Nuestro partido sostiene, hace años, el principio elemental de que la clase obrera (proletariado industrial) es el sujeto revolucionario. No lo inventamos nosotros, tampoco nos arrogamos ningún mérito por seguir sosteniendo ese principio elemental del marxismo. Tampoco somos los únicos que “decimos” eso. El problema está en que, entre el dicho y el hecho, hay un trecho.
Las actuales prácticas de la izquierda en general tienden a caer, no quizás en lo discursivo, pero sí en la práctica concreta que impulsan, en la teoría de la desaparición de la clase obrera. Así se identifica como actores estratégicos a los movimientos de desocupados, trabajadores de servicios (estatales fundamentalmente) e inclusive algunos llegan a ver en los y las docentes “el nuevo sujeto revolucionario”. Podríamos desarticular esas prácticas desde la teoría, inclusive desde la estadística, pero hoy queremos concentrarnos en un aspecto exclusivamente práctico del asunto.[1]
¿Concentrar las fuerzas en los sectores productivos implica marginalizar a los estatales, desocupados, etc., de la lucha de clases? ¿Cómo desde la clase obrera se articula con el resto de la sociedad?
Nuestro partido plantea “desde la fábrica hacia el resto de la sociedad” -cuestión simplificada ya que con fábrica nos referimos a la totalidad de los sectores productivos, como ser petroleros, obreros y obreras rurales, etc. ¿Qué significa esto?
En la producción se genera la plusvalía, que resulta apropiada por la burguesía. Esa plusvalía, generada en la producción, luego será disputada entre distintos capitalistas a lo largo de lo que se conoce como circulación del capital, donde diversos capitalistas se apropian, bajo la forma de ganancia, de una parte de esa plusvalía creada durante el proceso productivo. Si se corta la producción, no hay plusvalía para que circule. [2]
Desde este punto de vista –netamente marxista, nosotros no inventamos nada- el centro de poder en la sociedad capitalista no está en los palcos del Congreso, sino en los centros industriales del país. Atacando la producción se golpea política y económicamente a quienes ostentan el poder estatal: la burguesía monopolista.
Cuando planteamos que debemos construir “desde la fábrica hacia el resto de la sociedad” nos referimos justamente a que todos los planes de organización y de lucha política deben centrarse en la cadena productiva, puesto que objetivamente desde allí golpeamos más duro a la burguesía. Además, la clase obrera, que es el sector del proletariado que trabaja en la producción, por las propias características del proceso de trabajo tiene formas de organización más colectivas a la hora de trabajar, por lo que es más fácil también transformar esas formas colectivas de trabajo en formas colectivas de lucha. Esto quiere decir que la organización política para la clase obrera es más fácil que para otros sectores del proletariado, siempre hablando como clase y en términos históricos, no coyunturales.
“Pero ustedes son obreristas, hablan solo de la clase obrera, y los otros sectores en lucha ¿Qué hacemos con eso? ¿Nos olvidamos de estatales, desocupados, etc.?” ¡Alto ahí! Allí es justamente donde existe incomprensión respecto al planteo “desde la fábrica hacia el resto del pueblo” porque nosotros no decimos “organización solo para la clase obrera”, sino “atacar el proceso productivo”.
Afortunadamente en los últimos años han existido increíbles manifestaciones de unión entre las y los obreros y otros sectores del proletariado en lucha. Podríamos resumirlo en dos tipos de experiencias:
- Desde la clase obrera hacia el resto del proletariado:
Conflictos como los de SAMEEP (empresa de aguas de la provincia del Chaco), donde las y los trabajadores han planteado consignas en contra de los tarifazos al agua, y declarándola como derecho humano y no como mercancía; conflictos como el actual vitivinícola, donde la movilización por salarios de la clase obrera está arrastrando a otros sectores del pueblo trabajador e introduciendo allí la llama de la movilización. Las dos experiencias recientes que quizás tengan mayor importancia son las del conflicto de ArreBeef, donde los obreros y obreras, junto a sus familias, convocaron a la movilización de todo el pueblo hacia la planta; y la histórica huelga de Algodonera Avellaneda, que bloqueó otras plantas industriales del parque industrial y concluyó con una masiva movilización de todo el pueblo de Reconquista.
Es muy fácil e intuitivo ver cómo desde la clase obrera organizada se puede convocar a otros sectores, contamos además con una riquísima historia en ese sentido, con experiencias como el Villazo o la huelga de Mercedes-Benz en los 70’ que allanan el camino a esta discusión. Más difícil resulta ver el caso contrario.
- Desde el proletariado y el pueblo trabajador hacia la clase obrera.
Esta situación inversa es la que no se logra entender “desde la izquierda” pero que las y los trabajadores ya están desarrollando de manera independiente. El caso candente es el de los trabajadores de salud de Neuquén por estos días (que incluye a los de Rio Negro). Allí la huelga autoconvocada no se quedó solo en las movilizaciones hacia el centro de la ciudad, también se concentró en los cortes de ruta. Pero no cualquier corte de ruta, sino en los accesos a los pozos petroleros y las rutas que transportan esa preciada mercancía que explica más del 60% del PBI provincial. A partir del bloqueo de rutas que se inició masivamente en vísperas de semana santa, los trabajadores de salud no solo están golpeando las millonarias ganancias de los monopolios petroleros, además, con su actividad, están produciendo unidad de hecho con los trabajadores petroleros quienes van aprendiendo de los métodos de lucha autoconvocados que emplean los y las trabajadoras de salud y así se va encendiendo la llama de la consciencia, la lucha y la organización en un sector productivo donde la organización independiente de los trabajadores viene resultando muy difícil, por diversas condiciones sobre las cuales no nos detendremos aquí.
Pero la cosa ha trascendido ya a la unidad salud-petroleros. En una de las zonas productivas más importantes, la localidad de Añelo, a los cortes de ruta del personal de salud se le han sumado cortes de ruta de comunidades mapuches y de la población de Añelo que han salido a luchar en apoyo a los trabajadores de salud, o sea que salieron a apoyar directamente el reclamo del personal de salud ¡Tremenda unidad del proletariado, el proletariado industrial y otros sectores del pueblo trabajador en general! ¡Y todo gracias al golpe durísimo que se está efectuando sobre la producción y no sobre las “presiones” a “casa de gobierno”![3]
Imaginemos el golpe que se podría propiciar sobre el capital si la misma táctica fuera empleada sobre parques industriales y grandes empresas a lo largo y ancho del país desde los distintos sectores en lucha, incluyendo a los desocupados. Existen experiencias pequeñas desarrolladas en este sentido, organizaciones sociales pequeñas que se han movilizado a los grandes polos industriales donde están asentadas sus barriadas, y donde gracias a esa movilización han conseguido conquistas que resultaban imposibles movilizando a “al centro”, como es el caso de las barriadas de Burzaco que rodean la planta de Danone (La Serenísima) quienes gracias al bloqueo de la planta consiguieron entrega regular de leche y yogures.
El planteo que hacemos “desde las fábricas hacia el resto de la sociedad” para construir poder local no es una abstracción, ni tampoco obrerismo. Es un planteo bien material y concreto tomado de las propias experiencias de lucha que histórica y actualmente viene desarrollando nuestro pueblo, y constituye la única vía de construcción de unidad real entre los sectores en lucha, de unidad por abajo, de unidad en la acción.
Todavía falta mucho. El peso de la ideología burguesa es muy grande. Los niveles de organización en el proletariado industrial todavía son débiles. El peso de la represión dentro de las empresas pesa mucho. La izquierda hegemónica con sus grandes aparatos tuerce el camino lógico de la lucha hacia las tradicionales “marchas de la derrota”.
Por eso no es casualidad que movidas completamente independientes, como son las de los autoconvocados de salud en Neuquén y las de los obreros y obreras de Algodonera Avellaneda, ArreBeef y vitivinícolas sean las que vienen haciendo punta.
Porque se gestan con verdadera independencia de clase: sin miedo a bloquear la producción; sin miedo a organizarse por dentro del sindicato, pero si es necesario, también por fuera de éste; sin miedo a romper cualquier legalidad; sin miedo a romper con la democracia representativa, verdadera concepción burguesa de organización, y a construir una democracia directa, verdadera génesis de la democracia obrera.
La necesidad de construir y fortalecer el PRT para anular la ideología burguesa de izquierda y derecha en el seno del proletariado; para fagocitar y desarrollar este tipo de experiencias alejadas de la institucionalidad del Estado burgués es impostergable para que la lucha de clases de estos necesarios saltos cualitativos.
[1] Sobre la importancia de la clase obrera en Argentina, el lector puede consultar nuestro libro “Argentina ¿un país industrial?” donde con datos objetivos se desarticula la creencia de que el peso de la clase obrera Argentina es mínimo.
[2] A propósito, ver nuestra nota de ayer “La otra cara de la crisis capitalista: el aumento de la deuda global”.
Disponible en: https://prtarg.com.ar/2021/04/09/la-otra-cara-de-la-crisis-capitalista-el-aumento-de-la-deuda-global/
[3] Estamos hablando de cortes de ruta que se mantienen hasta estas horas. No es “historia pasada” ni un espasmo, es historia viva.