Hace rato ya que la burguesía ha escogido la democracia representativa como su forma de dominación por excelencia, al menos, en el actual período histórico. Si en un momento histórico la fuerza represiva fue el elemento al que hechó mano para mantenerse en el poder y profundizar la explotación sobre las y los trabajadores, hoy el mecanismo que se lo permite es el engaño y la mentira electoral.
Es por este motivo que todas las fuerzas del sistema se alinean bajo una consigna: la defensa de ésta democracia para pocos y sus instituciones. Las fuerzas “de derecha” llaman a votar bajo la campaña de “cumplir con el deber cívico”; el progresismo con la excusa de que sino “se viene la derecha”; y la izquierda, que también repite esa consigna de la derecha, le agrega algunas frases del tipo “no ir a votar es sectarismo”, como si ellos encarnaran la voluntad popular. Por eso todos, absolutamente todos los que participan del circo electoral niegan, ocultan, mienten y tergiversan el sentido del voto en blanco, las impugnaciones o la no participación electoral, incluyendo las cifras objetivas. Resulta curioso, puesto que estas elecciones, la primera mayoría nacional la constituyó la abstención y el rechazo con una participación nacional de tan solo el 61,9%. Y esto nadie lo dice, a excepción de un puñado de organizaciones que no participamos del negocio.
Para ocultar el fuerte rechazo que existe hacia las elecciones, la burguesía siempre calcula los porcentajes de las listas no en base al total de padrón electoral, sino solo en base a los votos emitidos de manera positiva. De ahí viene la famosa y oportunista frase “los votos en blanco se suman al ganador” ¡Una mentira total! Solo van al ganador porque recalculan los porcentajes para no informar el rechazo electoral. Dicho con otras palabras, se trata de una censura explícita y una forma de fraude.
El siguiente cuadro sintetiza los resultados de las PASO para diputados nacionales por cada una de las provincias. Informamos el porcentaje de abstención total (los que no fueron a votar y los que votan en blanco o impugnan) y el porcentaje informado por los medios oficiales[1]. La tabla esta ordenada por orden decreciente de abstención electoral:
Cuadro 1: Porcentaje calculado sobre el total del padrón electoral por provincia de la abstención electoral total, los votos en blanco e impugnados, el porcentaje obtenido por la primera fuerza electoral y el porcentaje declarado oficialmente (calculado en base al total de votantes efectivos).
Como se puede ver las cifras cambian de manera sideral. En Catamarca el Frente de Todos pasa de obtener una supuesta victoria con el 51% de los votos a percibir, en realidad, solo el 27,6%, con un 49,8% de abstención electoral; en Salta pasan de un 30,2% a tan solo el 16,4%. Lo mismo sucede con Juntos por el Cambio que, por ejemplo, en Chaco pasan de un supuesto 44,1% a percibir tan solo el 25,6%.
La burguesía oculta estas cifras porque habla de una tremenda falta de legitimidad, tanto hacia el sistema en su conjunto como a cada una de las fuerzas que resultan “ganadoras”.
Solo en cuatro distritos la primera fuerza superó al abstencionismo:
- Capital Federal, donde JxC sacó el 33,3% de los votos y el abstencionismo fue del 32,5%
- Entre Ríos, donde JxC sacó el 35,8% y el abstencionismo fue del 32,5%
- Tucumán donde el FdT sacó el 37,8% y el abstencionismo fue del 25,5%.
- Santiago del Estero, donde el FdT sacó el 37,0% y el abstencionismo fue del 34,5%.
En el resto de las provincias la “opción” mayoritaria fue el abstencionismo.
¿Qué pasa con el voto en blanco?
Muchos electores eligen expresar la bronca a través de la impugnación o el voto en blanco, generalmente por miedo a recibir multas. Si bien el voto en blanco no se ubicó como una mayoría, en nueve distritos se constituyó como tercera fuerza. En el siguiente cuadro informamos los distritos, el porcentaje de votos en blanco y el porcentaje de votos que sacó el partido político que le sigue como cuarta fuerza:
Cuadro 2: Porcentajes por provincia en las cuales el voto en blanco se ubicó como “tercera fuerza” y su comparación con la organización electoral que le sigue en el cuarto puesto.
¿El abstencionismo electoral crece?
Para poder sacar algún tipo de conclusión respecto a si ésta elección tuvo menos concurrencia que las anteriores hay que compararlo con otras elecciones del mismo tipo, es decir, elecciones PASO. Hay que remarcar que siempre en las PASO la concurrencia a votar es menor, por lo que todavía resta ver qué sucede en las elecciones definitivas. Sin embargo, podemos trazar una tendencia:
Cuadro 3: Porcentaje de abstencionismo electoral (incluyendo voto en blanco e impugnaciones) de las últimas cinco elecciones PASO.
Dese ya que, para hacer un análisis más completo de los comportamientos abstencionistas deberíamos incluir datos de elecciones definitivas, no solo las PASO. Eso lo dejamos para la rueda electoral de octubre. De las abstenciones de las PASO se deduce fácilmente lo siguiente: un creciente desinterés y rechazo electoral, que solo disminuye con las PASO presidenciales del 2019, momento en que la burguesía logró enfriar la lucha de clases generando expectativa en que del ajuste laboral solo se saldría cambiando de gobierno. Así el abstencionismo pasó del 29,4% en 2017 al 27,1% (leve recuperación) para luego aumentar al 38,1% en esta última elección. Si bien estamos atravesados no solo por la crisis de superproducción, sino también por la pandemia, resulta muy claro la tendencia al incremento en la abstención electoral a largo plazo.
¿Qué pasa con la “izquierda”?
La lógica electoralista lleva a presentar en política como que “siempre ganamos”. Es tan ridículo que el FIT-U y Espert en provincia de Buenos Aires se reivindican ambos como tercera fuerza, cuando en realidad la tercera fuerza allí fue el voto en blanco por una diferencia importante. Además, la última elección se caracteriza por un ensañamiento de la izquierda a combatir el abstencionismo electoral. Del análisis de datos de la izquierda surge lo siguiente: tanto la suma de votantes de todas las fuerzas de la izquierda electoral (PO(T), NMAS, FIT-U) cuando se comparan los votos con las PASO 2015 –que fue la mejor elección de esa izquierda en los últimos años- el resultado arroja que el FIT-U obtuvo 117.928 votantes más, de los cuales la mayoría provienen de provincia de Buenos Aires, CABA y Jujuy. Sin embargo, cuando se contabiliza a la izquierda en su conjunto, se obtuvieron 3.896 votos menos.[2] Es decir que la izquierda en general no ha crecido electoralmente, sino que el FIT-U absorbe parte del electorado de otras organizaciones de izquierda. Recordemos que el MST ingresa al FIT-U luego del 2017. Tanto el FIT-U como la izquierda en general perdieron votos en nueve provincias: Catamarca, Salta, Chaco, Santa Fe, Santa Cruz, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán. En Neuquén y San Luis los votos prácticamente se empataron.
El ensañamiento de estas fuerzas políticas por denunciar el voto en blanco y el abstencionismo en general tiene que ver justamente con que las provincias en las que más votos han perdido (Salta, Chaco, Santa Fe y Santa Cruz) son aquellas con menor concurrencia a votar, y la otra provincia donde han perdido mucho (53.400 votos) es Mendoza, donde el voto en blanco representó el 9,4% del padrón electoral.
Otro dato interesante a destacar es que aquellas provincias que hicieron punta en la lucha de clases durante los últimos dos años no han aportado a incrementar el caudal de votos de la izquierda: en Neuquén, a pesar del conflicto de sanidad que dejó paralizada por un mes la provincia, los votos obtenidos se estancaron en 33.000; en Tucumán, donde se vivió la huelga de Citrus perdieron más de 11.000 votos; en Mendoza, donde el PTS traicionó la huelga vitivinícola, se perdieron 45.000 votos para el FIT-U y más de 53.000 para el conjunto de la izquierda electoral; en Salta, donde se desarrollaron conflictos como el del frigorífico Bermejo, los mineros de Mansfield o las numerosas huelgas autoconvocadas docentes, el FIT-U perdió 17.500 votos y la izquierda en general más de 6.800.
Algunas conclusiones
En primer lugar, queremos decir que los resultados electorales no reflejan necesariamente la correlación de fuerzas de las clases sociales, ni tampoco sus aspectos ideológicos. El voto no es algo ideológico, sino político y sumamente acotado por las reglas del juego electoral y los enormes recursos económicos que la burguesía vuelca en propaganda.
Así y todo, podemos concluir que el voto en blanco y el abstencionismo en general se han profundizado. Esto no significa que se trate de votos conscientes antisistema, pero sí denota un hartazgo general con todas las fuerzas electorales y un descrédito creciente a la democracia burguesa como vía para resolver los problemas del pueblo trabajador. Tanto la izquierda del sistema, como el progresismo y la oposición[3] atacan y ocultan el abstencionismo porque salen a defender al sistema capitalista y su herramienta por excelencia de dominación, que es la democracia representativa. Atacar el abstencionismo es hacerle el juego al sistema y olvidar las mejores tradiciones de lucha de nuestro pueblo en el no tan lejano 2001, o la campaña de boicot que las primeras líneas chilenas hicieron para denunciar la farsa de la Convención Constituyente, por tan solo citar un ejemplo cercano.
No estamos discutiendo aquí si está bien o no participar de las elecciones, lo que ponemos de relieve en este artículo es cómo todas las fuerzas burguesas se alinean en su defensa del sistema capitalista; una defensa que se expresó en las consignas de campaña y que aquí tiene su correlato en las urnas. Aunque, repetimos, lo números no reflejen de manera nítida el hartazgo existente, puesto que se trata de una forma de expresión con las reglas y lógicas impuestas por el poder.
Por eso, el gran desafío que tenemos clase obrera y pueblo trabajador es cohesionar todo ese descontento frente al sistema y hacerlo consciente, que deje de ser una actitud de resistencia individual para que se torne cada vez más en una actitud abierta de resistencia colectiva, es decir, de resistencia activa.
El domingo el proletariado pegó en las urnas; ahora es momento de continuar pegando en la producción, que es donde a la burguesía más le duele.
[1] https://www.resultados.gob.ar/
[2] 1.248.219 votos para la elección del domingo contra 1.252.088 votos en las PASO 2015.
[3] El caso de los llamados “libertarios” como Milei & Cía. resulta una excepción, puesto que captan votos con un discurso antisistema en sus argumentos, y fascista en sus conclusiones.