Cuba está sufriendo una crisis económica y política que se refleja en lo social con manifestaciones callejeras en distintas localidades, la cuales se publicaron ampliamente en el día de ayer a través de todos los medios masivos de difusión.
El presidente de ese país, Miguel Díaz Canel reconoció el hecho en un discurso televisivo al afirmar que el protagonista en las calles era el pueblo, pero aclaró que en ese movimiento se encontraban sectores con reclamos auténticos, y otros, minoritarios, con una voluntad contrarrevolucionaria quienes agitan la intervención del imperialismo bajo el manto de “ayuda humanitaria”.
También en su discurso, el presidente llamó a los revolucionarios y comunistas a defender la libre determinación del pueblo cubano ante las dificultades que enfrenta la isla y a combatir con firmeza el embate reaccionario. Es de mencionarse que en medio de la situación de pandemia y, a pesar del bloqueo inhumano impuesto por Estados Unidos, los cubanos han desarrollado tres vacunas (una de ellas se encuentra en fase tres) siendo el único país de América en realizar semejante logro.
Desde nuestro partido sostenemos con firmeza el principio de que los problemas de ese país deben solucionarlos los propios cubanos quienes decidirán soberanamente los caminos no sólo para resolver esta crisis sino también para la continuidad y profundización del socialismo en Cuba.
Lo destacable, además, es el furibundo ataque propagandístico e ideológico desarrollado profusamente por los medios de la burguesía y el periodismo partidista. La burguesía transnacionalizada aprovecha para dar una vuelta de tuerca a la lucha contra el socialismo.
El argumento central es que el gobierno de Cuba es una dictadura que reprime al pueblo. Es patético ver y escuchar que gobiernos, funcionarios, políticos, periodistas, personajes de la televisión y la radio afirman tal cosa y claman por el respeto a los derechos humanos cuando ante las revueltas en Chile, el golpe de estado en Bolivia, las brutales represiones en Colombia, Brasil, Perú, los bombardeos y genocidio en Palestina, las guerras imperialistas en Siria, Afganistán, Irak, sólo por nombrar algunos hechos que generan miles de muertos, desaparecidos, heridos, mutilaciones, violaciones, torturas y destrucción masiva que condenan a los sobrevivientes a la marginación y pobreza por generaciones futuras, no han pestañado ni movido un sentimiento o llamado al cese de tal masacre.
Por su parte, Estados Unidos, además de reprimir abiertamente a su pueblo (recordemos los últimos hechos raciales) ha intervenido y fomentado todos los golpes de estado que ha habido en América e intervenido en las cuestiones internas de innumerables países en el mundo argumentando que ven peligrar sus intereses, tal cual lo hace ahora con Cuba. Pero esto no excita ningún nervio justiciero en estos señores a cargo de la comunicación masiva.
Esos detestables personajes custodios del capitalismo y sostenedores de la más encarnizada violencia contra los proletarios y pueblos laboriosos en todo el planeta, hablan con la naturalidad que les otorga su cinismo descarado y despótico denunciando a Cuba en donde no se ha registrado ningún muerto, herido, torturado, etc. que haya participado de estas manifestaciones.
Y no decimos que no los vaya a haber si los provocadores burgueses persisten en sus intentos contrarrevolucionarios. Porque, si esos sectores deben ser reprimidos con la utilización de las armas, seguramente los cubanos lo van a hacer, sin temblarles el pulso.
Porque, pongamos las cosas en claro: la burguesía gobierna bajo la dictadura de su clase la cual puede tomar forma de “democracia” formal o dictadura militar. Y esto lo hace a través de la herramienta del Estado que es el órgano de represión de la clase que está en el poder.
La democracia burguesa es una gran mentira porque el pueblo no gobierna ni podrá gobernar nunca bajo esa forma de organización política. La minoría que detenta el capital y se adueña de todo un país y, en consecuencia, del mundo, ejerce su dominio sobre las grandes mayorías proletarias y populares que son quienes, además, producimos todo lo existente, pero sólo somos dueños de nuestro magro salario y de las penurias de todo tipo mientras ellos parasitan y viven de los placeres y de la acumulación constante de capital a nuestra costa.
Por eso, la lucha que hacen los pueblos del mundo en contra del dominio burgués, es una lucha (con todos sus aciertos y errores) que los proletarios y pueblos del mundo debemos defender como reivindicación de nuestros derechos humanos, nuestra dignidad, nuestra posibilidad y derecho de adueñarnos socialmente de lo que creamos con nuestro trabajo, de nuestro desarrollo humano, objetivos que no entran en la imaginación de la burguesía, porque cuando ellos hablan de “derechos humanos” se refieren, sin decirlo, al “derecho” a explotar trabajo y vidas humanas.
Por eso, mientras existan clases sociales, los proletarios y pueblos del mundo que conquistan el poder deben valerse de un Estado diferente, un Estado en manos del proletariado y el pueblo, de un Estado en el que el proletariado y el pueblo ejercen la democracia de las mayorías por sobre la minoría parásita, y que tiene el deber de reprimir cualquier intento de la burguesía de reinstalar el sistema capitalista y con él la explotación del hombre por el hombre. Esta es la dictadura que denuncian estos señores burgueses y a la que le temen y, en consecuencia, combaten con furia, mientras sostienen impunemente su dictadura.