Añelo es una localidad ubicada a 100 km de Neuquén, epicentro de las explotaciones no convencionales (fracking) en el yacimiento Vaca Muerta. Hace pocos años, este paraje olvidado subió a la cresta de la ola especulativa cuando YPF firma el contrato con Chevron para operar en la concesión Loma Campana, y más tarde con el arribo de Tecpetrol en Fortín de Piedra. Más tarde ingresa Shell en Bajada de Añelo, también en asociación con YPF, una operación concretada en tiempos del ex ministro, y ex Shell, Juan José Aranguren.
Con el fenómeno Vaca Muerta el pueblo experimentó un crecimiento exorbitante, acompañado con su correspondiente cuota de especulación inmobiliaria. El Estado puso la plata, sí, pero para desarrollar los yacimientos y entregarle el negocio al capital privado. Para la población no existe inversión, ni infraestructura, ni nada.
Según el gobierno neuquino, el miércoles 27 una empresa que hacía trabajos sobre las calles de Añelo rompió el caño troncal que abastece de agua la localidad. La población empezó a sufrir desabastecimiento de agua –baja presión que le dicen los medios- y el viernes 29 a la madrugada salieron a cortar las rutas provinciales 7 y 17. Al reclamo por el agua inmediatamente se le agregó el reclamo por el transporte de maestras, que viajan a dedo todos los días desde Neuquén capital hasta Añelo ¿Por qué recorren más de 100 km diarios a dedo? Porque la especulación inmobiliaria en Añelo lleva a precios de alquiler que son exorbitantes, y superan con creces el salario docente. Inclusive docentes que antes del boom petrolero vivían en el pueblo debieron emigrar por no poder pagar el costo de vida –alquiler, alimentos y servicios- que exige la especulación petrolera.
El corte de rutas apuntó directamente contra la producción, se dejaba transitar a transportes de pasajeros y particulares pero se detenían camiones y transportes de abastecimiento para el sector petrolero. En horas de la tarde la medida logró interrumpir la producción de Shell. Ante semejante ataque a la producción monopolista una delegación del gobierno neuquino (entre ellos el subsecretario del Gobierno de la Provincia) tuvo que dirigirse a la localidad para “negociar” directamente con los manifestantes que se levanten los piquetes. La respuesta fue contundente: hasta que no se resuelvan los problemas planteados, no se levanta el corte.
Finalmente la negociación se encaminó. Se reestableció el abastecimiento de agua –no hay que ser muy inteligentes para deducir que le quitaron presión a la población para dársela a la industria petrolera, que consume grandes cantidades de agua- y se prometió garantizar el transporte a las maestras.
Pero el fenómeno, desde nuestro punto de vista, es más profundo que un simple corte de rutas por un reclamo local. Como antecedente inmediato, en enero de este año ya se habían producido cortes de ruta en la localidad que apuntaban contra la industria petrolera como forma de golpear al capital. El motivo era el mismo: abastecimiento de agua. En ese momento se realizaron cinco cortes de ruta que duraron varios días y acabaron con una serie de conquistas referentes a la distribución de tanques de agua y extensión de la red de agua corriente. Poco tiempo después, el conflicto de las y los trabajadores de sanidad neuquinos apuntó nuevamente contra la producción industrial, y se volvieron a bloquear los accesos a yacimientos y el tráfico asociado al petróleo.
Este fenómeno es sumamente importante, porque reafirma una tendencia de los siguientes puntos:
- En estos tres conflictos la organización se dio por fuera de los marcos institucionales del sistema, en este caso, de manera autoconvocada. Ni los sindicatos docentes, ni petroleros ni nadie actuó como intermediario.
- Los cortes no fueron levantados hasta que no se hicieron efectivas determinadas concesiones del gobierno. Dicho en otras palabras, no se levantaron los cortes con promesas de “mesas negociadoras” que tanto le gustan a las burocracias de izquierda y derecha.
- Se reconoce como fuente del verdadero poder a la producción capitalista, y por tal motivo se ataca directamente a las empresas petroleras, lo que permite obtener rápidos resultados en términos reivindicativos porque se golpea donde efectivamente le duele a la burguesía.
- A pesar que los conflictos estallen en sectores asalariados que no son “la clase obrera petrolera” en sí –aunque son sus vecinos, familiares, hijos, esposos o esposas, etc., y donde indudabnlemente participan los propios petroleros puesto que se trata de sus lugares de residencia- o en conflictos que aparentemente no son de índole “sindical”, está clarísimo que todas estas medidas tienden lazos de unidad con el proletariado petrolero, le ayudan a conquistar libertades políticas, lo hacen consciente del poder político que tienen al encontrarse en la primera línea de la producción capitalista e incentivan el desarrollo de su conciencia política, de su conciencia de clase.
Debemos profundizar las metodologías y tácticas de lucha que efectivamente llevan al desarrollo de la lucha de clases, la propia experiencia neuquina está marcando un camino