El viernes 30, tal como lo habían anunciado, los choferes del transporte de pasajeros realizaron diversas movilizaciones con cortes en Acceso Oeste a la altura de Moreno, en Ingeniero, Maschwitz y en Puente Pueyrredón. Participaron trabajadores de las líneas 540, 553, 291, 520, 228, 314, 71,41,707, 130, 740,315,440, 203,57, 216, transporte La Perlita, Monza (60) entre otras, de las diversas zonas de Buenos Aires y no sólo de corta sino también de media distancia.
Esta iniciativa autoconvocada es producto de una pronunciada y extendida lucha que pone en tela de juicio el ajuste y las reducciones salariales de la politica oficial que se rubrican por arriba, con acuerdos sindicales de las mafias de UTA a espalda de los mismos trabajadores y en beneficio de los empresarios.
El ninguneo de las paritarias y la paralización de las negociaciones son un claro ejemplo de estas decisiones.
Desde el amplio debate y en un marco de marcado descontento se generalizan iniciativas en varias líneas que resolvieron avanzar unificadamente por fuera de las estructuras sindicales burocráticas pro patronales con movilización propia. En todo ello cuenta también la innumerable cantidad de conflictos dentro de cada línea y las respuestas de que los trabajadores vienen dando desde su propia acción.
El significado de esta movilización fue una señal más que evidente del estado de bronca existente. A punto tal que choferes de empresas como La Perlita fueron echados por participar de esta movilización y vueltos a reincorporar producto del grado de efervescencia que hay en las bases.
Es claro que a las patronales y a los burócratas les duele esta iniciativa y pretenden amedrentar con sanciones a los choferes que participan en ellas. Sin embargo, el estado de ánimo lejos de relajarse va mas allá en consonancia con el estado deliberativo y de acción que ya se ha instalado.
La demanda de un salario en mano de 100.000 pesos más listados de múltiples demandas laborales incumplidas, como descansos, frecuencias etc.… más la vacunación contra el covid son una sumatoria que expone el grado de deterioro al que han llegado sus condiciones salariales ($63.000 es el salario de bolsillo de un chofer, o sea, salario de hambre) y de trabajo en las que están incluidas por supuesto también las conquistas de libertades politicas duramente sofocadas por los monopolios y UTA.
Por citar un ejemplo de esto último, en el colmo de la alcahuetería de algunos personajes del sindicato, la empresa 216 y otras más suspendieron y sancionaron a varios choferes que “se atrevieron” a difundir por WhatsApp la convocatoria del 30 de abril. La total asociación de ambas estructuras es clara. Son dos caras de la misma moneda, pero, además, es claro el miedo de las patronales y sus chupamedias a las acciones independientes de los trabajadores.
En este escenario de lucha es donde comienza a pesar la resistencia activa que ya es un hecho ineludible y tangible en las negociaciones entre monopolios y Estado por los subsidios que reciben las empresas de transporte y que todavía no han concluido.
La disputa de intereses por hacerse de esas grandes sumas es tremendamente aguda. En esta contienda interburguesas, que salten a la luz las demandas más sentidas de los choferes va contra sus propios planes y les embarra la cancha de forma indisimulable.
Porque tras cartón de esas negociaciones por subsidios, viene también considerar aumentos irrisorios y sumas fijar a los trabajadores, cosa que por un lado explica el ninguneo a las paritarias y por otro reafirma la aspiración de los monopolios y UTA de mantener los salarios chatos y bastante lejos de los 100.000 pesos que demandan los choferes.
Por lo tanto, la lucha de clases no sólo reafirma el marco de resistencia activa en donde la clase obrera enfrenta a sus explotadores, sino que el enfrentamiento a toda esta calaña acentúa las debilidades políticas del poder que ve como sus planes se ven entorpecidos y trabados cada día de forma más evidente a medida que se extienden los enfrentamientos.
La puesta en marcha de todas estas acciones de los choferes desde cada empresa, lejos de dividir, fortalece la lucha general. Y, por el contrario, esa lucha general en la medida que se corresponda a las necesidades de los choferes es la que permitirá avanzar con más contundencia en el las conquistas y demandas.
Lo fundamental es la organización independiente, permanente y amplia de los trabajadores en sus lugares de trabajo.