Declamaciones vacías

Faltan pocos días para las elecciones y son notorias la falta de argumentación, la ausencia de ideas, la confusión generalizada que manifiestan los candidatos de todos los partidos, de todas las expresiones llamadas de derecha, de centro, de izquierda.

Basta con analizar los debates que se transmiten por televisión para darnos cuenta que ni siquiera pueden elaborar propuestas concretas, a no ser que se trate o bien de más medidas de ajuste y de represión, o bien de peticiones de principio acerca de ideas irrealizables en el marco de las relaciones de producción capitalistas y del parlamentarismo burgués de la falsa democracia.

Veamos algunos ejemplos para clarificar la cuestión, tomando como referencia el último debate, del cual participaron los candidatos a diputados nacionales por la Provincia de Buenos Aires.

Para Espert, la delincuencia se combate con mano dura. Propuso bajar la imputabilidad a los 12 años. Primero dijo a los 14, pero se corrigió rápidamente, advirtiendo quizá que a los 12 ya son suficientemente grandes como para ir a la cárcel.

En economía, hay que seguir el camino del ajuste, sin gradualismo. Así de claro. Libertad para contratar, libertad para echar. Esa es la «libertad» por la que pelean estos fascistas.

Sigamos. Tolosa Paz: en materia de seguridad (entiéndase, estamos tomando ejemplos puntales) se quejó que Vidal no hizo ni una (o quizá, una) cárcel en la Provincia. Clarito, bien nacional y popular.

En materia económica, «llenar el bolsillo de los argentinos» parece que es el lema del momento para el Frente de Todos, total, a los 15 días la platita se te va por el agujero de la inflación.

Santilli: basta de «puerta giratoria» para los delincuentes, que se cumplan las penas, que funcione la ley, más patrulleros, más policías «en la esquina de tu barrio», en suma, más represión. Ah, y «hay que ir a buscar a los 1.300.000 estudiantes que abandonaron la escolaridad durante la pandemia».

Habría que decirle que no se olvide de ir a buscar conectividad, dispositivos y escuelas que se ve que se le cayeron por el camino a la gestión de Larreta en materia educativa.

Del Caño: el ejemplo mayor de la frase repetida, como dijimos al comienzo, la petición de principio, la declamación vacía. «Salario igual a la canasta familiar», «no pago de la deuda externa», «basta de que gobiernen el FMI y los grupos económicos», «igualdad de oportunidades» para que la mafia policial deje de aprovecharse de la vulnerabilidad que genera la pobreza y la exclusión social.

Cualquiera podría estar de acuerdo con estás reivindicaciones, pero si no están acompañadas de las ideas revolucionarias (que son las únicas que podrían transformar la palabra vacía en acción) son expresiones que caen en saco roto, porque no sé sostienen de un programa político de la clase obrera y el pueblo. Por lo tanto, más allá de tal o cuál contenido que se pueda discutir, resultan irrealizables. Solo un gobierno de los trabajadores (otra expresión de Del Caño) puede plasmar un cambio real para nuestras angustiantes condiciones de vida.

Pero el candidato del FIT-U no habla en ningún momento de la lucha por el poder, de la necesidad de la Revolución Socialista, de lucha de clases. No, nada de eso: parece que el escenario de la lucha es el Parlamento, y uno se quedaba azorado viendo cómo se ponía a discutir con Espert. Una vergüenza. El alejamiento con respecto a las masas es total.

Por todo esto es que denunciamos la falsedad de estos debates, la mentira de las elecciones, el engaño de la democracia representativa (al sistema nadie lo toca, ni por «derecha», ni por «izquierda») en eso se ponen de acuerdo.

La lucha real está en las fábricas, en las escuelas, en las barriadas. En la organización autoconvocada de las masas, en la construcción de poder local, que justamente, le dispute el poder a las instituciones de la burguesía explotadora.

Una de las tareas del Partido Revolucionario es la de orientar y organizar esas luchas, en el camino de la Revolución que nos va a liberar de las cadenas de este sistema al que le va llegando la hora de la historia.

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