera una situación de hacinamiento.
Ahora, están planteando que podrían mezclar hombres con mujeres. Imaginemos: nos es cómodo dormir fuera de nuestras casas internados, menos aún con la incertidumbre por nuestra salud, si a todo esto le sumamos que una mujer, por poner un caso, se tiene que cambiar delante de un hombre desconocido, podemos ver en qué situación nos están poniendo a los trabajadores y trabajadoras.
La comida es incomible. Nadie cree que en un hospital servirán un plato gourmet, de ahí el dicho “comida de hospital”, pero al menos exigimos que se respete la dignidad humana con una comida donde una papa parezca papa y la sopa, sopa. Los enfermos se han levantado ante esta situación y, por un día, sirvieron una comida un poco mejor, pero al otro volvieron a las andadas con viandas que no servirían ni para alimentar chanchos. Hoy la mayoría de los enfermos tiró la comida.
Están exigiendo que Grindetti, Kicillof, Fernández o quién sea, se haga responsable y trate a los pacientes como seres humanos que son y no como animales.
Esto es una muestra que el Estado de los Monopolios está dispuesto a ser un pagador serial cuando se trata de salvar la ganancia de esos monopolios, pero cuando se trata de las necesidades populares, no hay ningún recurso disponible.»