Puede sonar un poco fuerte, pero uno de los principales problemas que hoy afronta el proceso revolucionario en nuestro país es el accionar de los contrabandistas de las ideas burguesas en el seno de la clase obrera y el pueblo trabajador.
Los hay de varias comparsas, pero en general se los identifica porque aparecen disfrazados con un discurso “de izquierda” o “combativo” promoviendo “procesos” a los que denominan “progresistas” y viven ensayando argumentos para tratar de explicar los alcances y los “límites” de dichos procesos.
Ninguno se propone atacar las bases fundamentales de la dominación burguesa, Dios los libre de semejante sacrilegio… Son los apologistas de las instituciones, de la institucionalidad toda… dentro de ella todo, fuera de ella nada.
Muchos, aunque en momentos como este no lo digan abiertamente, son apologistas de gobiernos como el de los Fernández, que nunca se propusieron ni se propondrán terminar con el capitalismo porque son parte esencial del mismo. Eso sí: critican a estos gobiernos por cómo “redistribuyen la riqueza” y les señalan el error de no haber “elevado la conciencia de las masas”.
Estos voceros del reformismo y el populismo nada dicen respecto a que los monopolios y la clase burguesa en su conjunto no vieron afectadas sus ganancias en ningún momento. Por el contrario, los capitales, como estos mismos gobernantes admitieron, se la “llevaron en pala”. Las ganancias capitalistas no dejaron de aumentar y, más allá de las bravuconadas, los capitales vieron garantizadas su producción y reproducción simplemente porque las medidas que se toman no apuntan nunca a tocar los intereses de la burguesía monopolista.
Esas “políticas” en boca de tantos que nos dicen que “hay que incentivar el consumo interno” también trae aparejadas formidables ganancias a los monopolios, porque son esos mismos capitales los que desempeñan un papel decisivo en la vida económica del país en la etapa actual del Capitalismo Monopolista de Estado.
Nada dicen respecto a que toda la riqueza proviene del trabajo asalariado y entonces es el producto del trabajo de millones de obreros y obreras el que se “derramaría” a los demás sectores populares y no ganancias que se le hayan tocado a la burguesía. Ellos no pusieron ni ponen un centavo.
Ejemplos hay un montón. Por ejemplo: el uso indiscriminado de los fondos de la ANSES (que son de las trabajadoras y trabajadores activos y pasivos) o lo recaudado por el impuesto al salario (mal denominado impuesto a las ganancias) fueron y son los recursos que la burguesía monopolista utiliza: todos los gobiernos, tanto “nacionales y populares” como “neoliberales”. Hacer política con plata ajena es parte de la esencia de cualquier burgués
En el “mejor” de los casos, la concepción que “si el pueblo tiene para consumir es feliz” es totalmente retrógrada y reaccionaria en toda su línea, propia del carácter de clase de la burguesía y su profundo desprecio y subestimación al pueblo.
A nadie puede sorprender entonces que los reformistas y populistas digan siempre que hay que dejar la revolución para un mejor momento; con el argumento que “si las masas no tienen conciencia”… ¡¡¡cómo van a luchar!!!, expresando claramente que lo que menos buscan es la revolución y un cambio de sistema.
Todas estas ideas trasnochadas son un fetiche propio de teóricos que se dicen “marxistas”. En realidad, son falseadores del marxismo y contrabandistas de las ideas burguesas en el movimiento obrero y popular.