Hace tiempo que se profundiza un contexto en el que los monopolios requieren un ajuste brutal sobre los pueblos para superar la crisis capitalista, crisis que es anterior a la pandemia, aunque usen el pretexto del coronavirus para ajustar aún más y cómo arma de represión.
Estas políticas las hacen a través de los Estados y todas sus instituciones, sindicatos empresariales incluidos, al servicio de las ganancias de un grupúsculo de multinacionales y corporaciones financieras.
Nos llenan de propagandas sobre “nos quedamos en casa” o “nos cuidamos entre todos”, mientras culpan a la juventud y a los trabajadores por los contagios, pero lo cierto es que eso es sólo palabrerío barato cuando, como ocurre, no se ha invertido un sólo centavo en salud pública y, lejos de garantizarse condiciones de alimentación y sanitarias a la población, el hambre muerde las panzas de las clases populares.
En las fábricas (que sólo son esenciales a los negocios) se sigue produciendo. ¿Cómo es que es esencial la industria automotriz de exportación, o la fabricación de cigarrillos, o la fabricación de golosinas?, por citar algunos ejemplos nada más.
No se ha invertido en salarios, ni tampoco en contratación de personal, ni en equipos, suministros, camas, personal de reserva… pero mientras, se han pagado religiosamente subsidios a grandes empresas, intereses de deuda, etc.; todas formas fraudulentas de robarle al pueblo trabajador, en nombre de los monopolios, lo que producimos con nuestro sacrificio. Hasta tuvieron el cinismo de disfrazar de “ayuda al trabajador” los subsidios a grandes monopolios en concepto de salarios, llámense RETRO o ATP.
En medio de este contexto, nuestro pueblo que siempre levanta en alto la bandera de la dignidad, viene llevando adelante luchas de resistencia a estas políticas, en las que se expresa como clase, con la forma asamblearia que le pertenece, en unidad y con independencia de todas las instituciones del sistema.
Y en esas luchas está también la lucha del personal sanitario de Neuquén, nuestro digno Elefante, las y los Trabajadores Autoconvocados de Salud, quienes han llevado adelante una gesta que les obligó a las petroleras, su gobierno y sus sindicatos a torcer el brazo y ceder un poco de lo que no quieren ceder.
Y eso les duele. A la burguesía le duele la dignidad del pueblo, le duele su organización y su lucha, porque saben que ese es el camino que lleva al fin de sus privilegios de clase.
Y porque les duele es que arremeten con furia y pegan donde pueden. Sumarios, causas y ahora el despido del compañero Aigo, enfermero. Buscaron el muerto en el ropero para justificar que lo despiden, pero todos sabemos que esto es sólo represalia, intento de disciplinamiento para que no los enfrentemos, para que sus privilegios nunca tiemblen. Y no porque sean fuertes, sino todo lo contrario, porque son débiles. Mientras tanto el Covid provoca hospitales colapsados, niños y niñas entubados, personal extenuado por sobrellevar esto en condiciones inhumanas, personas en el piso de los hospitales esperando a ser atendidas, si es que llega a ser posible, claro.
Es que la capacidad humana tiene un límite, un límite que ya estaba superado antes de la pandemia en el caso del personal sanitario; y que en este contexto su actuación sólo puede calificarse de homérica.
Y no olvidemos que son también, además de quienes enfrentan la pandemia, quienes están siendo obligados, por las políticas de vaciamiento de la salud pública, a decidir a quién se prioriza en la atención médica, con la carga humana que ello representa.
Pero para el gobierno, para los sindicatos, cuyos representantes critican más a los trabajadores que al gobierno y las petroleras, como Pereyra y Quintriqueo, y para la burguesía que les da las órdenes, acá “lo que corresponde” es perseguir trabajadores de salud y quitarlos de la prestación del servicio, castigarlos por reclamar condiciones de trabajo y vida con dignidad, aunque eso conlleve más pérdidas de vidas humanas, peores condiciones generales de vida y de prestación del servicio de salud.
Y como broche de oro, en la peor muestra de cinismo y desfachatez, publican un comunicado de contratación de personal itinerante de salud para el interior, con oferta de salarios que duplica largamente lo que percibe el personal de la provincia de Neuquén.
Esta podredumbre ya no nos sirve, es hora de unirnos para construir una vida digna, y el camino es la organización permanente de los trabajadores, con democracia directa, sin dirigentes burgueses; que seamos los mismos trabajadores los que decidamos nuestro camino: la autoconvocatoria, las asambleas, los delegados pegados a las bases, es el camino para superar la miseria a la que nos someten, en unidad con todos los sectores del pueblo dispuestos a apoyar la lucha por vida digna.