Los trabajadores ecuatorianos se movilizaron masivamente contra las medidas de ajuste propuestas por el actual gobierno. Previamente esa administración dio vuelta atrás un decreto por el cual se instrumentaba un aumento de la nafta. La movilización terminó con un fuerte enfrentamiento entre los trabajadores y la policía.
En Alemania se viene de una larga huelga ferroviaria llevada a cabo por 40.000 trabajadores del sindicato de maquinistas que presionaron a las dirigencias sindicales para dar cumplimiento con un plan de lucha. Se logró un acuerdo de aumento salarial por debajo de la inflación dejando la moneda en el aire por una posible nueva reacción de los ferroviarios. Este conflicto fue silenciado por la prensa a pesar de haber provocado un caos de comunicaciones en todo el país.
Luego de 7 meses de huelga en el país vasco y con la solidaridad de la población los trabajadores de TUBACEC evitaron el despido de 129 de sus compañeros. Además, se logró un aumento salarial de un 3%
En España huelga de maquinistas del Renfe por dar cumplimiento a una serie de puntos acordados con la empresa desde el año 2007. Tras las primeras jornadas del paro hubo un principio de acuerdo evitando un mayor caos aunque la disposición de los trabajadores para hacer cumplir los acuerdos se ha solidificado.
En EEUU el ex secretario de Trabajo Robert Reich y actual columnista del diario The Guardian afirma en su editorial que la gente se niega a regresar a trabajos de bajos salarios agotadores o abrumadores. Hay una idea de huelga general que no se resolverá si no hay mejores salarios y mejores condiciones laborales. Luchas de trabajadores de equipos de cine y televisión de Hollywood, obreros de Jhon Deere, mineros del carbón en Alabama, obreros de Nabisco, obreros de Kellogg, enfermeras de California, trabajadores de la salud del sur de Buffalo y decenas y decenas de luchas que dan esa sensación de huelga general.
En Corea del Sur una huelga general se concretó por derechos políticos de los trabajadores. 14 regiones se movilizaron, la consigna unitaria es ¡no más desigualdad! ¡Una transición profunda hacia una vida equitativa! que marcó la profundidad de las aspiraciones. Medio millón de trabajadores se unieron a la huelga. 80.000 trabajadores se movilizaron en todo el país y cerca de treinta mil en Seúl, muchos de ellos disfrazados como en “el juego del calamar” una serie que expresa la crisis de los explotados y oprimidos en ese país “ejemplo” del capitalismo.
Hace pocos días trabajadores de la electricidad y del gas en Francia se movilizaron por sus derechos. Entre las más importantes consignas está la de contra los planes de pensiones, los planes de seguro de desempleos y por sobre ellos, aumentos salariales.
En Sudáfrica los obreros metalúrgicos fueron a la huelga por tiempo indeterminado. Su principal reclamo es un aumento salarial del 8%, 160.000 trabajadores movilizados, punta de lanza de una nueva oleada de luchas por conquistas en un clima con precedentes cercanos. En abril explotó la primera huelga general contra el proyecto de reforma laboral encarada por el nuevo gobierno de ese país.
En Pakistán una oleada de protestas a nivel nacional contra la inflación desatada generó una marcha de protesta que tensó la lucha de clases a punto muy alto. Mil detenidos en los enfrentamientos, tres agentes muertos y más de cuarenta heridos dan una idea de una situación insostenible para las masas populares.
Este panorama internacional se repite semana a semana ratificando un proceso de ascenso de la clase obrera como protagonista del enfrentamiento al capital más concentrado. En todos los continentes -de una u otra forma- este ascenso se está dando de diferentes formas y llevado adelante por diversidad de organizaciones.
Pero todas ellas están bajo la fuerte presión de las bases que se expresan masivamente contra las políticas económicas y de hecho apuntan a ganar los derechos políticos que por más de cuatro décadas se fueron mellando.
No es cualquier ascenso si analizamos las experiencias proletarias de estos últimos días. Todas -sin excepción- vienen de otros enfrentamientos que le fueron dando basamento al actual estado de cosas.
La lucha por los derechos políticos encarados por otros sectores de las sociedades mencionadas no le van en zaga. Pero lo cierto es que cuando la clase comienza a dar signos de esta consideración, las luchas por los derechos políticos adquieren un nuevo peso.
La clase dominante habla de crisis y no se equivoca. Los “aplaudidores” del sistema capitalista nombran crisis a cuestiones energéticas, a disputas por el control de puertos, a “guerras comerciales”, étnicas, fronterizas etc. Pero poco dicen que esas crisis políticas y del sistema están bajo el fuego de esta nueva ola que semana a semana va clavando estacas desde la clase obrera.
Desde esa contradicción capital-trabajo solo se puede entender y asimilar el “descontrol” político que se sucede en la clase dominante a nivel planetario.