¿Qué pasa en el mundo?

Días que anuncian “nuevos” nubarrones para el sistema capitalista.

La concentración económica y la centralización de capitales necesitan una concentración política, esa es una tendencia, pero la realidad del sistema muestra otra faceta. Veamos:

Luego de varios años adquirió relevancia la cumbre de presidentes y cancilleres de América Latina y el Caribe (CELAC) y ese mosaico de personalidades iba a comenzar con un llamado por parte de México (país anfitrión) para “crucificar” a la OEA.

Hubo de todo y la tensión política se iba a profundizar días posteriores. Estaban presentes todas las hipocresías habidas y por haber, salvo honrosas excepciones como la de Cuba.

La puja de intereses monopolistas (entrecruzados) dejaron a un lado los verdaderos intereses de sus pueblos que -de una u otra manera- vienen ascendiendo varios peldaños en sus luchas por conquistas políticas y económicas.

Ese peso desde abajo se hizo sentir cuando al finalizar el encuentro el “desencuentro” político se profundizó aún más.

En otro rincón del planeta, los EEUU, Australia e Inglaterra acuerdan un ajuste de cuentas por el control del Sudeste Asiático para «neutralizar» a China y su acuerdo no menos importante llamado CELAP (un tratado de libre comercio) el más importante del mundo. La cosa no termina con esa disputa, sino que -por el contrario- se profundiza cuando Francia anuncia la “traición” de Australia y con ella ataca a los EEUU y a Inglaterra por la ruptura de un contrato multimillonario para producir submarinos de última generación en el país Galo. Europa se enardece y desde Bruselas se repite la palabra traición en apoyo a Francia.

Por otro lado, Rusia fue a elecciones en donde Putín y su partido salieron “victoriosos”. Pero es de destacar que detrás de ese escenario ha existido un gran descontento de la población que abarca derechos políticos pisoteados, pero fundamentalmente cifras alarmantes del crecimiento de la pobreza. Ese descontento también se ha expresado como una fuerza considerable en la aparición de consignas socialistas y comunistas.

Parte del mismo tema y que poco se menciona es la crisis energética que aprieta a los Estados europeos y las medidas de ajuste a sus pueblos.

Los tarifazos ya son parte de la vida cotidiana y la bronca e impotencia se hacen presentes con mayor rigor en países como España, en donde la calidad de vida ha descendido varios escalones.

La Alemania de Merkel, “la dama de hierro germana” deja un tendal político. Las divisiones existentes prenuncian la imposibilidad en corto y mediano plazo para formar gobierno.

Tiembla Bruselas que mira con preocupación el entramado de intereses monopolistas que tiene sus fichas diseminadas en China, los EEUU y -por supuesto- con el acuerdo estratégico con Rusia por el gasoducto entre inaugurado y a inaugurar.

África (terreno álgido de disputa intermonopólica) ha tenido una semana de golpes de Estado, asesinatos y de reorganización del tablero político internacional de una vertiginosidad inusitada.

Las fuerzas militares de las potencias han hecho de Asia Central (incluida Afganistán) una zona caliente de provocaciones que alimentan el peligro de guerras locales como parte de una guerra mundial focalizada en varias partes del planeta.

Pero como si faltara algo explotó la burbuja inmobiliaria en China y las esquirlas de este acontecimiento son parte y arte del análisis que hemos hecho cuando hablamos que la crisis de superproducción (la misma había calado tan profundamente que los procesos de destrucción de fuerzas productivas) solo comenzaba en los marcos y con el “amparo” de una pandemia utilizada para suavizar el verdadero carácter de la actual crisis del sistema capitalista.

Explotó esa burbuja y la misma anuncia un entramado intermonopolista que no tiene patria. Es un fuego que en pocas horas está devorando bancos, financieras, proveedores de los más variados y (por sobre todas las cosas) un descomunal robo a miles y miles de familias chinas que habían puesto sus ahorros en las arcas del mayor desarrollador mundial.

Como respuesta inmediata en varias ciudades chinas, estas familias han salido a las calles con lo que ello significa para «el sueño chino» y del cuento capitalista de la mal llamada “clase media”.

El Estado monopolista chino -en sus primeras horas- actúa como actúa un Estado monopolista: o rescata a la empresa, o rescata a los bancos (171) y financieras.

De ninguna manera se está debatiendo salir al rescate de los afectados en sus sueños de casa propia -o sea- los verdaderos castigados por un Estado mafioso que es parte y arte de esa burbuja anunciada.

En fin, son botones de muestra que el capitalismo monopolista de Estado no solo no puede resolver su necesaria centralización política, sino que la misma se agrava hora por hora.

Los pueblos buscan caminos de cambio, están indignados, descreen de las experiencias de democracias representativas y a la vez en los dos últimos años han tomado distancia de propuestas extremas como en Polonia, Austria, el Este de Alemania, cantos de sirena de experiencias como en Italia, la propia Francia, España con «nacionalismos» de viejo cuño… Cuando lo determinante es el capital financiero y se ven obligados a mostrar sus verdaderos rostros a contrapelo de sus propagandas antimonopolistas.

Y a modo de curiosidad, la crisis política abierta en nuestro país en esta misma semana no está ajena a los torbellinos internacionales.

Ya en otros artículos hemos analizado el papel del proletariado a nivel mundial y cómo sus luchas han puesto un “estate quieto” a la burguesía monopolista en países como India, Sudáfrica, varios países del sudeste asiático, de América Latina y resto del planeta.

Un devenir sostenido que va a un encuentro de mayor democracia obrera y de una intensa lucha política e ideológica capaz de insertar con mayor peso las ideas socialistas y comunistas capaces de gestar alternativas políticas revolucionarias que se propongan la lucha por el poder.

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