Acerca del conflicto en la policía bonaerense

Si quisiéramos poner un título que le dé un marco a esta situación debemos decir que la policía bonaerense es una de las instituciones represivas por excelencia del Estado burgués, de los gobiernos burgueses.

El reclamo policial que ocupa hoy la primera plana de todos los medios se da en medio de un gran desprestigio acumulado de esta fuerza represiva, lo que no es de ahora –por supuesto- cuestión por la cual le ha cabido el mote popular de “maldita policía”, organizador de zonas liberadas, partícipe de crímenes y delitos sin resolver, entre una serie interminable de aberraciones de todo tipo, como por ejemplo la reciente desaparición y muerte de Facundo Astudillo.

Hay una realidad que no es ningún secreto: con las restricciones en el AMBA devenidas por la pandemia hay muchas “cajas” que habitualmente maneja la fuerza que se han “caído”. Por ejemplo: las coimas a los comerciantes por servicios “de seguridad”, los negocios con la mafia de los barras del fútbol, con los trapitos en los espectáculos públicos, o el narcomenudeo que armó otras redes que ellos no manejan por ahora. Muchos quedan afuera de estos y otros negocios, una sucesión de hechos que los afecta directamente en el terreno económico. Y “para colmo” el gobierno provincial los está haciendo laburar y por si fuera poco, la gente los putea y los enfrenta cuando van a reprimir. No sorprende entonces que en un momento como este estén utilizando la fuerza para intentar posicionarse, algo que ya es viejo y no es la primera vez que pasa, en Buenos Aires y en otras provincias como Mendoza, por ejemplo.

El “conflicto de la bonaerense” como se lo denomina, es además la expresión de diversas contradicciones interburguesas que están permanentemente en disputa para ver quién se queda con la mejor parte de la torta. Negociados e internas. Y expresa sin dudas más crisis política dentro de la burguesía. Vale mencionar que hace apenas unos días el presidente y el gobernador de Bs. As. anunciaban un convenio “con la fuerza policial” para la compra de 2.000 patrulleros y para armar 6.000 nuevos policías. Dos mil patrulleros, no dos mil ambulancias, vale aclarar.

Frente a todo esto diversas son las voces que se escuchan. El “progresismo ilustrado” sale a posicionarse en “defensa de la democracia”. Claro qué nunca dicen de qué democracia hablan cuando pide su “defensa”, porque de lo que se trata es de preservar la institucionalidad de la democracia burguesa. Y de paso corrernos con “el cuco” del golpe de Estado.

En la “izquierda” del sistema hay de todo. Desde los que llaman a apoyar “la huelga”, hasta los que llaman “trabajadores” a los policías y los felicitan por utilizar los métodos de los obreros, hasta los que se solidarizan con Kicillof. Sin palabras.

Que muchos oficiales ganen por debajo de la línea de pobreza es parte de la hipocresía de la propia burguesía, en donde les cabe las generales de la ley de millones de trabajadores del Estado. Pero los revolucionarios, con independencia de clase, debemos denunciar que este conflicto es expresión de dos facciones de la propia burguesía; que los policías no son trabajadores, son individuos que sostienen una institución represiva en donde los han formado para reprimir a los sectores populares; y que acá no hay ningún riesgo institucional para la democracia burguesa. Por otro lado, no olvidar un principio siempre presente en el ideario de la clase dominante: tratar de embaucarnos en una discusión (“policía sí, policía no”) para embarrar la cancha de la lucha de clases. No hace tanto, “jubilado sí, jubilado no»,  y así.

Más allá del reclamo de los policías bonaerenses, esta situación le trae al gobierno un problema político muy grande, de envergadura, difícil, inclusive más allá de esto (sin desconocer que hoy todo se ha puesto blanco sobre negro). Un gobierno que muestra desconcierto, sin un rumbo claro y con 20.000 frentes abiertos.

Expresión de ello es el anuncio que hace esta noche el presidente Alberto Fernández, en donde determina que para mejorar los salarios de la bonaerense le quitará fondos a la Ciudad de Buenos Aires (que el gobierno porteño usa para financiar el funcionamiento de la Policía de la Ciudad). En definitiva, una vulgar disputa por la caja.

Lo que se les viene es como cuando te revienta un cohete en la mano. Porque es de predecir (como ya está ocurriendo dentro de varios Hospitales, por ejemplo) el reclamo de todos los demás trabajadores estatales en una especie de efecto dominó, en un sector en donde el gobierno burgués con la complicidad de las corporaciones sindicales ha decretado la prematura muerte de las paritarias, con una inflación anual que por lejos supera el 40%.

No olvidemos que en el próximo “acuerdo con el FMI” el Estado debe recortar gastos. Y que el presupuesto que maneja el Ministro Guzmán para el año que viene prevé un superávit fiscal del 4.5%, lo que implica un ajuste fenomenal en los salarios del sector público. Después habrá que ver qué pueden hacer y qué no, como siempre decimos: la moneda está en el aire.

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