El jueves pasado en la empresa Pirelli ubicada en la localidad de Merlo nuevamente el sistema productivo inhumano del capital monopolista se llevó la vida de Marcelo Uliaraga, un joven trabajador de 24 años con una antigüedad en la empresa de apenas 4 meses y con la esperanza de satisfacer por medio de su trabajo tantas necesidades presentes en su vida.
Decimos sistema productivo inhumano y no “accidente laboral” como afirman la empresa y el sindicato, porque ni la máquina, ni el sistema de trabajo donde fue enviado a trabajar cuenta con los mínimos e indispensables recaudos para evitarlos.
Simplemente, no se hubiera producido este lamentable hecho de haberse tenido en cuenta el entrenamiento del trabajador, las correspondientes medidas de seguridad y los correspondientes controles para su manejo. Como tantos otros, era una situación totalmente evitable.
Tal como ocurre en tantas empresas industriales, tal como el capital monopólico está acostumbrado, la vida de los obreros poco importa, lo importante es la mercancía, el producto, la plusvalía, el negocio y las prebendas que las burocracias aceptan a cambio de mantener la paz social en las empresas.
Lo importante son las necesidades del capital y sus ganancias a costos muy bajos. Tan bajos que ni siquiera ameritan el gasto de sensores, sistemas preventivos y tecnologías básicas y mínimas que en términos monetarios representan una minucia.
La ruindad empresarial es tan profunda como el hecho de que no es la primera vez que ocurren “accidentes” de estas características en esa máquina como así también en otras y no solo en Pirelli sino también, en Fate y Brigestone y en todo el régimen fabril de nuestro país.
En Pirelli hay cerca de 70 casos de Covid 19. La fuerza laboral disminuida acentúa el ritmo de producción de los no contagiados. Esta es la premisa básica del capital monopolista y su promiscua esencialidad.
Por ello, la fiesta productiva debe seguir aun a sabiendas que las cacareadas medidas y protocolos de distanciamiento que deben regir en la empresa atenten en contra del trabajador, que se ve obligado a la presión de duplicar su esfuerzo productivo por demanda de la empresa, sin los controles y la seguridad adecuadas.
La reiteración de “accidentes” es la característica de la época porque contrariamente a lo que parece ni la crisis, ni el Covid atenúan los ritmos productivos. Por el contrario, sostener la producción de neumáticos y aumentarla es también parte del mismo combo. Para la gran producción automotriz es esencial la productividad laboral y es esencial la producción en toda la industria porque es esencial el sostenimiento del manantial de ganancias que ello representa.
En este escenario, el trabajador es considerado como un actor secundario y hasta terciario. Sin embargo, aunque se oculte, solo gracias a la clase obrera hay ganancias de los monopolios. Lo que pone en evidencia es que entre ambas clases hay una distancia abismal y antagónica.
La desaprensión por la vida de la clase obrera y trabajadora en general es la conducta intrínseca del parasitismo del capital monopolista que vive a expensas del trabajo ajeno, al costo de las propias vidas obreras, de condiciones de trabajo paupérrimas y de salarios miserables.
La destrucción de fuerzas productivas es un hecho indisimulable que se pone en evidencia ante la exasperante sed de ganancias de los monopolios.
Las investigaciones por venir y los lamentos por la muerte de Marcelo no lavan las culpas ni las causas de todo ello. Porque mientras sigan en pie estas condiciones de trabajo y de vida habremos de entristecernos con estos sucesos. Más aun en esta época.
Por ello, el control de todas las medidas de seguridad que van a recaer nuevamente en la empresa no garantizan nada. Por el contrario, siguen poniendo en juego las vidas obreras.
El control político de los trabajadores sobre las condiciones laborales debe ser permanente e independiente. Negarse a trabajar en estas condiciones es asumir la defensa de nuestros intereses.
Organicemos la resistencia activa contra estos atentados de las patronales en lo laboral, en lo salarial yen lo referente a nuestras libertades políticas. Nuestras necesidades están primero.