En nuestra propaganda venimos sosteniendo que la actual crisis no es producto de la pandemia, sino que es una crisis de superproducción. Que ésta como tal trae consecuencias y que ese tendal todavía no ha llegado a su máxima expresión.
No se trata de tener fe, como nos pide el gobierno, y esperar de brazos cruzados cómo la vida nos lleva por delante. El pueblo tiene muy claro, ya sea por conocimiento o intuición, que siempre de las crisis somos los que nos llevamos la peor parte, que nuestros verdugos siguen apropiándose las fortunas y nosotros ponemos el lomo. Y en tiempos de pandemia también ponemos los muertos, exacerbándose más la situación.
La industria automotriz no está por fuera de esta crisis de superproducción. A nivel mundial hay grandes ganadores y grandes perdedores.
Monopolios que terminan imponiendo condiciones, que avanzan en el proceso de concentración de capitales, sin importarles absolutamente nada más que su ganancia.
Recomendamos al lector buscar notas en esta misma página y mirar algunos de los videos en nuestro canal de YouTube, en donde exponemos con datos y fundamentos el problema de la crisis de superproducción ya que en esta nota queremos avanzar un poquito en lo que vemos como una necesidad urgente de las tareas en los lugares de trabajo, bien pegados a la máquina.
De los desafíos que se nos vienen a la clase obrera por delante y necesitamos comprender, no sólo para que esa crisis no nos termine rompiendo el lomo sino también para que sirva como trampolín de una nueva calidad en el proceso revolucionario.
Cuando hablamos de industria automotriz no nos referimos solamente a las terminales como Ford, VW o Toyota sino también a toda la cadena de valor, autopartistas de distintos rubros como Metalsa, Gestamp, Lear, logísticas, mantenimientos, etc.
Porque cuando de explotación se trata los burgueses no discriminan, explotan.
La producción en el mes de mayo subió un 19.2% y las exportaciones un 25.4% y sobre ese piso es que planifican un incremento durante los próximos meses, y no tengan dudas lectores que lo planifican aumentando la productividad, o sea, a costa de mayor explotación y sacrificio de las obreras y los obreros.
En esa ambición entra a jugar un papel la parte sindical, con el SMATA a la cabeza, pero también los demás sindicatos de las autopartistas, meten presión con el tema de la preservación de los puestos de trabajo.
Ideológicamente apuntan a la “articulación” entre el capital y el trabajo y en nombre de todo eso facilitan a las empresas la realización de dicha productividad.
Esto genera un malestar y un descontento, que muchas veces no se llega a expresar colectivamente pero que empieza a ser un talón de Aquiles para las empresas y que como clase tenemos que tomarlo en cuenta, prestarle atención para ver qué pasos dar.
No hay lucha chica. Ahí donde quieren sacar un puesto de laburo o ahí donde quieren agregar tareas hay que resistir
Hay que intentar plantearlo colectivamente, ponernos de acuerdo entre un grupo de trabajadores y llevar adelante ese pequeño enfrentamiento, clavar una estaca en esa experiencia. Ver que si actuamos podemos ganar o no, pero vamos poniendo piedras en el camino de la mayor explotación.
Desafío es también ir articulando experiencias entre los diferentes sectores de trabajo, ver de buscar los mecanismos de unidad donde “mi” experiencia puede serle útil al otro y viceversa.
También intercambiar desde ahí con trabajadores de otras fábricas que transitan los mismos problemas. Esa unidad bien por abajo es la fundamental para ir dando pasos ya no como trabajadores aislados sino como clase.
Ir dando pasos concretos en una organización independiente que exprese los más profundo y más sentido de las y los trabajadores.
Vertebrar un proyecto político que a través de la acción muestre el camino concreto de la posibilidad de construir una sociedad mejor para nosotras, nosotros y para las generaciones venideras.