Quebrar el ajuste es lucha política

La implementación de un ajuste que repercute en las condiciones de vida y de trabajo de millones de compatriotas asalariados (activos y jubilados, formales e informales, en relación de dependencia y cuentapropistas), es una política que la clase dominante y su gobierno vienen aplicando, continuidad de la administración anterior, como elemento fundamental para capear la crisis capitalista. Dicho ajuste abarca los recortes del gasto estatal; la inflación que ataca directamente los ingresos trabajadores; el aumento de la productividad en las empresas (o lo que es lo mismo, mayor explotación de la mano de obra); el ataque a conquistas laborales que, de hecho y de un día para otro, son borradas de un plumazo por las patronales; el manejo de las medidas sanitarias en medio de la pandemia en la que se prioriza la continuidad de la producción por sobre la salud de trabajadoras y trabajadores.

Este renovado ataque ha sido y es enfrentado por la clase obrera y trabajadores en general que, como venimos analizando, van marcando una nueva impronta en el proceso de la lucha de clases en nuestro país. Con alzas y bajas, la resistencia activa (y precisamente, por tratarse de una resistencia) no se destaca por una manifestación única; son miles y miles de acciones que cotidianamente se dan en el seno de cada empresa, en las que la clase productora echa mano a metodologías de organización de base que comienzan a extenderse y a masificarse, aunque aun no logren romper el techo de la contención de las estructuras sindicales traidoras y entreguistas, pero que sí se ven cada vez más condicionadas por la acción que viene desde abajo.

Sin embargo, de lo que se trata no es de condicionar a dichas estructuras sino de pasar a niveles organizativos de la clase que las saquen del medio y derriben ese muro que se levanta entre las aspiraciones de lucha y de protagonismo de las bases obreras y la posibilidad de concreción de tales aspiraciones para avanzar hacia nuevos niveles de enfrentamiento clasista.

Las condiciones para ello están dadas ya que el repudio a las estructuras sindicales es generalizado. Pero el grado de organización de las fuerzas independientes, con un programa y metodologías clasistas, todavía son insuficientes.

El proceso descripto seguirá desarrollándose y extendiéndose. Pero el objetivo de quebrar el ajuste necesita de una elevación de esas luchas, que nacen inevitablemente en el plano de la lucha económica, al nivel de la lucha política.

Cuando afirmamos esto queremos significar que, si bien el nivel de las luchas crece y se extiende por las más diversas reivindicaciones inmediatas de la clase, todavía es marcadamente insuficiente la identificación de que esas demandas son producto no de una política de la patronal que se enfrenta en particular, sino que esa patronal lleva adelante una política que responde a toda la clase dominante.

En la experiencia concreta las trabajadoras y trabajadores apuntan sus dardos hacia los patrones y los sindicatos (lo que es absolutamente indispensable que suceda) pero ese cuestionamiento no está acompañado de una caracterización sobre que lo que allí se enfrenta es parte de una política que abarca a todos los patrones como clase, incluido el Estado y los gobiernos. Mientras esto no suceda será muy difícil superar las barreras políticas e ideológicas con las que la burguesía somete a la lucha y la intenta condenar a una lucha particular que impida la lucha general de la clase explotada contra toda la clase explotadora.

En ese aspecto entonces radica hoy una de las tareas principales de los revolucionarios. Desde la propia experiencia de lucha que se trate el papel de la propaganda política que exprese el marco general de la lucha de clases en la que se desenvuelven los conflictos en esta etapa; la labor del tribuno revolucionario que despliegue la lucha política e ideológica en el seno de la clase; la explicación de las iniciativas particulares y generales de la burguesía en el marco de las políticas que implementa como parte de una política abarcadora que afecta a las y los trabajadores tanto dentro como fuera del trabajo, para superar la crisis capitalista; tener como guía la necesidad de consolidar a cada paso los niveles de organización independiente que promuevan y garanticen el protagonismo de la masa obrera; todas estas son acciones indispensables a llevar a cabo para aportar a una elevación de la consciencia política de la clase obrera y demás sectores asalariados y que se avance en el reconocimiento como una sola clase que debe enfrentar como tal las políticas de la clase enemiga.

En la medida que estas acciones se pongan en práctica de manera planificada, persistente y consecuente, estaremos interviniendo en la lucha de clases con la visión estratégica de la lucha por el poder, en la que hoy es fundamental dar los pasos mencionados para elevar el enfrentamiento a un plano político que aporte al fortalecimiento del movimiento revolucionario en nuestro país.

 

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