El título de una nota de Infobae dice lo siguiente: “En un nuevo aniversario de su fundación, la violencia terrorista no opaca la vocación de paz y progreso de Israel”. Nota del 14 de mayo de 2021, 73° aniversario de la creación del Estado de Israel. La “vocación de paz” no parece incluir a los palestinos. Y, cabe aclarar, el grupo Hamas no representa a la totalidad del pueblo palestino.
Una vez más, el Estado Terrorista de Israel arremete contra el pueblo palestino. Los medios de comunicación te cuentan que el motivo de este nuevo episodio trágico fue religioso: el “Día de Jerusalén”, fiesta nacional que conmemora el control que Israel ejerce sobre Jerusalén Este desde 1967 (fin de la Guerra de los Seis Días), unificando así el dominio sobre toda la ciudad, coincide con la llamada Noche del Poder de la religión musulmana, la más sagrada del Ramadán y de alta significación religiosa.
Los enfrentamientos callejeros derivaron en una brutal represión de la policía israelí sobre la Explanada de la Mezquita con un saldo de cientos de palestinos heridos. De inmediato, el pasado lunes a la tarde-noche, la organización Hamas lanza una andanada de misiles sobre Tel Aviv, Ashkelon, Asdod y otras ciudades.
La respuesta no se hizo esperar: Israel bombardeó la Franja de Gaza, territorio palestino auto gobernado y controlado por Hamas, en el que viven casi 2 millones de personas en una superficie de 385 kilómetros cuadrados.
A lo que no se refieren los medios, más allá de alguna referencia equívoca, es a los verdaderos motivos de los devastadores ataques de Israel: más allá de los argumentos esgrimidos acerca de la “defensa legítima” ante los ataques con misiles por parte de la milicia de Hamas, lo cierto es que desde hace décadas que se viene estableciendo una política de segregación y aniquilamiento hacia el pueblo palestino, cosa que se disfraza hablando de “guerra” o “enfrentamiento”, como si se tratara de fuerzas en similares condiciones, cuando de un lado tenemos a un Estado invasor poderoso y del otro a una población colonizada y marginada.
Uno de los peores crímenes contra los pueblos por parte de la clase dominante es la utilización de los aparatos represivos del Estado para amedrentar, asesinar, discriminar o directamente llevar adelante una política de exterminio contra poblaciones civiles.
De hecho, Israel ocupa de manera ilegal estos territorios (Cisjordania, Jerusalén Este, un sector de la Franja de Gaza) siendo que la Corte Internacional de Justicia, la Asamblea General de la ONU y el Consejo de Seguridad de la ONU lo consideran como potencia ocupante y, a la ocupación, una afrenta al derecho internacional.
Además, la Franja de Gaza padece un bloqueo aéreo, terrestre y marítimo impuesto por Israel y Egipto desde 2007, lo cual se considera como una ocupación indirecta de este territorio. Pero el punto saliente de la cuestión y que explica lo ocurrido en estos días, es lo siguiente: un Tribunal Superior de Justicia de Israel dictaminó que varias familias palestinas debían abandonar sus casas para que fueran ocupadas por colonos israelíes en Jerusalén Este, con el argumento de que esas casas eran de su propiedad antes de 1948 (año de la fundación del Estado de Israel). Sin embargo, los reclamos de las familias palestinas en el mismo sentido (referidas a la parte Oeste de la ciudad) nunca fueron escuchados.
De lo que se trata es de un proceso de colonización que expulsa a los palestinos de su territorio. Cabe señalar que muchos palestinos viven en guetos, sufren bloqueos de insumos esenciales, y son castigados de manera permanente por las fuerzas militares y policiales de Israel.
La “excusa” es la guerra y la defensa del territorio de las “agresiones terroristas”, pero en realidad se trata de un despojo y un martirio que pretende expulsar de manera definitiva al pueblo palestino. La Autoridad Nacional Palestina, sin ir más lejos, tiene sede en Cisjordania, territorio que para Israel se halla en disputa.
Muchas son las voces en Israel que se muestran favorables a la convivencia con el pueblo palestino y que sostienen que debe terminar la ocupación de sus territorios.
De hecho, en los últimos años no fueron menores las protestas contra la política asesina del primer ministro Netanyahu, envuelto en serias acusaciones de corrupción y que recurre de manera permanente al discurso nacionalista para distraer a la opinión pública.
Hay que recordar, además, que el 20 % de la población israelí es de origen palestino.
Repudiamos de manera enérgica la violencia del Estado Terrorista de Israel.
Alentamos la libre determinación del pueblo palestino, que lucha no sólo contra el enemigo exterior, sino también por democratizar sus propias instituciones y conquistar sus derechos políticos. (Habiendo marcado un hito en este sentido la Revuelta Árabe de 2011).
Por el cese inmediato del fuego y el fin de la ocupación de los territorios palestinos.
Por una Palestina libre y el pleno reconocimiento de toda la comunidad internacional a la existencia del Estado Palestino.