Publicamos un texto de los compañeros chilenos de América Rebelde, a propósito de cumplirse este 11 de septiembre un nuevo aniversario del golpe militar de 1973 en el hermano país.
«Se conmemora otro 11 de septiembre, 48 años para ser precisos, y las imágenes de la más cruel y prolongada dictadura militar-burguesa se vienen al presente. Este fue el período de la historia donde la oligarquía se mostró con mayor sinceridad y transparencia. Su rostro de amabilidad y de demócrata cayó para dejar al descubierto su esencia asesina y genocida solamente comparable con la invasión y etnocidio cometido por las fuerzas invasora provenientes de España. Desde su esencia sanguinaria se hermana.
Pero el dramatismo de esta fecha no nos puede nublar nuestro análisis de la historia.
Hoy pasarán por La Moneda el progresismo, la ex Concertación y la nueva socialdemocracia o Frente Amplio. Lanzarán discursos emotivos, con frases para el bronce y para que queden en los libros de historia con la finalidad de tapar tantos años de traición. Todos reivindicarán a Allende que con fusil en mano no sólo combatió el golpe fascista sino la ausencia de los partidos de la Unidad Popular que fueron incapaces de defender al gobierno popular que ellos mismos habían llevado al triunfo. Solamente algunos destacamentos de socialistas consecuentes, Arnoldo Camú, pudieron y quisieron resistir. Los combatientes del GAP y del MIR hicieron también lo que pudieron. El resto simplemente no estuvo.
Fue durante la dictadura, en medio de la rearticulación de los partidos de la izquierda que gran parte del socialismo chileno abrazó la renovación socialista y su alianza estratégica con el partido golpista la Democracia Cristiana. Renunciaron a la concepción marxista-leninista y asumieron la socialdemocracia, pero no sólo eso pactaron con la dictadura, impusieron una transición anti popular y con ello el neoliberalismo. Fundaron la Oficina de Seguridad Pública para reprimir, asesinar y encarcelar a los combatientes de los movimientos armados nacidos durante la dictadura, construyeron la Cárcel de Alta Seguridad para recluir a los revolucionarios y rescataron a Pinochet de la justicia internacional. Continuaron enviando militares a ser entrenados en la Escuela de las Américas, se sometieron a los Estados Unidos, agredieron a Cuba, Venezuela y a todos los procesos populares en América Latina. Ayudaron a convertir a Chile en un perro faldero del Imperialismo.
Durante el estallido social, los progresistas de la ex Concertación y la ex Nueva Mayoría junto al Frente Amplio, en su mayoría, corrieron al rescate del gobierno de Piñera. En medio del estallido social firmaron el Acuerdo Nacional por la Paz (noviembre, 2019) que permitió frenar una Asamblea Constituyente genuina, el rescate del neoliberalismo y todo el orden oligárquico-portaliano-capitalista. Ahí nadie se acordó de Allende y su legado. Y el Frente Amplio tampoco lo hizo cuando aprobó la Ley Anti Barricada que aumentó la represión contra el pueblo en rebeldía. De la justicia contra los crímenes contra la humanidad cometidos durante el estallido social ellos, los traidores, no se acuerdan ni tampoco son capaces de levantar aquello de IMPUNIDAD JAMÁS. Y cómo pudieran levantar tan digna consigna si han sido incapaces de cerrar Punta Peuco, eliminar la Ley de Amnistía de 1978, la Ley Anti Terrorista y todas las leyes represivas policiales, militares y sociales emanadas durante la dictadura. ¡Cobardes!
La nueva generación, hoy en la Convención Constitucional, no ha estado a la altura de la historia pasada ni presente. Los casos de corrupción, estafa y fraude sólo mancha la lucha heroica de un pueblo que históricamente ha puesto literalmente el pecho a las balas.
A la par será el pueblo pobre el que ponga las barricadas, los cortes de vías, las marchas, las consignas y la dignidad en la calle. Será ese pueblo que los rechaza los que nuevamente sean víctimas de la represión policial, los caerán presos y heridos. Será el pueblo que continuará luchando por reencontrarse con su historia de antaño, con los marginados y excluidos de ayer, que son los combatientes del presente. Será ese pueblo el que continúe exigiendo la libertad de todos los presos políticos y por esa justicia ante tanto crimen cometido. Ya no basta con que si no hay justicia habrá funa. Si el pueblo es el soberano y es donde radica el poder constituyente, donde emana la nueva constitución (o por lo menos así nos han dicho) entonces será desde el pueblo donde emane también la justicia, la justicia popular hoy ausente».