Neoliberalismo, populismos de “derecha” o de izquierda, corrientes políticas de la burguesía como socialdemocracias, partidos “neo” fascistas, de las más variadas izquierdas y derechas y otras tantas variantes del sistema ya no son suficientes para ocultar el fastidio de los pueblos del mundo.
Sobre esta base de pensamiento se profundiza la idea global de “mejorar” el capitalismo, profundizando la democracia representativa y dar una vuelta de página a los “malos administradores” de los diferentes Estados. Los desesperados intentos de la burguesía monopolista -apretados por la lucha de clases- alientan el fascismo.
Pero en estos últimos días tocan a las puertas de estas vertientes burguesas (sostenedoras del sistema capitalista) el descontento que viene de muy abajo:
- Enfermeras del hospital San Vicente en Massachusetts
- Docentes y estudiantes de posgrado de la Universidad de Columbia y la Universidad de Nueva York
- Siderúrgicos de ATI en Pensilvania y otros estados
- Mineros de Warrior Met Coal en Alabama
- Petroleros de ExxonMobil sometidos a un cierre patronal en Texas
- Enfermeras y estatales del condado de Cook en Chicago y sus alrededores
- Trabajadores de Frito-Lay en Kansas y trabajadores de Pepsi en Indiana
- Automotrices Volvo Cars en Bélgica
- Eléctricos en Turquía
- Mineros de níquel de Vale y de la fundición de Rio Tinto en Canadá
- Trabajadores y trabajadoras de plantaciones de té en Sri Lanka
- Constructores navales en Corea del Sur
- Enfermeras de Nueva Zelanda
- Docentes, del transporte y ferroviarios en Brasil
- Repartidores de comida en Alemania.
No son suficientes los artilugios propuestos por la clase dominante para detener nuevos vientos de generalización del descontento. Los conflictos antes mencionados sólo son una muestra de hechos más abarcadores.
Si nos detenemos a mirar África, el noroeste (y sólo a modo de ejemplo universal) aparecen Marruecos, Argelia, Túnez, y ahora se agrega -un poco más al sur- Malí. Una región en disputa de las grandes potencias por la posesión de las materias primas, recursos energéticos, etc. pero que todas ellas sin excepción están cruzadas por la intensidad de la lucha de clases. Sea ella de un pasado inmediato o en el hoy -como en Túnez- donde el lunes volvieron las movilizaciones iniciadas en julio para pedir la renuncia delpresidente ante la gravedad de la situación social. Argelia y Malí no están ajenas a este fuego cruzado.
Nueve pueblos hijos de la primavera árabe del 2011, de oriente Medio y el Magreb, encabezan un nuevo movimiento que se viene cimentando desde hace un lustro. Sumados a Marruecos, Argelia, Túnez, están Egipto, Sudán, Palestina, Libano, Irak, Irán. La lucha de clases no da descanso, pero la prensa “libre” oculta que en la propia Irán (a la que tanto atacan) su clase obrera ha vivido en estas semanas jornadas de lucha que preocupan a toda la clase dominante del planeta. Está en puertas un «acercamiento» entre este país y EEUU, al menos curioso.
Decíamos a modo de ejemplo porque deberíamos nombrar infinidades de países en conflictos permanentes entendidos desde la lucha de clases.
En los últimos tiempos y desde muy abajo aparecen embrionariamente las ideas socialistas, las ideas revolucionarias que se van abriendo camino luego de cuatro décadas en donde la oligarquía financiera supo dar batalla a su enemigo de clase.
Cuatro décadas de infamias a lo largo y ancho del planeta, de abandono literal de la idea de revolución socialista. Programas de partidos que- una y mil veces- renegaron de la lucha de clases tendiendo alfombras rojas a las variantes políticas del sistema capitalista. La democracia representativa sirvió esos años como timón de proa para aplastar todo reverdecer de las ideas socialistas y comunistas.
Una vez más la clase obrera mundial dio signos de reanimamiento a partir del 2010 si es que se le puede poner un inicio caprichoso. Pero lo cierto es que en Asia, de una u otra manera, se asestaron los primeros golpes del proletariado, fundamentalmente en China para elevar el salario de centenares de miles de proletarios que a partir de la industria automotriz comenzaron a dar vuelta la tortilla y contagiando al proletariado de diversos países del sudeste asiático. Hoy en China -desde el mes de marzo- hubo más de 600 huelgas. Las inmigraciones internas, olas de nuevo y viejo proletariado industrial, son una piedra en el zapato para el sistema político actual chino.
Sin dudas, impresionantes manifestaciones proletarias que se ocultaron por la prensa “libre” como en India, México, EEUU, varios países de Europa, América Latina, en donde ese reanimamiento del proletariado comenzó a golpear la nuca de los monopolios.
Si el sistema capitalista es un sistema anárquico en la producción el ascenso de masas multiplicó con creces la crisis del sistema en el corazón de su existencia. Es decir, su capacidad de centralizar políticamente las respuestas a los pueblos del mundo.
Es en este ida y vuelta de la lucha de clases es que vemos con entusiasmo un verdadero estado deliberativo de cómo las ideas socialistas, las ideas revolucionarias, comienzan a ser escuchadas en varios puntos del planeta. No es casual una nueva embestida contra el comunismo que por ahora caricaturísticamente expresan ciertos señores del “neoliberalismo” pasándose sin trámite al fascismo.
Los oportunistas y reformistas defensores del sistema capitalista (y en ello España lidera el diversionismo) alertan permanentemente sobre el avance de la ultra derecha encarnado en Vox y su influencia en América Latina a partir que esta organización hace pocas semanas convocó a los Bolsonaro americanos en territorio mexicano.
Nada se dice que la lucha de clases también va acomodando la lucha política e ideológica en este reverdecer de las ideas socialistas y comunistas.
El reverdecer de las ideas socialistas en el mundo globalizado
Los pueblos han probado el sabor amargo de 40 años de opciones burguesas bajo la sombra de la democracia representativa. Lo que hoy está crujiendo es que esa vida es rechazada por los pueblos indignados del mundo y está en la búsqueda de cambios estructurales de forma consciente o inconsciente.
No hay vuelta atrás para asegurar un “capitalismo bueno”. Por el contrario, todo indica que en sus crisis intentan llevar a la humanidad a guerras que, aunque aún focalizadas (Asia Central, los Balcanes, Medio Oriente, etc.) tienen una génesis de guerra mundial. Muchos de éstos enfrentamientos han surgido para desviar el avance de sus pueblos contra las políticas de explotación y opresión.
Todos los días amanecemos con esas expresiones de crisis, golpes de Estado, represiones a levantamientos de masas, cercenamiento de derechos políticos, retrocesos en las condiciones de vida de grandes conglomerados humanos… Sin embargo, un sector de la oligarquía financiera advierte del peligro de las explosiones sociales en los puntos calientes del planeta (que incluye a las potencias imperialistas) y a una gama de países capitalistas que -como el nuestro- han dado estocadas y han conmovido a las instituciones del Estado de esos países.
Cuando hablamos de reverdecer de las ideas revolucionarias, socialistas obliga a los destacamentos revolucionarios a profundizar en ellas en lo más profundo de la clase obrera y de los pueblos. Sostener el estado deliberativo de las diversas experiencias de lucha de nuestros pueblos, de cómo la democracia representativa ha sido transitada y de como ella está siendo cuestionada en los hechos por expresiones cada vez más amplias de la humanidad.
Una alternativa revolucionaria, socialista aún está ausente y esa es la “única fortaleza” de la política burguesa.
No ceder un solo paso de lo hecho hasta hoy. Es deber de los revolucionarios persistir en las conquistas que se le pueden arrancar al sistema capitalista sin dejar para “mañana” la lucha por el socialismo.