A propósito del nuevo aniversario de la muerte en combate de nuestra dirección histórica ocurrida el 19 de julio de 1976, y del acto realizado por nuestro partido el pasado domingo reivindicando el objetivo por el cual lucharon Mario Roberto Santucho y esos heroicos revolucionarios que cayeron junto a él, trataremos en esta nota un punto que, muchas veces, queda oculto en la propuesta estratégica de la lucha por la conquista del poder o las acciones políticas tácticas y cotidianas que desarrollamos.
Nos referimos al objetivo de la sociedad comunista o la sociedad en la que no existirán más clases sociales.
Los pasos previos necesarios para transformar la realidad social que nos permita alcanzar tal aspiración son los que privilegiamos mencionar y apuntar a lograr, pero nuestra vista de revolucionarios está puesta en esa sociedad a la que llegaremos no sólo como argentinos sino también como humanidad.
Es frecuente, en nuestros escritos, en la propaganda en general, la utilización de la frase que hizo célebre Mario Roberto Santucho: “la burguesía propone y la lucha de clases dispone”.
¿Puede entenderse con ello que reivindicamos la existencia de clases sociales y que nuestra ideología revolucionaria, marxista leninista, promueva la existencia de las mismas?
La aludida frase tiene un contenido científico categórico. Es el reconocimiento de una realidad que, desde hace miles de años, a pesar de las diferentes formas que fue tomando la disputa entre quienes producimos y quienes viven a costa de nosotros y ejercen el poder, constituye el motor que mueve la historia de la humanidad.
Insistimos mucho en reconocer a la lucha de clases como motor y escenario de todo conflicto económico, político, social e ideológico en esta sociedad capitalista de Argentina porque, a partir de ello, el proletariado, la clase que produce todo lo existente, puede reconocerse a sí mismo como clase social.
A partir de esa conciencia en sí, con ayuda de la teoría revolucionaria que aporta el partido revolucionario, la clase obrera alcanza un grado de conciencia superior y se transforma en clase para sí, es decir, asume el papel protagónico de la historia y se lanza a conquistar el poder que la pone en el centro de la posibilidad de desarrollo futuro de la toda la sociedad debido a que es la clase que todo lo produce y por lo tanto, debe ser la clase que todo lo planifique, lo decida y lo realice en unidad con los demás sectores laboriosos y oprimidos del pueblo.
Esos intereses concretos tienen relación directa con el papel que cumple cada clase en la actividad por excelencia del ser humano: la producción y la reproducción de la especie y, con ella, de la propia naturaleza.
El humano, ser social que se mueve por grupos, tiene conductas masivas que van determinando la conformación de determinadas organizaciones sociales y, en ellas, reconoce intereses comunes que tiñen todos los intereses y aspiraciones individuales.
No son lo mismo, los grupos o clases que detentan todos los medios de vida que aquellos que se ven obligados a trabajar para los primeros si pretenden vivir.
Los primeros son la minoría y los segundos la enorme mayoría. Reconocerse como clase social perteneciente a esa mayoría es fundamental para tener en claro la perspectiva de futuro. La vida de esa mayoría que produce hoy depende de esa minoría que no produce, lo cual determina intereses antagónicos, enfrentados y determinantes para la existencia de unos y otros.
Desconocer la división de clases sociales nos lleva a la confusión de los papeles que debe cumplir cada grupo humano a partir de esos intereses concretos que, desde la práctica diaria, llevando las actividades necesarias para vivir y reproducir su vida, esa clase social productora, proletaria, van dibujando, día a día, una determinada consciencia social.
Afirmarse desde esa realidad de clase es el paso fundamental para poder, desde allí, vislumbrar el futuro a construir. Y ese futuro a construir está relacionado intrínsecamente a que la clase productora pueda disponer socialmente de todos los frutos de su trabajo y no resignarlos a la clase que no produce, la burguesía.
El paso de reconocerse como clase para lograr ese objetivo es el paso de clase en sí en clase para sí.
Esta visión descubierta por Marx y Engels constituye el punto central que mueve todo el proceso social. Es la lucha de clases, entre burgueses y proletarios. Es la lucha por conquistar el gobierno de toda la sociedad y de terminar con el gobierno y el poder de aquellos que no producen y que deciden sobre el presente y el futuro de los demás.
Afirmarse como clase es el paso necesario para poder liberarse como clase de esa carga pesada y milenaria que las clases productoras debieron soportar sobre sus hombros al verse obligadas a mantener con su trabajo a las clases privilegiadas.
La evolución de las distintas clases productoras y las clases no productoras confluyó en esta sociedad capitalista en donde la clase productora está despojada de todo medio de vida… Ni siquiera puede recolectar, ni pescar, ni cazar, ni ocupar un lugar para vivir. Su destino es servir a la burguesía para poder pagarle a fin de obtener esos medios de subsistencia.
Por eso el proletariado, afirmándose como clase, reconociéndose como clase productora, blandiendo el interés común de esa mayoría productiva y consciente de su papel protagónico para la vida propia y del resto de la sociedad hoy oprimida por la burguesía, es la única clase capaz de lograr la liberación de esa carga pesada que es mantener a los privilegiados parásitos y, al hacerlo, poder liberar al resto de los sectores populares que también sufren la opresión.
Ésa es la razón por la cual insistimos en afirmar la lucha de clases. Afirmándonos como clase social enfrentada a la clase antagónica burguesa transitaremos el camino de la revolución social que lleve a los proletarios a conquistar el poder que ponga en manos de los productores, socialmente, todos los recursos creados por ellos y, a la naturaleza toda, a su disposición para el desarrollo futuro.
El tránsito de ese camino, no es más que la lucha por el socialismo en rumbo hacia el comunismo, la sociedad futura en la que sólo existirá un solo género humano, los productores y beneficiarios de todos los bienes materiales y “espirituales” existentes y creados en forma conjunta, a partir de lo cual, las clases sociales serán sólo un recuerdo de la historia humana.